Explotar el miedo a Trump no basta

El plan de Joe Biden para salvar la economía y la democracia de EEUU

Su ventaja en las encuestas es estable pero, a largo plazo, y forjado por la Covid-19, tendrá que hacer frente a una crisis estructural que demanda una nueva versión del "New Deal" de Roosevelt.

EFE
El plan de Joe Biden para salvar la economía y la democracia de EEUU
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Joe Biden completó el círculo 33 años después de lanzar su primera campaña a las presidenciales. Lo hizo de una manera que nunca pudo haber imaginado, en una sala vacía en el centro de convenciones en Wilmington (Delaware) la noche final de una Convención demócrata en formato virtual. El discurso aceptando la nominación fue apasionado, positivo, nunca citó las palabras "Donald" o "Trump" y se centró en la empatía, la compasión, la justicia, la dignidad, el respecto y la igualdad como principios de su plan para salvar la economía y la democracia. "EEUU se puede definir con una palabra: posibilidades".

Barack Obama le preparó el camino en la víspera. El primer presidente negro de EEUU hizo su discurso desde Filadelfia, usando como telón de fondo la Constitución para lanzar la voz de alarma. La puesta en escena, los gestos y el tono desgarrado que utilizó en los 15 minutos que habló a los estadounidenses fueron más duros que sus palabras. Fue directo al acusar a Donald Trump de "derribar" la democracia "si es lo que se necesita para ganar". "No dejes que te quien el poder. No dejes que te quiten la democracia", dijo.

Joe Biden afronta las presidenciales con una ventaja estable en las encuestas. Pero pese a ello, la ansiedad fue palpable y el objetivo común de las intervenciones en la Convención fue movilizar el voto. Todos, uno tras otro, advirtieron durante cuatro días del riesgo de la apatía, como si sus vidas dependieran de ello. Hillary Clinton es el mejor ejemplo. Recordó que incluso ganando por tres millones de votos no es suficiente para hacerse con la Casa Blanca. La pandemia, además, representa un claro obstáculo al proceso democrático.

El nominado, sin embargo, optó en su discurso de aceptación por dar un contrapunto a esos miedos y prometió que si los estadounidenses le confiaban la presidencia el próximo 3 de noviembre, se concentrará "en lo mejor de todos, no en lo peor". "Seré un aliado de la luz", garantizó, "no de las tinieblas". "Este es nuestro momento. Esta es nuestra misión", declaró al concluir la intervención, "permitir a la historia contar que el final a este capítulo de oscuridad empezó aquí, esta noche".

Obama ya pidió al electorado que no se limite a juzgar a Trump como persona, sino por su trabajo como presidente y en concreto frente a la crisis sanitaria. Biden, por su parte, sabe que elevar los miedos sobre la reelección del republicano no es suficiente para motivar a los electores. Esa fue la estrategia de Clinton y no le funcionó. El nominado optó por eso por una retórica optimista. Ofreció así una visión de esperanza para poder combatir el Covid-19, crear empleos y combatir la injusticia racial. No se trata de lugar contra algo, sino por algo.

Joe Biden aspira a ser presidente en un momento de crisis global que se cobró más vidas de estadounidenses que combinando la Primera Guerra Mundial, las guerras de Corea y Vietnam y que destruyó más empleo que la Gran Depresión. La prioridad inmediata es combatir la pandemia con una estrategia nacional para dar escala a las pruebas rápidas de detección del coronavirus, garantizar la producción masiva de vacunas para su distribución cuando esté aprobada y asegurar que el personal sanitario cuenta con el equipamiento necesario.

"Reconstruir la economía" de las regiones olvidadas

Más a largo plazo, y forjado por la Covid-19, el Joe Biden presidente tendrá que hacer frente a una crisis estructural que demanda una nueva versión del New Deal de Franklin Delano Roosevelt para "abrir las puertas de la oportunidad a todos los estadounidenses". Propone así un plan para "reconstruir la economía" que reconoce a las regiones rurales e industriales olvidadas, creando cinco millones de empleos en los sectores de la manufactura y tecnología y movilizando inversiones de 700.000 millones de dólares para modernizar las infraestructuras.

El gran pilar de su primer mandato antes del confinamiento era un plan con el que se comprometía a movilizar dos billones de dólares en el desarrollo e implantación de las energías limpias. "El cambio climático no es solo una crisis", dice, "es una enorme oportunidad". También entre sus prioridades contempla destinar recursos a las familias más desfavorecidas para el cuidado de sus hijos y los mayores. Defiende en paralelo un sistema educativo adaptado a las necesidades del mercado laboral y que no hunda en deudas a las estudiantes.

"Un sistema tributario que premie el trabajo"

Su propuesta en el ámbito de la salud, un asunto de confrontación incluso entre los demócratas, se base en construir sobre la reforma del sistema de asistencia sanitaria que puso en pie cuando era vicepresidente con Barack Obama, que Donald Trump trata de desmantelar. Todo esto que plantea se financiaría elevando los impuestos a las grandes fortunas y a las corporaciones más rentables. "Necesitamos un sistema tributario que premie el trabajo", insistió en su discurso. Biden defiende a su vez un sistema migratorio que de vigor a la economía.

A las voces que denuncian la injusticia económica y medioambiental se le suma la enorme brecha racial que lastra la economía. La muerte de George Floyd marcó un punto de inflexión. Biden no tiene un plan específico para las comunidades de color más desfavorecidas, pero en todos los pilares de acción en las infraestructuras, la salud y las energías limpias contempla medidas específicas. "La historia nos cuenta que en los momentos más ocursos es cuando hacemos los mayores progresos. Creo que estamos preparados para volver a hacer grandes progresos".

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