El parque infantil a cinco metros bajo tierra donde los niños de Damasco juegan sin miedo

  • Los niños sirios de Erbin juegan en un parque infantil excavado a varios metros de profundidad y formado por varios complejos túneles.

    Erbin, situada a 10 km de Damasco, ha sufrido un fuerte asedio desde 2012 cuando los rebeldes se hicieron con el control del barrio.

Durante unas horas son capaces de olvidar el horror de la guerra. Es difícil. Son cinco años escuchando el sonido de los morteros retumbar sobre los tejados y el de los disparos rebotar sobre las paredes. En las noches, aún cuando reina el silencio, los niños lo siguen oyendo. Estos días, unos pocos afortunados cambian el horroroso sonido de la guerra por las carcajadas propias de la infancia en un parque infantil construido a cinco metros bajo tierra en la ciudad rebelde de Erbin.

Excavado a varios metros de profundidad y formado con complejos túneles está el parque de juegos infantil de Erbin, un mundo mágico en el que los menores vuelven a ser niños y a jugar. Durante unas horas saltan en una piscina de bolas de colores, se suben a caballitos de madera, recorren puentes colgantes, juegan con muñecas de trapo o ven dibujos animados. Las paredes pintadas con colores vivos tiñen por unas horas su vida de esperanza y llenan sus cabezas de sueños, lejos de la guerra.

La vida de los menores sirios se ha visto totalmente rota por el conflicto. Se les conoce como la generación perdida. Sin acceso a servicios sanitarios, sin educación, sin oportunidades, están totalmente expuestos a la violencia y a los ataques con armas explosivas. Algunos son forzados a convertirse en niños soldado, mientras otros se ven obligados a trabajar para que sus familias puedan salir adelante. Miles de ellos han perdido a miembros de sus familias y han tenido que huir de sus hogares, para convertirse así en desplazados dentro de Siria o en países vecinos. Otros han hecho un viaje precario, mucha veces solos, cruzando el mar Mediterráneo para llegar a Europa.

Los que resisten en Siria, lo hacen bajo condiciones infrahumanas, sin apenas acceso a comida ni agua ni médicos. El régimen tiene asediadas zonas en torno a la capital como es el que caso de este barrio, Erbin, situado a solo 10 kilómetros de la capital, Damasco. Los bombardeos son constantes y la violencia no cesa. Nunca saben cuándo volverán a caer bombas sobre sus cabezas ni cuando tendrán que salir corriendo, pero desde hace cinco años saben que puede ser en cualquier momento.

17,9 millones de personas siguen viviendo en Siria 

Naciones Unidas estima que 17,9 millones de personas todavía permanecen en Siria, de los 24,5 millones que habitaban el país antes del inicio de la guerra. Más de 6 millones son desplazados internos tras verse forzados a abandonar sus hogares en busca de un lugar más seguro para vivir. La mayoría de las provincias han visto cómo su población se reduce y muchos de los que quedan han huido de las ciudades buscando refugio en el campo, donde el precio de los alimentos se ha disparado. 

Miles de niños han muerto desde 2011 y para los que han sobrevivido las perspectivas son sombrías. A medida que las familias huyen de Siria en busca de seguridad, el número de escolares disminuye en el país: hay un millón menos de los que había en 2010. De los que permanecen, más del 40 por ciento ya no va a la escuela, según Unicef

La guerra ha transformado la vida de los sirios. Juegan bajo en un parque subterráneo para evitar la bombas, los casquillos se convierten en elementos con los que crear obras de arte.... todo ello, pese a que lo más habitual es escuchar en Siria que en todas las familias hay una víctima de guerra; por la muerte, por los secuestros, por hambre o por tristeza. 

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