Los suicidas y los obuses del EI frenan el avance de las tropas iraquíes

"Necesitamos una ambulancia", pide un oficial de la policía iraquí por radio. Un camión lleno de explosivos conducido por un suicida acaba de saltar por los aires, un arma utilizada por los yihadistas para frenar el avance de las tropas.

La secuencia se repite. Primero unos combatientes de la organización yihadista Estado Islámico (EI) abren fuego de mortero o con armas automáticas. Después un suicida se abalanza para intentar matar al mayor número posible de soldados.

Ese día las fuerzas iraquíes se encaminaban a una aldea de la provincia de Nínive, cercana a Mosul (norte), y sólo hubo un herido leve, precisa a la AFP el teniente Faruk Ahmed Mohamed, gracias a que los policías "lo hicieron estallar" antes de que se acercara a ellos.

Los disparos de armas automáticas y de mortero duraron horas, obligando a las fuerzas iraquíes a retroceder tras una ligera progresión.

La resistencia que oponen los yihadistas es tal que aún siendo un puñado consiguen frenar a las fuerzas armadas, mucho más numerosas y armadas hasta los dientes. Sobre todo cuando hay civiles.

No es el único obstáculo para la ofensiva iraquí lanzada el lunes pasado con el objetivo de reconquistar Mosul, último bastión del EI en el norte. También colocan bombas en los arcenes de las carreteras.

Los equipos de desminado trabajan sin pausa en las carreteras por las que se accede a la aldea de la provincia de Nínive a la que se dirigen. Cada cierto tiempo se oyen explosiones. Progresan lentamente.

La policía y el ejército están apostados en una colina al sur de la aldea. Por el este llegan más unidades. A modo de réplica, el EI efectúa disparos de mortero, pero erra el blanco; están lejos.

En el pueblo, las banderas blancas ondean al viento, señal de que los civiles oyeron los llamamientos del gobierno iraquí pidiéndoles que señalen su presencia.

"En la aldea, las familias han izado banderas blancas. No podemos realizar disparos de mortero ni con tanques hasta que se hayan ido", explica el teniente Alí Basim, oficial de una fuerza de élite del ministerio del Interior.

Para abrir un corredor que permita a los civiles salir del pueblo, las tropas intentan acercarse al máximo. Esta vez los yihadistas responden con más tiros, y con suicidas.

Se da la orden de avanzar por el oeste. Algunos soldados van a pie, otros en todoterrenos, despacio para poder ver las bombas colocadas por los yihadistas y esquivarlas.

A medida que se aproximan a la aldea, los disparos de armas automáticas entre los dos bandos se intensifica. Las tropas afirman haber visto a otro kamikaze, pero lo que realmente capta su atención son varios coches bomba.

Para neutralizarlos, las fuerzas iraquíes emplean un mortero de 120 milímetros. Se levanta una nube de polvo.

"El objetivo son varios coches bomba, hay más de tres (...) y están cerca de nuestras unidades", anuncia un oficial de artillería que pide conservar el anonimato.

Entre tanto ¿qué pasa con los civiles? Seis o siete coches acaban de salir de la aldea, explica el oficial.

Al cabo de cuatro horas de combates, el pueblo sigue en manos del EI.

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