Alexis Tsipras, el 'héroe' que iba a sacar a Grecia de la espiral descendente que se acentuó durante la crisis en el país y que acabó por sumir en las tinieblas a la economía helena en su pulso contra la UE, se juega este domingo su reelección en unos comicios que le dan por desahuciado. Su rival, el conservador Kyriakos Mitsotakis, se perfila como el vencedor gracias a unas promesas en las que conjuga el reflote de las empresas y la clase media, un profundo recorte de los impuestos y un crecimiento galopante de la economía.
Los últimos cinco años en Grecia han resultado toda una odisea homérica; el hartazgo acumulado del pueblo desde 2008, cuando empezó a dispararse la deuda soberana del país hasta niveles que llegaron a duplicar la media de Eurozona, se cristalizó en enero de 2015 en el apoyo a Tsipras y la propuesta radical de su partido, Syriza: dejar de pagar los intereses derivados de la compra de deuda por parte de la UE. En dos ocasiones los griegos refrendaron durante ese año su apoyo al líder izquierdista y su medida (en enero y en unas nuevas elecciones en septiembre), aunque la presión desde Bruselas y la pérdida del referéndum convocado entre ambos comicios (en julio) terminó haciendo insostenible la situación y el plan de Tsipras terminó diluyéndose.
Quizás por eso, cuatro años después de los últimos comicios, el pueblo ha decidido que su último 'héroe' caiga en desgracia en las elecciones del domingo que, salvo sorpresa mayúscula, Tsipras perderá ante Mitsotakis. El líder de Nueva Democracia (ND) ha afirmado que, bajo su mandato, Grecia saldrá definitivamente de esta década de crisis a través de un proceso de modernización si precedentes. Y, lo más importante, sin contrariar a la 'troika': si bien es cierto que la deuda del país se sitúa en 2019 en el 165% del PIB, sigue siendo un nivel mucho más alto que el de 2007 (justo antes de la crisis), del 107%.
Con la premisa de llegar a niveles precrisis, Mitsotakis asegura que, de salir elegido, durante los próximos cuatro años se crearán medio millón de puestos de trabajo "de calidad", una promesa que el primer ministro, Alexis Tsipras, formula con idénticas palabras. En este sentido, durante la gestión de Syriza el desempleo se redujo del 27% al 18%, aunque buena parte de los empleos fueron precarios o a tiempo parcial, tal y como denuncia la oposición. A día de hoy, el 59,3% de los griegos cobra menos de 1.000 euros brutos al mes y el 25,3% incluso no llega a los 500 euros.
En este sentido, el programa de Mitsotakis ha despertado la esperanza de la clase media, la más castigada en los años de la crisis por los altos impuestos, así como de las nuevas generaciones, ya que alrededor de 500.000 jóvenes, en su mayoría con formación universitaria, emigraron en los años de la crisis para huir de la falta de perspectivas profesionales.
Pero no solo a las clases medias; Mitsotakis ha prometido la bajada del impuesto de sociedades del 28% al 20% en un plazo de dos años para reactivar la economía. Algo que contrasta con el plan de Tsipras, quien se ha mostrado en campaña menos ambicioso en esta cuestión, y su plan (anunciado ya el pasado año) contempla una reducción total de cuatro puntos porcentuales, a uno por año. La primera bajada ya tuvo lugar en enero pasado.
Paralelamente una de las promesas pilares de Mitsotakis es eliminar todos los impedimentos burocráticos para los emprendedores. Y, para incentivar a las empresas a crear nuevos puestos de trabajo, el líder conservador propone la reducción de las cotizaciones a la caja de pensiones del 20% al 15% del salario bruto en un plazo de cuatro años, sin por ello reducir las prestaciones. Eso sí, no ha explicado cómo piensa el partido compensar esa pérdida de cotizaciones.
Tal vez, su mayor esperanza sea la reactivación del capital privado: el líder conservador es atraer durante su mandato hasta 64.000 millones de euros en inversiones, lo que, a su juicio, podría llevar a un crecimiento de la economía de Grecia de hasta un 4% anual, más del doble que en la actualidad. A su juicio, con esa inyección de liquidez se podría cubrir el déficit de la cotización a la caja de las pensiones, así como el que previsiblemente provocará otras dos de sus medidas estrella: bajar el tipo mínimo del IRPF del 22% al 9% para los ingresos inferiores a los 10.000 euros anuales y reducir el impuesto sobre los bienes inmobiliarios en un 30%.
El programa de Mitsotakis supone una reducción importante de los ingresos del Estado y promete, sin embargo, cumplir con los objetivos fiscales impuestos por los acreedores del país, que prevén un superávit primario -que excluye el pago de la deuda- del 3,5% del producto interior bruto (PIB) hasta 2022, y del 2% hasta 2060. Eso sí, puede que el líder conservador haya sido realmente crítico con Tsipras, pero ya ha anunciado que, a pesar de todo, se enfrentará a los acreedores y pedirá una reducción del objetivo de superávit.
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