¿Por qué Puigdemont y los suyos buscan 'refugio' en Bélgica? "Valonia nos roba"

  • Una de las principales quejas del independentismo flamenco es la de contribuir demasiado con su riqueza a la comunidad francófona.
El primer ministro belga, Charles Michel.
El primer ministro belga, Charles Michel.

En un último intento desesperado por conseguir apoyos para su fallida República de Cataluña, Puigdemont ha sorprendido a propios y extraños con un viaje a Bruselas, coincidiendo precisamente con su imputación y la de su Govern por los delitos de rebelión, sedición y malversación que podrían acarrearles penas de hasta 30 años. El motivo de la visita no es otro que la de reunirse con dirigentes flamencos, mayoritariamente sensibles a la causa catalana. De hecho, este mismo domingo, el secretario de Estado de Migración belga, Theo Francken, generó un gran revuelo al sugerir que el país podría acoger al depuesto president si este pedía asilo político.

Puigdemont quiere apelar así a las similitudes que, considera, unen al movimiento independentista flamenco y al catalán. Desde su independencia del Reino de los Países Bajos en 1830, Bélgica ha estado dividida en dos comunidades lingüísticas, la flamenca, al norte y cuyo idioma es el neerlandés, y la Valona, al sur, con el francés por lengua. A ellas se une una pequeña comunidad alemana. Actualmente el país está divido en tres regiones federales, cada una con su propio Gobierno, hasta tal punto que quienes viven en Flandes sólo pueden votar a partidos flamencos y quienes habitan en Valonia, a francófonos.

Flandes: "Valonia nos roba"

A pesar de que políticamente las tres regiones son iguales, a efectos económicos, Flandes es mucho más rica que Valonia, lo que ha provocado que las reivindicaciones de los flamencos hacia una mayor autonomía se hayan incrementado en los últimos años. Entre otras cosas, se quejan de contribuir demasiado con su riqueza a la comunidad francófona, una de las demandas tradicionales de secesionismo catalán. Además, el N-VA, el partido nacionalista flamenco, es favorable a la creación de una república flamenca a partir de otoño de 2019.

El peso del independentismo flamenco en el Gobierno central, al contrario que en el caso español, es enorme. Tanto es así que entre 2010 y 2011, Bélgica mantuvo un Gobierno interino durante 541 días. El bloqueo no se solucionó hasta que se hicieron concesiones al ala flamenca con respecto a la región Bruselas-Halle-Vilvorde, una circunscripción electoral formada por los 19 municipios de la región Bruselas-Capital y otros 35 de la región flamenca. Pese a estar en Flandes, sus habitantes francófonos tenían la posibilidad de votar a un partido de su misma lengua. Finalmente, se consiguió que solo 6 distritos mantuvieran el statu quo, mientras que el resto pasaron estrictamente a pertenecer a Flandés, por lo que los independentistas lograron frenar lo que ellos denominan la “mancha de aceite francófona” que se extendía por su territorio hacia el norte.

División en el apoyo a Cataluña

La posición hacia Cataluña de los flamencos no es tan favorable como Puigdemont desearía. El primer ministro belga, Charles Michel, no ha querido respaldar el ofrecimiento de Francken, en un intento por mantener el equilibro entre ala más dura del N-VA y el resto de fuerzas de la coalición gubernamental, poco inclinadas a intervenir en cuestiones internas de España. Por otro lado, el propio portavoz de la N-Va, Joachim Pohlmann, marcó las diferencias entre Cataluña y Flandes. "Realmente no creo que los flamencos consideren la situación catalana como una especie de precedente, sino simplemente como un caso a observar. La situación en Cataluña y España es completamente diferente de la situación de Bélgica", ha asegurado.

Las negativas del Gobierno belga no han mermado los ánimos del destituido president, que pese a lo complicado de recabar apoyos ha garantizado que, al menos hoy, no se decretará su ingreso en prisión preventiva. Si así lo decidiera la justicia española, debería emitir una euroorden de detención a uno de los países más garantistas de la Unión Europea y obligaría a los flamencos a definir claramente su posición, algo que, de momento, el primer ministro no parece estar dispuesto a realizar.

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