Relato de una oportunidad perdida

La 'promesa ibérica' se esfuma: España suspende como hub gasístico de Europa

La diversificación de la llegada de metaneros de una docena de países hacía que la Península pudiera ‘barrer’ al resto de rivales logísticos. Ahora el campeón es el TTF holandés.

El Consejo de Estado ha evaluado la circular de recortes del gas de la CNMC. EFE
Una oportunidad perdida: España suspende como hub gasístico de Europa.
EFE

En marzo de 2019, el prestigioso Oxford Institute for Energy Studies se preguntaba por la posibilidad de que España se convirtiera en un auténtico centro de interconexión energético. Un ‘hub’ de entrada de gas al continente europeo. La ‘promesa ibérica, como se titulaba el informe, pasaba por analizar la viabilidad de que el mercado ibérico del gas se convirtiera en ‘la’ interconexión gasística por excelencia en Europa, en el auténtico catalizador que respondiera de una vez a una demanda continental organizada y supusiera un contrapoder a la hegemonía rusa en el suministro a los países del Este.

Tradicionalmente, siempre se ha descrito a España como un ‘caso aislado’ del resto de Europa, debido, fundamentalmente, a la llegada de gas en forma de GNL y por la dependencia del gas procedente de Argelia. La limitadísima capacidad de la interconexión con Francia ha impedido que, por mucho que se aumentara la capacidad de recepción de gas en las plantas de regasificación, se pudiera inyectar gas en vena a las economías europeas.

Pese a los esfuerzos políticos por ampliar la capacidad de interconexión realizados en los últimos cinco años, el prometedor futuro de un sistema capaz de suministrar gas a mansalva ha cedido su empeño en favor, únicamente, del mercado nacional. Paradójico en un país capaz de gestionar más del 40% de la capacidad europea de almacenamiento de GNL en plantas de regasificación, en las siete plantas disponibles. La diversificación de la llegada de metaneros procedentes de más de una docena de países diferentes, hacían que la Península Ibérica pudiera ‘barrer’ literalmente al resto de rivales logísticos europeos.

Lamentablemente, eso fue hace mucho tiempo. El mismo instituto hace ahora balance de la situación en la que ‘Iberia’, tal y como se conoce a nuestro mercado, no sale tan bien parada. La propensión de los países europeos de crear espacios propios desde los que se comercializa al resto de países choca frontalmente con la idea de la Unión Europea de consolidar un mercado único del gas, un proyecto que, como poco, no alcanzará su materialización hasta mediados de esta década.

Durante este tiempo, a nuestro ‘hub’ nacional le han surgido muchos y buenos competidores. El campeón nacional está situado en Países Bajos. Su mercado, el TTF holandés, surge, según el estudio, "no solo como un centro nacional, sino también como centro europeo y referencia de precios global".

El nuevo documento destaca que, tras una década de aumento continuo del comercio de gas en Europa, los volúmenes de gas negociados en 2019 alcanzaron su máximo histórico. Un hecho que responde al aumento de la demanda antes de la llegada de la Covid-19 a nuestras vidas, pero que también refleja que en este éxito global no todos contribuyeron de la misma manera.

El TTF holandés ha experimentado un aumento extraordinario desde 2014. En la actualidad se configura como "el centro con el mayor número de contratos de todos los comercializados en Europa", por delante del ibérico o el francés. Igualmente, el TTF es el 'hub' con mayor número de productos y volúmenes de intercambio de la Unión Europea, algo que indica "la madurez de su mercado y su utilización como centro de riesgos".

Solo en 2019 se negociaron más de 500Twh en cada tipo de producto intercambiado, una cifra que ascendió a más de 600 en cada uno de los productos OTC (‘Over The Counter’), un mercado que, pese a ser un mercado bilateral no regulado, es un claro indicador de la actividad económica de un centro gasístico.

La conclusión del estudio resalta la importancia del TTF como un ‘hub’ maduro, no solo para los Países Bajos, sino también para toda Europa e incluso para países terceros, al servir como un mercado de valores para algunas transacciones de GNL del noroeste europeo.

Entre los centros de interconexión perdedores destaca el NBP británico. Un otrora ejemplo de éxito, que alcanzó en tan solo cinco años su madurez y en el que incluso la UE se basó para diseñar su objetivo de un mercado europeo de gas liberalizado. Después de haber alcanzado sus mejores datos en el periodo 2014 - 2017, comenzó su caída sin freno desde 2018, un fenómeno muy parecido al sufrido por el belga ZEE.

En cuanto a España, la limitadísima capacidad de interconexión peninsular con el resto de Europa hace que sea considerado como un mercado menor, en el que apenas se comercializan 11 tipos de producto, con 56 actores participantes. Unos datos que nos sitúan como el segundo con menor volumen de transacciones, a años luz de las 52 variedades comercializadas y 167 actores del TTF, el megacrack de la concentración gasística en Europa.

Los parabienes en el informe sitúan al ‘hub’ español como un mercado que "se está desarrollando adecuadamente desde sus comienzos, pero que está a niveles del VOB checo", el último de la lista en lo referente a centros de interconexión de la UE. Esta conclusión se refuerza con la idea de que los centros emergentes están cumpliendo su propósito en el reequilibrio en sus respectivos países, pero "aun tienen mucho camino que recorrer en el camino hacia la madurez de su mercado".

Como nota positiva para el mercado del sur de Europa, el informe señala que el PSV italiano se configura como una importante alternativa. Quizá los alpinos sí han visto esta oportunidad. Desde 2014, "aun partiendo de unos niveles muy bajos", se han aupado al cuarto lugar por importancia, igualando a los alemanes y convirtiéndose en la ‘promesa italiana’ y centro de referencia para el sur.

Hace seis años, en un artículo en el diario 'El País', se planteaba la posibilidad de convertir España en un ‘hub’ capaz de suministrar a Europa el gas que necesitaba para afrontar la crisis de Crimea y su dependencia del gas ruso. Una fuente de energía cuya demanda cubría gran parte del este y centro europeo.

España basaba sus fortalezas en su situación e infraestructuras, unas condiciones que podían hacer que nos convirtiéramos en una pieza estratégica del mapa energético europeo. Han pasado muchas y muy graves cosas desde entonces. Tras varios gobiernos y un sinfín de legislaturas fallidas, el mercado energético es otro, pero nuestra capacidad de interconexión con el resto de Europa sigue siendo bastante precaria, por no decir nula.

Lejos quedan los años en los que España aspiraba a reforzar sus interconexiones gasísticas con Francia a través del gasoducto Midcat, un proyecto que se quedó sin financiación europea días antes de que la pandemia explotara en Europa. Un claro gesto que demuestra que las prioridades europeas - y desgraciadamente las españolas - están en otras zonas en lo que a gas y geopolítica energética se refiere.

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