El Gris, El Torpe y La Copiona

¿Si fueras alemán a quién votarías para que sea el líder más poderoso de la UE?

Scholz, Laschet y Baerbock son los tres candidatos más importantes. Pueden acabar pactando entre sí para formar un nuevo gobierno. Y por supuesto, para elegir canciller, el líder más poderoso de Europa.

Annalena Baerbock, líder de Los Verdes, durante un mitin en Postdam
Annalena Baerbock, líder de Los Verdes, durante un mitin en Postdam
EFE

Si las elecciones alemanas de este domingo 26 fueran una película de Sergio Leone su título sería: 'El gris, el torpe y la copiona'. Esos son los tres candidatos más importantes y que pueden acabar pactando entre sí para formar un nuevo gobierno. Y por supuesto, para elegir canciller, el canciller más poderoso de Europa. ¿Quiénes son los principales nombres de esta contienda?

Olaf Scholz es el candidato de los socialdemócratas (SPD). Es el Pedro Sánchez del PSOE alemán, aunque sin el porte de actor de los años 60 de nuestro presidente, con sus trajes ajustados y pantalón pitillo. Scholz tiene motivos para sentirse orgulloso: las últimas encuestas le ponen a la cabeza de esta carrera electoral, con un 28% de los votos. Supone un gran logro porque el SPD estaba por debajo de los conservadores desde hace lustros. El partido no lograba arañar popularidad a Angela Merkel, la líder de la CDU (conservadores) que no tenía rival. Pero a partir de julio Scholz comenzó a remontar en las encuestas, que hasta ese mes le daban un 15%.

Scholz es en estos momentos vicecanciller, es decir, viceprimer ministro. Eso se debe a que Alemania tiene una larga tradición de convivencia entre conservadores y socialdemócratas. De hecho Scholz formó parte del Gobierno de Merkel en 2007 como Ministro de Trabajo y Asuntos Sociales. Después, en las elecciones de 2009 los socialdemócratas abandonaron el Ejecutivo y volvieron a aliarse con Merkel en 2018, momento en el que Scholz fue nombrado ministro de Finanzas y vicecanciller. Scholz es abogado, tiene 63 años y se crio en Hamburgo, al norte de Alemania, una de las ciudades más poderosas del país. Ha llamado la atención su cartel electoral pues, sobre un color rojo intenso, aparece este hombre calvo con aspecto del capitán Jean-Luc Picard de la saga de 'Star Trek' (Patrick Stewart) con el nada original lema: "Canciller para Alemania". Para 'The Guardian', parecía un cartel marxista-leninista que mostraba a un ejecutivo trajeado que estaba "en las barricadas"

No es un hombre que destaque por tener un carisma especial, y de hecho para la prensa es aburrido. Pero aburrido no significa que uno sea un incompetente, y eso es lo que quiere mostrar Scholz a los alemanes: ha sido ministro, conoce los engranajes del poder y es eficiente. Promete llenar Alemania de coches eléctricos, bajar los precios de las viviendas de alquiler construyendo 100.000 casas, subir los impuestos a los ricos y permitir que los refugiados puedan reunirse con sus seres queridos trayéndolos a Alemania.

Scholz promete llenar Alemania de coches eléctricos, bajar los precios de los alquileres construyendo 100.000 casas, subir los impuestos a los ricos y permitir que los refugiados puedan reunirse con sus seres queridos en Alemania.

Armin Laschet es el candidato de los conservadores. Cuando se habla de los conservadores alemanes se habla de dos partidos que se presentan unidos hasta a los concursos de belleza: los cristianodemócratas (CDU), y los cristiano sociales (CSU). Estos últimos representan a los conservadores bávaros. Al principio, gustaba mucho un candidato bávaro llamado Markus Söder, pero al final el partido apostó por Laschet, de 60 años, ministro presidente de Renania Norte Westfalia (como decir Castilla y León), y nacido en la ciudad de Aquisgrán (Aachen), lugar de coronación de los reyes alemanes… cuando los tenían. Laschet es católico, abogado y ha trabajado como periodista para la prensa religiosa. Laschet no es la alegría de la fiesta, pero tampoco lo era Merkel y ahora es la mujer más apreciada de Europa. 

“Lasch” en alemán significa laxo o flojo (como en latín ‘laxus’). A Laschet le viene casi al pelo esa definición porque pecó de relajado cuando en un acto muy serio para conmemorar a las víctimas de las terribles inundaciones del pasado julio en Alemania, estuvo al fondo de la imagen riendo con sus camaradas. Riendo de verdad a pesar de los más de 170 muertos. El vídeo hizo saltar a los alemanes de sus asientos porque fue una torpeza que le valdría ser consagrado como "Armin" (El Torpe). No es casualidad que desde julio, su contrincante socialdemócrata empezara a subir en las encuestas hasta sobrepasarle. A Laschet le gustaría suprimir algunos impuestos, hacer un transporte sostenible y ecológico, y, sobre todo, cerrar un poco el grifo de la inmigración. Los últimos datos muestran que está recuperando terreno y ahora podría acaparar el 23,8% de los votos a pesar de sus torpezas. Merkel ha tenido que echarle una mano apareciendo en concentraciones públicas, a veces con cara de “Dios mío, de dónde hemos sacado a este hombre”.

Annalena Baerbock es la candidata de Los Verdes (Die Grünen). Este movimiento ha sido muy potente en Alemania, pues procede de las movilizaciones viscerales contra la energía nuclear, los misiles estadounidenses, la Guerra de Vietnam, las empresas, la banca, las petroleras y McDonald’s. Ahora son unos Verdes 4.0 porque son más comprensivos con las empresas contaminantes y proponen planes de adaptación paulatina a las emisiones de CO2 en lugar de enviar a los empresarios a los campos de concentración. 

