"Patchwork" y cuero, protagonistas del otoño-invierno de Gaultier y Loewe

  • Mercedes Álvarez.

Mercedes Álvarez.

París, 2 mar.- El "patchwork" y el cuero fueron los protagonistas de las colecciones de prêt-à-porter otoño-invierno de un indisciplinado Jean Paul Gaultier y de un geométrico Loewe, presentadas hoy en la Semana de la Moda de París.

Gaultier viajó en el tiempo en una pasarela en cuya retaguardia yacía un decorado en tonos cálidos que, cual edificio de cristal, proyectaba la sombra de las modelos antes de desfilar.

A pocas manzanas del Arco del Triunfo, en la avenida Wagram, Gaultier tuvo reminiscencias hippies, con largas faldas vaporosas, ensueños futuristas, con trajes en color plata o cobre, impulsos del lejano oeste, con flecos de cuero, y recuerdos "ochenteros", con jerséis con mangas de murciélago que dejaban un hombro al descubierto.

El cuero y la piel se expusieron en versión horizontal -ya sea en forma de estola, entre el hombro y el codo, en minifalda o en corsé-, en caótico "patchwork" en faldas y abrigos, así como en chaquetas entalladas y con tachuelas.

El berenjena predominó en un prêt-à-porter rico en colores cálidos, como el mandarina, el amarillo sol o el rojo pasión, así como en tonos tierra, metalizados y negro.

El contraste entre los materiales rígidos y los fluidos abrió el desfile, con las faldas largas plisadas con vuelo como protagonistas, para dar el testigo a abrigos voluminosos que cubrían casi toda la pierna.

La firma española Loewe cerró esta quinta jornada de la Semana de la Moda de París con un desfile en la Galería de Mineralogía, en un Jardín de las Plantas dormido entre las luces de las antorchas de la entrada.

"(La inspiración) es siempre una combinación de mi experiencia, las cosas que me gustan y, por supuesto, la herencia de la marca, que está muy unida a España", aseguró a Efe Stuart Vevers, director creativo de la casa.

Los edificios históricos de Bilbao han tenido su reflejo en un "patchwork" de piel en estampados geométricos que han albergado azules, rojos y violetas sobre fondo negro.

Esta colección moderna por la rigidez y el volumen de sus partes de arriba, con hombros caídos y mangas anchas, encontró la delicadeza en un vestido bicolor con arabescos en relieve sobre la piel.

"Es la primera temporada que trabajo tanto con la zalea", aseguró el británico para quien supuso un reto elaborar las prendas con este cuero curtido de modo que conserve la lana como le demandaba su clientela.

Los zapatos relincharon con crines de caballo en el tacón, un deseo de Vevers que quería que "dieran movimiento".

La firma Viktor & Rolf presentó una colección otoño-invierno en blanco y negro, de voluminosos drapeados y pantalones rasgados para una mujer que los modistos holandeses definieron como "rebelde chic".

"Es la versión de Viktor & Rolf del rock and roll", aseguró a Efe el diseñador Viktor Horsting, quien explicó que lo que a primera vista parecen trajes de "vaqueros destruidos, cuando te fijas, ves que están bordados a mano, tienen lazos o delicados detalles de seda".

Proponen un invierno de faldas extremadamente cortas, que Rolf Snoeren justificó por su lado "rebelde" y "alegre", de vestidos construidos en torno a un abultado lazo, de blusas blancas con volantes y aperturas extraordinarias, y de abrigos de pelo negro con islotes de cuero blanco.

"Es la primera vez que tenemos un desfile con tacones bajos", dijo Snoeren, quien aseguró que querían representar a mujeres con "los pies en la tierra".

La única pincelada fuera del blanco y negro fue el calzado burdeos que portaron algunos modelos. "Pensamos que era bonito tener pequeños toques de color, muy minimalistas", confesó Horsting.

Las mangas dieron la campanada, ya sea por su distinción cromática del resto del cuerpo, que por su asimetría o por su forma en lámpara: ajustadas en el bíceps y abiertas en la muñeca.

En la primera fila del espacio instalado en los jardines de las Tulerías, la actriz estadounidense Jessica Chastain atrajo los flashes de todos los fotógrafos.

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