Salé, el otro dictador aferrado al poder

  • Con 32 años en el poder, Alí Abdalá Salé es después de Gadafi el dirigente árabe que más años se ha mantenido al frente de un gobierno. Este miércoles ha firmado un acuerdo para traspasar el poder, después de haberse echado atrás en el último momento en anteriores ocasiones.
Le llegó el turno a Alí Abdalá Salé
Le llegó el turno a Alí Abdalá Salé
Agencia
Carlos García

El presidente de Yemen, Alí Abdalá Salé, lleva 32 años en el poder. Primero como líder de la República Árabe de Yemen (Yemen del Norte) y tras la unificación con el Sur en 1990, como presidente de la República de Yemen.

Salé nació en la ciudad de Al Ahmar en 1942 en una familia campesina, al sureste de la capital del país. Se unió a las fuerzas armadas de Yemen del Norte cuando tenía 16 años y se convirtió en cabo. Luego se abrió camino hasta las filas de los militares y esperó su oportunidad de escalar en el poder.

En 1974, el coronel Ibrahim al-Hamdi, con la ayuda de Salé, encabezó un golpe militar que llevó al exilio al presidente Abdel Rahman al Iryani.

Al Hamdi fue asesinado en 1977 y su también su sucesor. Salé había trabajado con ambos y fue elegido presidente por el Consejo de Yemen del Norte en 1978.

Pocos meses después de llegar al poder, ordenó la ejecución de 30 oficiales acusados de  conspiración para derrocar a su régimen. Desde entonces ha enfrentado varios asesinatos e intentos de golpe de Estado. Tras la unificación con el Sur en 1990, es el presidente de la República de Yemen.

Los analistas lo califican como"sagaz, pragmático y cabeza dura" y reconocen que fue capaz de unificar el país y que ha logrado mantenerlo a pesar de la pobreza y la corrupción. Sin embargo, creen que ha tenido un "doble juego" con respecto al terrorismo (Al Qaeda domina gran parte de un país desorganizado).

El gobierno del presidente Salé ha cooperado con EEUU en su "guerra contra el terror" y ha resuelto los conflictos fronterizos con sus vecinos, Arabia Saudí y Omán. Pero se cree que es permisivo con los extremistas talibanes en su territorio, según un perfil de la BBC de Londres.

En 1999 se convirtió en el primer presidente de Yemen elegido en sufragio universal, en unas elecciones en las que cosechó el 96% de los votos y que el Parlamento, dominado por el Gobierno, impidió que se presentaran otros 28 candidatos. Esta elección fue calificada por la oposición como "fraudulenta".

En 2001, un referéndum extendió el mandato presidencial a siete años, lo que significó que la próxima elección presidencial tuvo lugar en septiembre de 2006 siendo nuevamente reelegido presidente, en unos comicios nuevamente tachados de fraudulentos.

Inspirados en la revolución en Túnez, miles de ciudadanos participaron en las protestas convocadas en Saná ya en enero de 2011 para exigirle que no se presentara a las elecciones de 2013.

Salé, con la intención de calmar los ánimos caldeados por las revueltas populares, aseguró que no se presentará a las elecciones de 2013, que no designará a su hijo como su sucesor y también aumentó el salario de los militares.

Sin embargo no fue suficiente porque las demandas pro democracia continuaban creciendo en el país más pobre y corrupto del mundo árabe, que se ha convertido en refugio para los militantes de la organización terrorista Al Qaeda. Los ciudadanos empezaron a pedir su dimisión.

Este 23 de noviembre ha firmado el traspaso de poderes (en la práctica, su dimisión) en un acto retransmitido por televisión, después de que en anteriores ocasiones se echara atrás en el último momento.

Salé lo controla todo

Desde la unificación, el sistema de gobierno se basa en un Consejo Presidencial de 5 integrantes (tres del Norte y dos del Sur), dirigido por Salé.

El Parlamento es bicameral, conformado por la Asamblea de Representantes, de 301 diputados, y la Shura [autoridad islámica] de 111 miembros. Una de las principales funciones del Parlamento es elegir a los dos candidatos que concurrirán a las elecciones presidenciales.

La vida política de Yemen es en la práctica unipartidista, ya que el Congreso General del Pueblo, partido al que pertenece Salé, domina la vida política del país con 238 miembros en el parlamento y controla al resto de instituciones.

Ese control total de la vida nacional ha llevado al monopolio en todas las regiones del país con una actitud clientelista que se ha visto reflejado en altísimos niveles de corrupción y una pobreza extrema.

Casi la mitad de la población de Yemen viven con 2 dólares o menos al día, y un tercio sufre de hambre crónica.  

Yemen ocupa el lugar número 146 en el de Índice de Percepción de Corrupción(2010) según la organización Transparencia Internacional.

Con denuncias de asesinatos de civiles, incremento en las protestas populares y una deserción masiva de varios de sus colaboradores y militares que se suman al pueblo, Salé se perfila como uno de los dictadores al que le quedan las horas contadas.

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