Baerbock no tiene nada que ver con Daniel Cohn-Bendit o Joshka Fischer, líderes izquierdistas radicales que estuvieron en la fundación de Die Grünen y que varias veces visitaron la cárcel por defender hasta a los terroristas de la Baader Meinhof. Los Verdes de hoy son muy ambientalistas, muy proeuropeos, muy sostenibles, bicicleteros y actúan como el Pepito Grillo de la naturaleza. Quieren eliminar las actuales plantas de carbón (Alemania es el país más contaminante de Europa), y suprimir la ganadería intensiva en 20 años para sustituirla por crianza de ganado más humana. Creen que Alemania puede acoger a más refugiados. 

De marxistas-leninistas ya les queda poco. Baerbock tiene 40 años, es de la Baja Sajonia, y si no fuera porque habla alemán, su aspecto es muy mediterráneo, con una melena color petróleo y ojos claros. Estudió Derecho y Políticas (título en la London School of Economics) y está con Los Verdes desde 2005. Es presidenta de ese partido desde 2018. Propone más Europa, y hacer frente a China y Rusia. Apoya la creación de un ejército europeo, y en cerrar las plantas nucleares activas en el país, pero hacerlo de manera dialogada. Hay gente que la ve como una verde-centrista. La prensa se ha cebado un poco con ella por recibir fondos extra de su partido, y por plagiar unas líneas en su libro “Ahora”, tomando textos de otras fuentes sin citar. Las últimas encuestas le dan un 17,2% de los votos, la tercera posición.

Christian Lindner es la voz del centrista Partido Democrático Libre (FDP). Nació en Wuppertal, en Renania Norte Westfalia y es joven: 42 años. Estudió Ciencias Políticas y se unió al partido con 16 años. Su programa podría resumirse en: “¿Bajar los impuestos? Sí. ¿Aumentar la deuda? No”. Lindner es un defensor del mercado libre y un controlador de gastos del estado. Esa tacañería que promueve conecta cada vez más con el inconsciente colectivo alemán, el cual está obsesionado con ahorrar y no dilapidar, como cuando uno va a los Lidl. De hecho, las últimas encuestas le otorgan el 12,6% de los votos, lo cual sería una de las mejores marcas de su historia pues el FDP, nacido tras la Segunda Guerra Mundial, se ha movido en general entre el 5 y el 10% de los votos. Durante mucho tiempo el FDP ha sido un partido bisagra con el que se siente contento el conservadurismo y la socialdemocracia, más o menos como Ciudadanos en España. Algunos hablan de que si el FDP entra en una de las coaliciones, Lindner sería el próximo ministro de Finanzas alemán. ¡Atención España, Grecia e Italia!

Alice Weidel y Tino Chrupalla son los líderes del partido populista de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD). Aunque parezca increíble, su gran mentora ha sido Angela Merkel por una decisión trascendental. En 2013, AfD obtuvo un pobre 4,7% con lo cual no entró en el Bundestag. Se pensaba que no iba a mejorar mucho pero, en 2015, Merkel accedió a dar refugio a un millón de personas venidas de países africanos, de Oriente Medio (sirios, por la guerra) y de Asia. Por eso el discurso anti-inmigracionista del partido tuvo éxito y llegaron al 13% en las elecciones de 2017 con más de 90 diputados. Son anti-todo, como el KH-7: antieuro, anti-inmigración y anti-ayudas a los países del sur. El dinero para los alemanes, y si es posible, en los viejos marcos. Es sorprendente que sea un partido muy popular en la antigua Alemania comunista. Las encuestas les dan un 11,9% de los votos para estas elecciones, lo cual supondría una pérdida comparado con su actual peso en el Bundestag. Sus mayores enemigos son… ellos mismos porque se la pasan peleando y dimitiendo.

Janine Wissler y Dietmar Bartsch, del partido de izquierda Die Linke, apoyan el control estatal de la economía como buenos comunistas y la retirada de Alemania de la OTAN. Pero no hablan de la dictadura del proletariado porque según la Comisión Europea de Derechos Humanos en 1957, eso conduce a una dictadura, y las dictaduras van contra los derechos humanos. Ellos se definen como socialistas democráticos para sortear las dudas. Odian a las grandes corporaciones porque esclavizan a la humanidad. Dicen que hay que emanciparse de un montón de ismos: el fascismo, el racismo, el imperialismo y el militarismo. No incluyen el comunismo por algún romanticismo no confesado en público. Quieren que la Bundeswehr (el Ejército) se salga de todas las alianzas y que no participe en ninguna guerra, y que dentro del país ni se note su presencia, casi reduciéndoles a vigilar pasos de peatones. Las encuestas les dan un 6,9%, casi la mitad que a la extrema derecha. Eso se debe a que se han quedado sin discurso porque la mayor parte de sus demandas, desde el feminismo hasta la defensa de los refugiados pasando por la ecología, se las han apropiado Los Verdes.

Al final lo que van a elegir los alemanes es a una serie de candidatos con poco carisma y que se han movido dentro de una paleta de grises. Pero quizá eso es lo que quieren los germanos y el resto de los europeos: quieren políticos que no hagan mucho ruido, que sean honestos gestores, aplicados funcionarios como en los tiempos de Federico II, porque el país, como los motores Volkswagen, ya funciona bastante bien.

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