Perfil: Mohamed Mursi, el exprisionero de Mubarak que le arrebató el trono presidencial de Egipto

  • Quien una vez trabajara para la NASA y enseñara tanto en universidades egipcias como estadounidenses, tendrá que imponerse ahora a la poderosa Junta Militar. Pero también deberá probar que está dispuesto a construir un país respetuoso con todas las religiones.

Insha' Allah. Si Dios quiere, diría el nuevo presidente islamista de Egipto, Mohamed Mursi pasará a la historia como el primer dirigente del país tras la era de Hosni Mubarak que traerá la libertad a todos los egipcios.

Mursi ha provocado la desconfianza que cualquier miembro de los Hermanos Musulmanes causaría tanto en la población laica y cristiana del país como en un Occidente temeroso de que un país de 80 millones de habitantes pueda radicalizarse por su aplicación de la sharia. La ley islámica ya supone hoy la fuente principal de la que bebe la legislación egipcia.

"No traicionaré a Dios ni trabajaré en contra de él. Mi foco es lo que Dios dice", manifestó en su primer discurso el domingo pasado tras conocerse su victoria en las presidenciales frente al exmilitar Ahmed Shafiq.

"Es por el bien de la sharia por lo que los hombres fueron a prisión. Ahora llevamos su sangre y existencia sobre nuestros hombros", había declarado al inicio de su campaña electoral, como recuerda el diario israelí Haaretz.

Pero Mursi ha prometido insistentemente que será el presidente de todos y respetará a las minorías, como los cristianos coptos de Egipto.

Él mismo fue uno de esos cuasi mártires de su causa, pues fue detenido en repetidas ocasiones durante los 30 años del régimen de Mubarak y llegó a pasar siete meses en la cárcel. Sucedió tras salir a la calle para apoyar a los jueces que demandaban independencia por supuesto fraude electoral en 2005, según su biografía oficial.

Aunque los Hermanos Musulmanes no fueron los promotores iniciales de la llamada "Revolución del 25 de Enero" que más tarde acabaría con Mubarak, los Hermanos Musulmanes se sumaron pronto a las manifestaciones y Mursi no fue menos. El Partido Justicia y Libertad asegura que fue uno de los detenidos el Día de la Ira del 28 de enero.

Presidencia de equilibrios

Ahora parece que quiere hacerse amigo de todos: guiños a los jueces, a los activistas de Tahrir, a sus queridas Fuerzas Armadas ("amo a esa gente y aprecio su papel"), a los policías… Sus promesas presidenciales pretenden satisfacer a todos por igual.

La Junta Militar ha dejado sin parlamento al país por considerar su formación –liderada por los Hermanos Musulmanes- anticonstitucional. Además, se ha adjudicado su poder de decisión sobre los presupuestos anuales y había decidido que puede juzgar a civiles en casos de desobediencia. Pero hoy un tribunal egipcio le ha denegado ese derecho autoadjudicado.

Así, Mohamed Mursi está obligado a encontrar el equilibrio entre sus promesas de islamismo moderado en una nueva democracia y su imposición a quienes ostentan el verdadero poder desde hace 60 años, cuando acabaron con la monarquía.

"Mi responsabilidad para el futuro es que los jueces sean realmente independientes", se ha comprometido. La que no será fácil será la independencia de Mursi, teniendo en cuenta su compromiso para elegir un ministro de Defensa de entre los militares. El nuevo presidente de Egipto negocia la reducción del poder de los militares.

Todo dependerá de la nueva Constitución, pendiente de redactar en un país aún sin asamblea constituyente y donde la segunda fuerza política puede estar en manos de Ahmed Shafiq, el último primer ministro de Mubarak y cercano a la Junta Militar que fue el contrincante de Mursi en las presidenciales.

Pero el equipo de Mursi ha acordado hoy con los militares que ya no tendrán poder de veto sobre la Constitución ni podrán redactar la nueva Carta Magna. A cambio, tecnócratas próximos a los militares controlarán ministerios como el de Defensa.

El presidente electo fue el segundo plato del Partido Justicia y Libertad de los Hermanos Musulmanes después de que se le denegara el permiso a su primer candidato, Jairat al Shater, para concurrir a las elecciones.

Proximidad con EEUU

Su personal relación con Estados Unidos es motivo de esperanza para que se mantengan la estabilidad en la región. Mursi prometió en su discurso de la victoria que preservaría los acuerdos internacionales. Esto incluiría el tratado de paz con Israel de 1979, aunque el diario Haaretz –de ese país- recuerda que el presidente electo de Egipto ha hablado de revisar el acuerdo debido a los "incumplimientos" de Israel. No es casualidad que los palestinos de Gaza hayan celebrado la victoria de Mohamed Mursi como propia.

Doctorado en ingeniería por la Universidad de California del Sur en 1982 después de haberse licenciado y especializado en ingeniería metalúrgica en la Universidad de El Cairo, ha sido profesor en ambas universidades y otras, tanto de EEUU como de Egipto.

Llegó a trabajar para la NASA a principios de los años ochenta del siglo pasado para el desarrollo de motores espaciales. Dos de sus cinco hijos tienen la nacionalidad estadounidense, destaca el diario israelí Haaretz.

Retos de la transición

Pero su compromiso con la política egipcia ha ocupado su vida en los últimos años, especialmente cuando lideró al grupo de los Hermanos Musulmanes en el Parlamento egipcio entre 2000 y 2005. En aquellos años, estos islamistas estuvieron representados como candidatos independientes, puesto que Hosni Mubarak nunca legalizó su formación.

Ahora Mursi se enfrenta a sus 60 años a una presidencia de equilibrios, como corresponde en toda transición democrática, con su programa para el "renacimiento" de Egipto. La clave está en si sabrá marcar los límites necesarios a una Junta Militar acostumbrada al poder.

Un factor para el optimismo puede ser el recuerdo de los militares que se desmarcaron de las órdenes de represión violenta durante la Primavera Árabe. Aunque algunos analistas consideran que fue un acto interesado, lo cierto es que fueron también soldados rasos quienes se unieron así a las protestas del pueblo a favor de la democracia.

Otro factor para una visión positiva es la renuncia de los militares de participar en la redacción de la nueva Carta Magna.

Insha' Allah, como diría Mursi, el viaje hacia la democracia en Egipto llegará a buen puerto.

Sigue @maria_torrens

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