La superpoblación puede ser letal

Refugiados sin agua ni espacio: la bomba de relojería del Covid-19 está en Grecia

Campo de refugiados Samos
Campo de refugiados Samos
Ana Pantelia (MSF)

En algunas zonas del campo de Moria (en Lesbos, Grecia), los refugiados solo tocan a un grifo de agua por cada 1.300 personas. En otro campo, en este caso en la isla de Samos, viven unas 8.000 personas cuando las instalaciones están preparadas para alojar a 648. Así las cosas, ninguna de las precauciones más eficaces para prevenir el Covid-19 –lavarse las manos con frecuencia y mantener la distancia de seguridad con el resto de gente– son posibles en los 'hotspots' (puntos calientes) de Lesbos, Chios, Kos y Leros y Samos: no hay agua, no hay jabón y no hay espacio. 

Según los datos de Médicos Sin Fronteras (MSF), hasta 42.000 personas solicitan asilo en alguno de los campos ubicados en las cinco islas griegas. "Es imposible cumplir con los preceptos que propone la Organización Mundial de la Salud (OMS) en un campo en el que tenemos hacinadas a 8.000 personas". Stefan Rodes es coordinador de terreno de la ONG en Samos. Llegó hace solo tres meses y hoy se alarma ante la situación de extrema gravedad que podría estar a punto de vivir el campo: "Tratamos de poner soluciones, pero no damos abasto: necesitamos respuestas del Gobierno, especialmente del ministerio de Migración y Asilo". 

En ninguno de los campos de refugiados de las islas griegas cercanas a la costa turca se ha detectado, por el momento, ningún caso Covid, pero los profesionales que trabajan a pie de campo ponen sobre aviso a todas las autoridades: "Cuando se detecten los primeros contagios, el virus se propagará muy rápido". De hecho, el Ejecutivo de Mitsokakis ya ha tenido que poner en cuarentena hasta dos campos en el territorio griego continental. El primero fue el de Ritsona (en el centro del país), donde se detectaron 20 casos positivos. El segundo, el de Malakasa, al norte de Atenas. En total, en Grecia se cuentan casi 2.000 casos y 19 muertos.

Las autoridades restringen el movimiento en los 'hotspots'

Mientras que en todo el mundo se están cancelando conciertos y otros eventos multitudinarios, las autoridades parecen haberse olvidado de los campos de refugiados. Así lo ve Cordes, que lamenta la situación de jaque en la que se encuentran los países de todo el mundo, pero que reivindica más atención para los refugiados: "El clima de preocupación que ha desencadenado el coronavirus ocupa las páginas de todos los diarios y ha despojado a la crisis de refugiados de su espacio mediático". "Para que se entienda la magnitud del desastre que podemos tener ante nuestras narices", reflexiona Rodes, "los medios de todo el mundo deberían de mostrar la crudeza de lo que se vive en estos campos". 

Campo de refugiados Samos
Los márgenes del campo se han ido ampliando en Samos. / Ana Pantelia (MSF)

Hoy por hoy, las cerca de 8.000 personas que esperan asilo en el campo de Samos han visto –en palabras del responsable de terreno de MSF– cómo las restricciones por parte del gobierno griego se han ido haciendo cada vez más duras. "Antes", recuerda Rodes, "podían moverse por Vathy, la ciudad que se encuentra a 200 metros del campo, para comprar y, sobre todo, para recibir un seguimiento médico". Ahora, en cambio, "lo tienen muy difícil para conseguir un permiso de salida del campo". Esa clase de permisos, imprescindibles para poder ir a la ciudad, la emite el Reception and Identification Centre (RIC) y solo se otorgan a 160 personas al día

"Nadie planta cara al problema"

El Ejecutivo griego comunicó hace dos semanas que iniciaría un plan para hacerse cargo de la gestión de hasta 28 campos de refugiados de su territorio, según informó la agencia de noticias Europa Press. A pesar de eso, Stefan Rodes no ve que se esté actuando acorde con la emergencia de la situación. "Todo el mundo está intentando hacer algo, pero nadie es capaz de plantar cara al problema". MSF pide que se se establezcan medidas de seguridad para que el virus no entre en los campos y que se evacúe a las personas que presenten patologías previas; además de solicitar material sanitario y de protección. 

Los refugiados se sienten cada vez más olvidados. Por su parte, las ONG que están sobre el terreno temen la llegada del brote que puede derribar el castillo de naipes de los puntos calientes, cada vez más hiperpoblados e inestables. 

El Mediterráneo, una trinchera cada vez más infranqueable

Malta comunicó el jueves que "ya no puede garantizar el rescate de los migrantes que lleguen a sus costas", según informaciones de la agencia de noticias Reuters. Las autoridades maltesas desaconsejaron totalmente "embarcarse en un viaje lleno de riesgos para llegar a un país que no puede garantizar la seguridad" debido a la pandemia del Covid-19. Horas antes, Italia se había pronunciado en la misma línea. 

A pesar de los estragos que está causando el Covid en muchos países; los sirios, afganos, congoleños y un largo etcétera continúan huyendo de la guerra y las miserables condiciones de vida a través del Mediterráneo. Sin embargo, la trinchera –ya de por sí, un cementerio– es, por culpa del coronavirus, todavía más infranqueable. No obstante, en el caso de que consigan llegar a los 'hotspots' de Lesbos, Chios, Kos, Leros o Samos, les espera permanecer hacinados junto al resto rezando para que se ponga solución a su situación antes de que llegue el coronavirus. Los que ya están allí, aguardan una orden que nunca llega; la que los trasladaría a los campos –más y mejor preparados– de la Grecia continental.

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