Rousseff asegura que va a liderar el cambio que exige el pueblo de Brasil

    • La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, asume su segundo mandato, que nace marcado por un grave escándalo de corrupción en la estatal Petrobras y una precaria situación económica que la obligará a aplicar impopulares ajustes.
    • El sueño de un país mejor para los hijos empieza a ponerse en duda en un país que hasta ahora había deslumbrado al mundo.
    • "Este proyecto pertenece al pueblo brasileño y, más que nunca, es para el pueblo y con el pueblo como vamos a gobernar", ha señalado en su discurso inaugural.
Rousseff completa su Gabinete y nombra canciller al embajador en EE.UU.
Rousseff completa su Gabinete y nombra canciller al embajador en EE.UU.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, asume su segundo mandato y tiene ante sí una tarea titánica. Mantener la ilusión de un país divivido, como demostró una dura campaña electoral, de un país que ya sabe lo que es el bienestar y no quiere perderlo, de un país que ha visto cómo la corrupción ha inundado a una clase política en la que confía poco. Y de un país en el que la desigualdad sigue abriendo enormes brechas.

Brasil exige, casi por primera vez en su historia, algo más. Está más informado, ha visto crecer su economía, quiere un mejor país para las nuevas generaciones, desea una educación y una sanidad de calidad... y en el camino también ve el lado oscuro de sus dirigentes, a los que ya no perdona.

En su discurso inaugural ha hecho mención al pueblo brasileño y ha mostrado su alegría:"Vuelvo a esta casa con el alma llena de alegría, de responsabilidad y de esperanza. Siento alegría por haber vencido desafíos y honrado el nombre de la mujer brasileña", ha subrayado la presidenta. "Este proyecto de nación triunfó y permanece debido a los grandes resultados que consiguió hasta ahora y porque el pueblo entendió que este es un proyecto colectivo a largo plazo.Este proyecto pertenece al pueblo brasileño y, más que nunca, es para el pueblo y con el pueblo como vamos a gobernar".

"El pueblo de Brasil quiere cambios y quiere avanzar, eso es lo que voy a hacer", ha enfatizado la dirigente en declaraciones recogidas por Globovisión.Petrobas y la economía serán los dos primeros caballos de batalla

Su segundo mandato y último, nace marcado por un grave escándalo de corrupción en la estatal Petrobras y una precaria situación económica que la obligará a aplicar impopulares ajustes.

A la investidura han confirmado presencia los presidentes de Chile, Costa Rica, Paraguay, Uruguay y Venezuela y delegaciones de otros 70 países, que por ser el primer día de 2015 y un Gobierno "que continúa" han rebajado el nivel de representación habitual.

La única presidenta ausente entre los países del Mercosur será la argentina Cristina Fernández, quien sufrió una fractura en un tobillo y enviará en su lugar al vicepresidente Amado Boudou, lo que generó quejas de la oposición pues éste responde en tribunales a un proceso por presunta corrupción.

Muchos países latinoamericanos también serán representados en los actos por sus vicepresidentes, al igual que Estados Unidos y China, los dos principales socios comerciales de Brasil en el mundo.

Pese a los problemas que aquejan a Rousseff, reelegida el pasado octubre con una mínima diferencia de tres puntos porcentuales frente al opositor Aécio Neves, el clima durante la investidura promete ser de fiesta y se prevé que unas 30.000 personas asistan a los actos.

Sin embargo, el nuevo Gobierno comienza con un horizonte nuboso y ensombrecido por una economía al borde de la recesión y un escándalo de corrupción que tiene como blanco la estatal Petrobras y pudiera salpicar a decenas de políticos de la base oficialista.

La real dimensión de las corruptelas en la petrolera se conocerá a fines de febrero, cuando se prevé que la Fiscalía, responsable de la investigación, presentará la denuncia formal ante la justicia y desvelará el secreto judicial que hasta ahora impide conocer a los verdaderos implicados.

Aún así, la certeza de que entre ellos hay miembros de la base oficialista le dificultó a Rousseff la formación del Gabinete para su nuevo Gobierno, debido al riesgo, admitido por la propia jefa de Estado, de nombrar entre sus ministros a algún político corrupto.Los ajustes pondrán a prueba la capacidad de Rousseff

Los primeros días del nuevo mandato de Rousseff también traerán precisiones sobre el tamaño del ajuste fiscal que ella misma ya ha anunciado que tiene entre sus planes para recuperar el camino del crecimiento, que este año será casi nulo, y combatir una inflación que se sitúa en torno al 6,5 %.

La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, ya tiene a su qeuipo de 39. Tras sustituyó el canciller Luiz Alberto Figueiredo por el actual embajador de Brasil en EE.UU., Mauro Vieira. El guiño a los EEUU está hecho en política exterior tras sus roces de los últimos tiempos fundamentalmente derivadas del caso Snowden y de un acercamiento poco velado a Venezuela y Cuba.

Un equipo de 13 fieles permanecerá en sus actuales cargos. Se trata de los titulares de Presidencia, Aloizio Mercadante; Desarrollo Social, Tereza Campello; Justicia, José Eduardo Cardozo; Medio Ambiente, Izabela Teixeira; Salud, Arthur Chioro; Trabajo, Manoel Dias; y Derechos Humanos, Ideli Salvatti.

Asimismo, ha ratificado a los ministros de Asuntos Estratégicos, Marcelo Neri; Comunicación Social, Thomas Traumann; Pequeñas y Medianas Empresas, Guilherme Afif Domingos; Políticas para Mujeres, Eleonora Menicucci; Seguridad Institucional, Jose Elito Siqueira; y Abogacía General de la Unión, Luís Inácio Adams.

La composición del nuevo Gabinete también se vio dificultada por el deseo de Rousseff de otorgar espacios en el Gobierno a todos los partidos de su amplia y variopinta coalición, que abarca todo el espectro ideológico dela política nacional, incluida la derecha.

Uno de los nombramientos más polémicos ha sido el de la senadora Katia Abreu como ministra de Agricultura, que ha generado un fuerte rechazo del combativo Movimiento de los campesinos Sin Tierra (MST) y de todos los grupos indígenas del país.

Pero además, como senadora y miembro de un grupo suprapartidario que defiende en el Parlamento los intereses de los terratenientes, ha sido una de las voces más duras contra los programas de reforma agraria y la creación de nuevas reservas indígenas.

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