El papa Francisco se reunió en privado con el emperador japonés Naruhito

Papa Francisco. / EFE
Papa Francisco. / EFE

El papa Francisco se reunió este lunes durante unos 25 minutos en el palacio Imperial en Tokio con el recién entronizado emperador de Japón, Naruhito, y sin la presencia de la emperatriz Masako.

Francisco llegó en coche hasta la entrada del palacio donde le esperaba el emperador vestido con traje oscuro y pasaron algunos minutos estrechándose la mano y saludándose antes de entrar a la reunión. En una enorme sala sin mobiliario, sentados en dos sillas y con una mesa con un enorme jarrón con flores en el fondo, comenzaron la reunión gracias a un intérprete por parte de la Casa Real.

El papa regaló a Naruhito un mosaico realizado por la fabrica de mosaicos del Vaticano que reproducía una vista del Arco de Tito, en Roma, del pintor Filippo Anivitti. De nuevo, y siempre solos, el emperador acompañó al papa a la salida para despedirlo y no han transcendido más detalles de la reunión. El papa y Naruhito mantuvieron una reunión en el Vaticano en 2016, cuando aún no era emperador.

En esta tercera jornada de su visita a Japón, Francisco también mantendrá una reunión con el primer ministro Shinzo Abe. "La cultura del encuentro es posible, no es una utopía, y ustedes, los jóvenes, tienen esa sensibilidad especial para llevarla adelante", afirmó el papa en la catedral de Tokio, en una de las actividades programadas durante su visita oficial a Japón, que comenzó el sábado y cierra este martes.

Francisco se encontró con un millar de jóvenes reunidos en el interior de la catedral y decenas de personas más que no pudieron entrar al recinto y que lo recibieron a las afueras del tempo, el más simbólico de la Iglesia católica en Japón. Planteado como un diálogo entre el sumo pontífice y los jóvenes, el papa oyó las preocupaciones de tres de ellos, Leonard Kathuela, de 20 años, y Miki Kobayashi y Masako Kudo, ambas de 26.

"Puedo ver la diversidad cultural y religiosa de los jóvenes que viven en Japón hoy, y algo de la belleza que nuestra generación ofrece al futuro", afirmó el pontífice. Sólo el 0,34% de la población japonesa profesa el catolicismo, aunque también hay muchos extranjeros que residen en este país y siguen ese credo.

El pontífice, que fue recibido a la entrada del complejo de la catedral con gritos de "¡Viva el papa!", en castellano, se dirigió a los jóvenes desde el altar de la catedral de St. Mary, un edificio moderno levantado a partir de 1960 sobre las cenizas de un templo original, construido en 1899 pero que fue destruido por las bombas y el incendio que desataron durante la II Guerra Mundial.

En la catedral también se llevó a cabo, hace 38 años, otro encuentro con los jóvenes protagonizado por el entonces sumo pontífice, Juan Pablo II, en la anterior y única visita a Japón de un papa hasta la que está realizando estos días Francisco. “El futuro no es monocromático, sino que es posible si nos animamos a mirarlo en la variedad y diversidad de lo que cada uno puede aportar”, agregó Francisco.

"No no nos hicieron a todos a máquina (…). Cada uno trae una historia para compartir", recalcó, en una de las numerosas partes improvisadas de su mensaje, que también fue aplaudido ocasionalmente. "Cuánto necesita aprender nuestra familia humana a vivir juntos en armonía y paz sin necesidad de que tengamos que ser todos igualitos", insistió el papa a los jóvenes, algunos de ellos agitando banderas de papel con los colores del Vaticano.

En su mensaje, el papa pidió a los jóvenes combatir la "pobreza espiritual" en medio de una "sociedad frenética y enfocada en ser solamente competitiva y productiva". También lamentó que en las sociedades "altamente desarrolladas" sus habitantes pueden llevar a tener "una vida interior pobre y encogida, con el alma y la vitalidad apagada".

"Como zombis, su corazón dejó de latir por la incapacidad de celebrar la vida con los demás", añadió. "Hay jóvenes que no sueñan. Es terrible que haya jóvenes que no sueñan", insistió. Francisco pidió también a los jóvenes combatir el acoso escolar, una "epidemia donde la mejor medicina la pueden poner" los mismos jóvenes. A Masako, otra joven que se dirigió al papa, Francisco le habló de la necesidad de descubrir la identidad propia para crecer.

"Se han inventado muchas cosas, pero gracias a Dios todavía no existen selfies del alma. Para ser felices, necesitamos pedirle ayuda a los demás, que la foto la saque otro", añadió el papa. El acto se cerró con un regalo especial que recibió el papa, un "happi" o prenda tradicional japonesa utilizada en ocasiones festivas, que estaba adornado con mensajes en japonés, inglés y castellano ("Te queremos", decía uno de ellos) y con su perfil dibujado en la parte de la espalda.

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