La 'tasa Sayonara' de Japón no frenará el grave problema turístico de Tokio 2020

  • Japón carga desde el pasado 7 de enero un impuesto a los turistas que salen del país, que va incluido directamente en el billete de avión.
Castillo Himeji, Japón
Castillo Himeji, Japón
Wikimedia / Bernard Gagnon

Japón puede presumir de ser uno de los principales destinos turísticos del mundo: en 2018, superó los 30 millones de visitantes, lejos de los 82 millones de turistas que recibió España, pero muy por encima de los 19,3 millones que registró el país nipón en 2017. Quizás por eso, las autoridades japonesas han decidido este año implantar un nuevo impuesto directamente relacionado con el turismo: la 'tasa Sayonara', con la que aspira a recaudar más de 400 millones de euros en 2019.

Desde el pasado 7 de enero, quienes visiten Japón deben abonar una tasa extra de 1.000 yenes (algo más de 7,50 euros) para salir del país. El importe se carga directamente en el billete de avión del turista y servirá, según informaba entonces el Gobierno, para expandir y mejorar las infraestructuras turísticas del país, con un objetivo doble: por un lado, para revertir en los viajeros buena parte de esa tasa (y que no piensen que se trata de un exceso gratuito de las autoridades); por otro, para tener todo a punto antes de los Juegos de Tokio 2020.

En este sentido, la Organización Nacional de Turismo de Japón (JNTO) reconoce que disponer de una dotación extra servirá para que se puedan testar infraestructuras clave como el transporte público, el metro o el tren. Y también para estar a la última durante los Juegos del año que viene: Tokio 2020 promete ser el evento deportivo más ligado a las nuevas tecnologías de la historia, por lo que una de las innovaciones que plantean las autoridades es el aumento significativo en el número de puertas de reconocimiento facial en los puertos y aeropuertos, para agilizar la masiva llegada de turistas en los controles de pasaportes.

Japón lleva preparándose a conciencia para los Juegos de 2020 desde que siete años antes resultase elegida como sede. De hecho, en total un informe elaborado por el Gobierno del país calculaba el pasado octubre que se invertirán en torno a 22.400 millones de euros en el proyecto entre infraestructuras, construcción de nuevos edificios y operaciones de marketing. Una cifra que prácticamente cuadruplica la estimación que ofreció la candidatura en 2013 (de unos 6.500 millones). Los números están lejos de cuadrar y, por eso, Japón ha iniciado una agresiva campaña de recaudación.

Por un lado, su plan pasa por la adecuación de los espacios públicos a la llegada de turistas, no solo en lo que a aforo, espacio y seguridad se refiere, sino también a la traducción a otros idiomas de miles de placas, folletos y carteles de los parques nacionales, lugares culturales y demás atracciones turísticas de Tokio. Por otro, Japón quiere aprovechar el tirón de los Juegos para promocionar otros destinos turísticos menos conocidos del país, tal y como recogía en febrero 'Fortune'. En este sentido, el relax y los espacios para el bienestar espiritual son una de las grandes apuestas del sector, aunque parece complicado que esta estrategia pueda compensar los excesos presupuestarios de Tokio 2020.

Por otra parte, el problema de las infraestructuras tampoco parece tener fácil solución, ya que actualmente unos 20 millones de personas utilizan diariamente el metro de Tokio (el medio de transporte más habitual). Las congestiones y embotellamientos en los andenes son el pan de cada día, y si se cumplen las previsiones de que otros 600.000 turistas acudan a la cita olímpica en agosto de 2020, las perspectivas no mejoran. Con los 400 millones que el Gobierno espera recaudar con la 'tasa Sayonara' en 2019 (y los aproximadamente 200 millones de los primeros siete meses de 2020), podría no ser suficiente para gestionar la avalancha turística que le espera a Tokio.

Mostrar comentarios