La lucha de los emprendedores en Cuba 

Cómo la pandemia acabó ayudando a los autónomos... en un régimen comunista

Los emprendedores se reinventan para sobrevivir a la crisis en Cuba. / EFE
Los emprendedores se reinventan para sobrevivir a la crisis en Cuba. / EFE

Si abrir y mantener un negocio privado ya era difícil en Cuba, la epidemia del Covid-19 pone ahora nuevos obstáculos ante los emprendedores cubanos, obligados a reinventarse para sobrevivir a una inédita crisis de la que, a pesar de todo, podrían salir fortalecidos. Curtidos tras años de luchar contra el desabastecimiento y las trabas burocráticas, los "cuentapropistas" isleños tiran de ingenio y adaptan sus emprendimientos, muchos de ellos volcados ahora en las entregas a domicilio y en estrechar la interacción online con los clientes. Todo para mantenerse a flote hasta que la pandemia pase.

Algunos han adaptado sus ofertas a la nueva situación: bajando precios, añadiendo incentivos -como mascarillas gratis y envíos libre de costo o a mitad de precio- y garantizando seguridad en las entregas, según recoge la agencia EFE en un reportaje. Hace poco menos de dos meses, en bares y restaurantes de La Habana se levantaban las copas. Las casas de renta bullían y los coches clásicos coloreaban las calles, hoy casi sin tránsito y con carteles de "Cerrado por COVID-19".

Desde que el 11 de marzo se confirmaran los primeros casos de coronavirus en la isla, uno tras otro los autónomos fueron echando el cerrojo incluso antes de que el Gobierno decretara el cierre de los centros de ocio y blindara fronteras dejando fuera al turismo, la mayor fuente de ingresos para el sector privado cubano.

A fines de marzo Cuba se volvió un "país sin turistas" -los que quedaban tenían prohibido salir de sus alojamientos-, y los "cuentapropistas" tomaron aire y se prepararon para una época dura. "Aún más de lo normal", matiza Jorge, dueño de una pequeña cafetería en el barrio de Vedado que cerró por no poder sostener la oferta.

En la isla, donde trabajaban más de 600.000 autónomos, no existen mercados al por mayor y los negocios dependen en gran parte del deprimido suministro estatal a precios minoristas elevados. "Ya las condiciones eran difíciles para empezar" y ahora el coronavirus lo complica todo, asegura Enrique Suárez, dueño y chef del restaurante TocaMadera en el barrio residencial de Miramar.

Adptarse o adaptarse

"Operar un negocio de comida en una economía contraída es complejo. Desde que arrancamos decidimos cocinar con lo que encontráramos sin atarnos a un menú fijo (...) Sin saberlo nos estábamos preparando para lo que iba a pasar", dijo Suárez a Efe.

La inconstancia de la oferta estatal y la ausencia de un mercado mayorista para el sector privado hizo que en TocaMadera buscaran alternativas que ahora -cuando los cubanos hacen filas de hasta cuatro horas frente a las tiendas- le "salvan la vida" al restaurante, que compra más del 80% de su materia prima directamente a los productores.

También han tenido que rediseñar la carta ya flexible para hacerla más compatible con la entrega a domicilio, que de momento es gratis. "No queremos que la comida llegue hecha un desastre, aunque sepa bien", insiste Suárez. "Ya el suministro no es el mismo, empiezan a escasear muchos recursos, pero todavía estamos en un punto en el que podemos seguir trabajando", señala el emprendedor, que busca dar además una "solución en precios que sea interesante".

Como TocaMadera, otros negocios han reinventado sus menús "para llevar" y muchos que ni siquiera ofrecían servicio a domicilio, tuvieron que incorporarlo. Estos últimos han contratado a Mandao Express, hasta ahora la única empresa privada de mensajería en la isla. Con el transporte público paralizado y las llamadas al confinamiento, la pequeña firma vio cómo crecían las solicitudes de entregas, al tiempo que disminuía su personal. "Hacer frente a una mayor demanda con menos oferta fue un reto", contó a Efe Marta Deus, emprendedora nata, fundadora de Mandao Express y otra empresa de asesoría y contabilidad para autónomos.

Contratar a nuevos "mandaderos" en medio de la pandemia cuando "la gente no quiere salir por miedo a contagiarse" no fue fácil, apunta la joven autónoma, que agrega que fue complicado, pero lograron implementar medidas de higiene en cada una de las entregas. El Ejecutivo cubano aplazó el pago de impuestos y permitió la entrega temporal de licencias, algo que ha aliviado a miles de taxistas y porteadores privados que no pueden circular debido a la suspensión del transporte público en todo el país.

¿Y cuándo pase la tormenta?

Estas medidas ayudan, pero no resuelven la difícil situación de los autónomos cubanos, que ven reducidos sus ingresos sin la garantía de al menos el 60% del salario mensual que sí tienen los empleados estatales. Ante la necesidad de asegurar el sustento, muchos emprendedores cubanos aprovechan Internet para "abrir" tiendas online en sustitución de las físicas. Otros han cambiado completamente su modelo de negocio.

Entre estos últimos está Cuber, una empresa de taxis similar a Uber que ahora entrega frutas y verduras con pedidos a través de Whatsapp, una de las redes más usadas entre los cubanos tras la activación de los datos móviles en la isla hace más de un año. La app de mensajería también ha servido a Beyond Roots, una iniciativa privada dedicada a promover la cultura afrocubana, para mantener el contacto con su comunidad de clientes, a los que sigue ofreciendo -ahora hasta sus hogares- productos para el cuidado de la piel y el cabello afro, además de artesanías y ropa.

"Decidimos mantener el servicio de entregas como una vía de satisfacer la demanda, al tiempo que nos permite sostener los gastos fijos de todo negocio", explica Adriana Heredia, fundadora del proyecto, el único que de momento ofrece artículos destinados específicamente a la comunidad afrocubana.

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