Recuerdos de tiempos peores en Costa Rica

  • La muerte del controvertido ex presidente Rodrigo Carazo Odio ha avivado los recuerdos de la peor crisis económica de Costa Rica antes de que le afectara la actual crisis mundial. A pesar de todo, Costa Rica ha sido votada como una de las naciones más felices del mundo.
Funeral por el ex presidente costarricense Rodrigo Carazo en San José (10.12.2009)
Funeral por el ex presidente costarricense Rodrigo Carazo en San José (10.12.2009)
Juan Carlos Ulate | Reuters
Alex Leff | GlobalPost para lainformacion.com
Alex Leff | GlobalPost para lainformacion.com

(San José, Costa Rica). Marta Gómez ha preparado numerosas comidas durante décadas. Cuando era una veinteañera y madre soltera, cuidaba de su hija e hijo y de más de una docena de estudiantes extranjeros de intercambio que vivían con ellos. Pero cuando la crisis de la década de 1980 azotó Costa Rica, alimentar una casa llena no fue tan fácil.

"Tenía que hacer de todo para hacer que la comida fuese la misma. Era muy duro. Hice milagros", dice Gómez, que ahora es una abuela adorada de 58 años.La reciente muerte de Rodrigo Carazo Odio, presidente de Costa Rica entre 1978 y 1982, ha removido los recuerdos de los ticos relativos a esos años, tiempos que parecen quedar lejos en la mente de una nación que ha sido votada como la de la gente más feliz del planeta.

Hoy en día los costarricenses disfrutan de niveles de educación y cuidados sanitarios que son la envidia de la región. Y, aunque las brechas sociales pueden estar creciendo, es un país en el que las diferencias de clases no son tan grandes como en muchos de sus vecinos.

Pero durante la administración de Carazo, la tasa de inflación se disparó de un seis por ciento a casi el 100 por ciento, la moneda nacional se hundió, la deuda se disparó, el crédito se congeló, la comida básica escaseó y el desempleo alcanzó el 9,4 por ciento, mientras que el subempleo era probablemente mucho mayor. No fueron tiempos felices para Costa Rica.

En las oficinas y los bares se habla mucho sobre el tema de Carazo, que murió el 9 de diciembre a los 82 años por complicaciones en una operación cardiaca. A los ticos parecen faltarles las palabras para describir al presidente fallecido, y no pasan muchas veces de la característica cortesía local nacional para recordar a un hombre que se llevó parte de la culpa de la peor crisis económica que recuerdan.

Pero Marta Gómez no tiene pelos en la lengua. "Yo solía hablar realmente mal sobre el presidente. Solo tenía malas palabras para él y solía maldecirle", dice, dejando ver un destello de su desafecto juvenil. Sin embargo destaca que con el tiempo, y a la vista de la crisis actual, su opinión se ha suavizado. "Era joven. Ahora, en mi madurez, entiendo que [la crisis económica] no fue culpa suya".

Muchos de sus compatriotas no se muestran tan generosos. Luis Mesalles, presidente de la Academia de Centroamérica, un grupo de análisis económico con sede en San José, describió esta semana los años de Carazo como una problemática combinación de "malas circunstancias y mala gestión".Las circunstancias externas estaban claras: el café, que había estado cotizándose internacionalmente a 350 dólares las 100 libras, se hundió, y los precios del petróleo, que habían estado relativamente bajos, empezaron a dispararse.

La moneda de Costa Rica, el colón, pasó de cambiarse a 8,60 por dólar a casi 45. En una decisión controvertida, Carazo anunció que Costa Rica no pagaría su deuda internacional. El Fondo Monetario Internacional (FMI) le presionó para que redujese el gobierno y controlase los gastos. Pero él declaró a la institución financiera persona non grata, diciendo que estaba luchando "por el respeto de nuestra soberanía nacional".

"La incertidumbre aumentó y la desconfianza de la gente en el colón aumentó. Hubo una seria falta de ingresos, y todo esto produjo una profunda devaluación del colón, a lo que se sumó una inflación muy alta", recuerda Mesalles.

Para Juan José Echevarría Bealey, que sirvió como ministro de Seguridad de Carazo, la crisis no fue culpa del presidente. Echevarría dice que se veían ya signos de la crisis que se avecinaba a finales del gobierno de la administración anterior.Destacado abogado en la actualidad, Echevarría asegura que el gobierno de Carazo empezó debilitado por estar formado por una coalición de partidos, cada uno con su agenda política. Al final de su mandato, Carazo sólo tenia el apoyo de un congresista, explica Echevarría, y esta situación facilitó que la Asamblea Legislativa tumbase los intentos de reforma fiscal del presidente. Echevarría cree que esa reforma habría amortiguado en parte el impacto de la crisis.

Tras ignorar al FMI, Costa Rica se enfrentó a serios problemas de relaciones públicas. "En los últimos 18 meses de la administración de Carazo no llegó a Costa Rica ni un dólar de ayuda internacional o en forma de préstamos", asegura Echevarría. "Nuestra imagen era de 'Costa Rica no está pagando la deuda internacional, así que no le vamos a dar más dinero'".

Sin embargo, algunos editoriales han celebrado estos días la defensa por parte de Carazo de la soberanía de la pequeña nación centroamericana, y no solo por enfrentarse al FMI. En algunos círculos se le da crédito por ayudar a derrocar al general Anastasio Somoza en Nicaragua, al apoyar la revolución sandinista de julio de 1979.

"Humberto Ortega [hermano del presidente de Nicaragua Daniel Ortega] me dijo que la revolución sandinista no se podría haber producido sin no fuese por Carazo", ha afirmado el diplomático costarricense Rodrigo Carreras.Pero fue la guerra con las finanzas lo que derrotó temporalmente a Costa Rica.

Según Mesalles, el país está ahora mejor colocado para soportar las tormentas económicas. Sus exportaciones son diversas y abundantes (ya no sólo de café y bananas, sino de piñas, procesadores informáticos y equipos médicos), y sus mercados están mucho más abiertos que antes al comercio exterior. Si la crisis de los años 80 tuvo algo de bueno, según Mesalles, fue el final de un gobierno costarricense con demasiados cargos y excesivamente regulado en los 70.

Pero para muchos costarricenses, las colas de horas en las oficinas de dispensación de comida es lo más destacable. Laura Borge, hija de 37 años de Gómez, se acuerda de cuando acompañaba a su madre a la compra o de los estudiantes extranjeros de intercambio. "No estaba celosa, pero sí tenía curiosidad. Estuvimos dos años sin comer pollo o carne, pero nunca pasé hambre. [La comida que teníamos] era suficiente".

La opinión de Gómez ha cambiado desde aquellos días: "Solíamos culpar al presidente. Ahora sabemos lo que es una crisis y no es culpa ni de [Óscar] Arias ni de Barack Obama".

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