"La fatiga se ha adueñado del país"

¿Quo vadis, Francia? Cien mil muertos, rechazo a la vacuna y debacle económica

El nuevo ‘cierre’ obliga a recortar al 5% la previsión de crecimiento. Con el sector turístico bajo la amenaza de otro verano perdido y los antivacunas en expansión, la pandemia avanza lenta pero inexorablemente.

Francia coronavirus
¿Quo vadis, Francia? Cien mil muertos, rechazo a la vacuna y debacle económica.
Agencia EFE

Está Charles Ravi, un auxiliar de enfermería del hospital parisino Pitié-Salpetriére, o Aïcha Issadounéne, cajera de Carrefour fallecida a los 52 años. Pero también Rafael Gómez Nieto, republicano español que participó en la liberación de París en la Segunda Guerra Mundial. Con el propósito de que las víctimas de la pandemia sean algo más que un número a pie de informe, la prensa francesa ha recogido sus nombres cuando el país rebasa la barrera psicológica de los 100.000 muertos. "La hecatombe", titulaba 'Le Monde'. En medio de una economía diezmada, con el sector turístico bajo la amenaza de otro verano perdido, en plena crisis de confianza hacia sus líderes y con el escepticismo sobre las vacunas en aumento, la pandemia en Francia avanza lenta pero inexorablemente.

El día en que Macron decretó el tercer confinamiento a nivel nacional en un año, medio París se echó a la calle, según recogían las crónicas de los corresponsales extranjeros. El sol por fin brillaba en la capital francesa tras meses de cielos grises y toque de queda a las 7 de la tarde. El propio Macron reconoció entonces que los franceses están "agotados" por las restricciones, aunque les pidió un "esfuerzo suplementario" en un abril que será "difícil". Pese a todo, la tercera ola está lejos de terminar. 

Fuera de los focos de las cámaras -como sucede en España- quedó en aquella jornada el colapso de los hospitales: los centros del Gran París (la ciudad y los suburbios más próximos) registraron 1.520 pacientes para sus 1.000 camas de cuidados intensivos. Ahora, en medio del tercer confinamiento, los ingresos en planta y en UCI han alcanzado en abril los niveles más altos en un año, tal y como advirtió este jueves el máximo responsable de la OMS en Europa, Hans Kluge. Los datos empeoran pese a que desde finales de octubre los restaurantes, bares, cafés, cines, teatros, gimnasios, cualquier establecimiento que implique 'vida social', están clausurados. El país registra de media unos 37.000 nuevos contagios al día -y más de 300 muertos cada 24 horas desde enero-.

"La fatiga se ha adueñado de Francia (…), se está extendiendo una cierta indiferencia hacia las cifras de muertos”, advertía el Consejo Científico Covid-19 -el comité de expertos que asesora al Elíseo, creado a petición del presidente de La República- a mediados de marzo. El hartazgo de los franceses se suma al hecho de que las cifras de muertos por el virus están rodeadas de incógnitas, como el porcentaje de fallecimientos entre los trabajadores de "primera línea" (conductores de autobuses, cajeras, fuerzas de seguridad…), aunque algunos estudios establecen una relación directa entre el aumento de la mortalidad y los municipios más desfavorecidos del país. En cuanto a los contagios, uno de los pocos análisis disponibles sobre los segmentos de población más afectados apunta a profesionales sanitarios, residentes en viviendas ‘superpobladas’ e inmigrantes de fuera de la Unión Europea.

El escepticismo hacia las vacunas

Mientras, el escepticismo hacia las vacunas gana terreno. Francia es uno de los países donde estaba más extendido antes de la pandemia -Gallup reveló en 2018 que era el país más escéptico de entre 140 estados-, pero el contenido antivacunas en francés difundido en las redes sociales se disparó en 2020 y el número de seguidores que siguen este tipo de páginas creció de 3,2 a 4,1 millones, según BBC Monitoring (la unidad de la cadena pública británica que 'supervisa' los medios a nivel global).

Apenas el 40% de la población está dispuesta a recibir la vacuna contra la Covid, según un sondeo de Ipsos de 2020, aunque estudios más recientes muestran que el porcentaje ha aumentado hasta casi el 50%. No obstante, el movimiento antivacuna atraviesa una edad de oro impulsado por un escepticismo preexistente contra la autoridad y las farmacéuticas que hunde sus raíces en fracasos históricos del pasado. Grabado a fuego en la memoria de los franceses está el escándalo de 2009, cuando el Gobierno gastó más de 700 millones en adquirir suficientes dosis de la vacuna contra la "gripe porcina" para inmunizar a toda la población y decenas de miles de ciudadanos la rechazaron.

La "broma" que desató un escándalo

"He cenado esta semana en dos o tres restaurantes semiclandestinos con un cierto número de ministros". La frase debió sonar como un premio de lotería para los reporteros del canal M6 que realizaban un reportaje sobre fiestas clandestinas en París, cuya emisión coincidió con la extensión del tercer confinamiento. El nuevo 'cierre' ha obligado al Ejecutivo a recortar del 6% al 5% su previsiones económicas para 2021, tras la caída del 8,2% registrada en 2020 y la declaración no tardó en encender las redes, hasta el punto de poner el foco sobre el hombre que la había pronunciado. Fue Pierre-Jean Chaleçon, el propietario de la sala de fiestas Palais Vivienne, un palacete ubicado en el centro de París. Un empresario extravagante conocido por sus amistades con extremistas. Terminó reconociendo en un comunicado -a través de su abogado- que su comentario era "una broma".

El mal ya estaba hecho: la Fiscalía de París lanzó una investigación penal por los delitos de poner en peligro la vida de terceros y trabajo clandestino y los "agotados" franceses convirtieron en viral el vídeo de la 'investigación periodística', lo que desencadenó el hashtag #OnVeutLesNoms ("Queremos los nombres"). Según M6, en medio del cierre absoluto de la vida pública en París se celebraban cenas de lujo clandestinas en las que se servían las creaciones de chefs de renombre por entre 150 y 500 euros. Sin restricciones sobre las mascarillas o reglas de distanciamiento social. Un duro golpe para la credibilidad del poder en medio de la pandemia.

Las elecciones regionales y departamentales de junio serán una prueba de fuego para Macron y su partido en la antesala de las presidenciales de 2022, donde todo apunta a una 'final' con Marine Le Pen. El presidente encara la recta final con la polémica reforma de pensiones, paralizada por el virus, como asunto principal en la agenda. Mientras, los sondeos confirman el continuado ascenso de la ultraderecha en los últimos meses y la creciente debilidad de la izquierda.

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