El nuevo presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, no ha acudido a su propio acto de proclamación por considerar la ceremonia demasiado... “cursi”.
Así lo ha asegurado él mismo, en una rueda de prensa, en la que ha explicado que jamás ha acudido a una ceremonia de este tipo.
Duterte, que fue nombrado por los parlamentarios en una ceremonia televisada en directo, jurará su cargo el próximo 30 de junio tras haber ganado las elecciones del pasado 9 de mayo con el 39 por ciento de los votos.
Pese a esta ausencia, la ceremonia se ha celebrado en la sede del Congreso de Filipinas. El nuevo mandatario está protegido por la ley filipina, que no le obliga a estar presente.
El gesto va en línea con el discurso mantenido por el candidato a lo largo de toda la campaña, en el que ha tratado de marcar sus distancias con las élites políticas y destacar su origen humilde. Su intención es que la ceremonia de juración sea más íntima.
Duterte, de 71 años, sustituye en el cargo a Benigno Aquino, quien ocupó la presidencia en los últimos seis años, el límite que marca la Constitución del país.
La victoria del nuevo presidente ha sido rotunda, con unos 7 millones de votos más que su principal rival, el ministro del Interior saliente, Mar Roxas.
Entre sus promesas inmediatas está aprobar un plan de lucha contra el crimen y la droga, considerados dos de los mayores problemas del país.
El político ha sido criticado por numerosas organizaciones por defender repetidamente la ejecución extrajudicial de ladrones o traficantes de drogas para reducir las tasas de criminalidad.
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