A la segunda va la vencida: el vestido de novia con el que Meghan sí deslumbra

  • El vestido que lució en para la ceremonia, diseñado por Givenchy, no le hizo justicia, al contrario que el diseño que llevó para su segunda fiesta.
Meghan Markle
Meghan Markle
Cordon Press

Reino Unido vivió este sábado su última gran boda real. El príncipe Harry era el último soltero de los Windsor que quedaba por casar y la Familia Real tiró la casa por la ventana para celebrarlo. Eso sí, en una boda bastante atípica para esta monarquía, ya que la novia es una mujer muy alejada de este entorno. La actriz estadounidense Meghan Markle ha traído nuevos aires a Buckingham Palace, como se demostró ayer en una ceremonia interracial, con aires modernos y sin encorsetamientos en los que quedó claro que nuevos tiempos han llegado a Londres para quedarse.

Pero, como en cualquier boda, el vestido de la novia es uno de los puntos más importantes, y Meghan no acabó de convencer con el diseño de Clare Waight Keller para Givenchy que lució para la ceremonia en la capilla de San Jorge. Un vestido que no le hacía justicia con líneas muy sencillas, escote barco y manga francesa. De hecho, en la parte del pecho y la cintura le estaba algo grande

Un diseño con el que no logró superar a su cuñada Kate Middleton el día de su enlace con el príncipe Guillermo, pues su Alexander McQueen ha pasado ya a la historia como uno de los vestidos de novia más impresionantes en el ámbito de la realeza europea. Si bien Meghan dejó lo mejor para el final, y para acudir a la fiesta privada que su suegro y padrino, el príncipe Carlos, dio en su honor en Frogmore House eligió un diseño con el que sí brilló.

Creado por Stella McCartney, una de las mejores agujas de Reino Unido y promotora del abandono de las pieles en la moda de lujo -recordemos que Meghan es amante de los animales y ferviente defensora de la alimentación sana y natural-, el diseño le quedaba perfecto. El cuello halter y el corte lencero acabado en cola le daba el toque sensual y elegante que en la iglesia no pudimos ver y que reservó para el final del día.

Mantuvo el moño bajo de la mañana, que era perfecto para el tipo de cuello del vestido, y lo combinó con unos stillettos blancos. No le hacía falta nada más. Esta elección demuestra que Meghan prefirió utilizar un diseño más llamativo para su fiesta privada, en la que no había más de 200 invitados y podía sentirse más cómoda que ante la mirada de millones de personas.

Por su parte, el príncipe Harry también cambió su traje militar por un elegante smocking negro que conjuntaba a la perfección con el vestido de su ya esposa. Ambos se fueron hacia Frogmore House en un descapotable de los años 60 al más puro estilo Hollywood para cerrar una boda de película.

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