Trump, Bolsonaro y Abascal: la nueva ola de negacionistas del cambio climático

Jair Bolsonaro y Donald Trump
Jair Bolsonaro y Donald Trump
José González

La negación no solo implica el rechazo expreso de una idea, sino que también se puede producir por omisión. Por ejemplo, cuando Donald Trump anunció el año pasado la retirada de EEUU de los Acuerdos de París, en su explicación eludió hablar de cambio climático: "Este acuerdo tiene poco que ver con el clima y más con otros países aprovechándose de Estados Unidos. [...] Estoy dispuesto a renegociar otro [acuerdo] favorable para Estados Unidos, pero que sea justo para sus trabajadores, contribuyentes y empresas. Es hora de poner a Youngstown, Detroit y Pittsburgh por delante de París".

El caso de Trump es uno de los ejemplos más evidentes de la nueva ola negacionista sobre el cambio climático que recorre buena parte del planeta: en EEUU, en Brasil, incluso en España, una corriente renovada de políticos aboga por poner en tela de juicio el cambio climático, a pesar del consenso científico e internacional al respecto. De hecho, fruto de esa convención paradigmática que hace tiempo acabó con el debate sobre el cambio climático, nacieron los Acuerdos de París en 2015, un compromiso firmado por 195 países de todo el planeta para evitar que la temperatura global ascienda más de 2 grados centígrados, así como los devastadores efectos que este escenario tendría.

Por eso, tal y como recordaba la semana pasada Marie-Claire Cordonier Segger en 'La Información', experta en Derecho ambiental, docente, investigadora y asesora de organismos como la ONU o el Banco Mundial, "probablemente, el mayor avance sobre el cambio climático de los últimos años sea que la 'BBC' haya prohibido dar voz en los debates a los negacionistas". En este sentido, la activista revelaba que, a raíz de la decisión de la cadena británica, "muchas televisiones han optado por hacer lo mismo, por ejemplo, en Canadá", de donde es originaria Cordonier.

Vox, negación por omisión y con medias verdades

En el caso de Vox, la negación por omisión se extiende directamente al ninguneo. Aunque Santi Abascal no tiene un primo que niegue abiertamente el cambio climático, como en el caso de Mariano Rajoy, lo cierto es que la estrategia del partido político de ultraderecha pasa por excluir la crisis climática de su ideario. De hecho, en su famoso programa, que incluye '100 medidas urgentes para España', no se hace mención ni una sola vez al cambio climático a lo largo de casi 4.000 palabras en 25 páginas.

Otros indicios de la incomodidad de Vox cuando se trata de hablar de cambio climático se pudieron observar en el debate previo a las últimas elecciones generales, cuando la formación llegó a recurrir ante la Junta Electoral Central que entre los temas a tratar se incluyese el cambio climático y no la inmigración. De hecho, durante la propia jornada electoral Abascal llegó a reconocer que "con la excusa del cambio climático, nos están restando libertad". Pero aún hay más: el pasado agosto, en plena oleada de incendios en Gran Canaria, Vox se retiraba de una declaración institucional presentada en la Diputación Permanente del Senado en apoyo a los afectados por los incendios de Gran Canaria debido a su contenido "ideológico". 

Y, por si hubiera dudas de qué punto concreto incomodaba a la formación de ultraderecha, explicaban que se trataba de un párrafo específico, que rezaba: "Prestar una atención prioritaria a la lucha contra las causas del cambio climático, la despoblación y el abandono del medio rural, razones últimas en muchos casos de los grandes incendios que vienen asolando en los últimos años el planeta". Algo en línea con lo que expresaba Rocío Monasterio, presidenta de la formación en Madrid, el pasado febrero, cuando calificaba la crisis planetaria de "camelo climático".

Aún peor. A principios de verano, 'La Marea' desvelaba uno de los argumentarios difundidos internamente por Vox para dar coherencia a los discursos de sus integrantes. En él, el partido utiliza una vieja idea que defendían quienes renegaban del cambio climático hace varios lustros: que existe un cambio climático natural -los procesos de calentamiento y enfriamiento globales y cíclicos que sufre periódicamente la Tierra- y otro cambio climático antropológico, siendo este indemostrable. Como en otros aspectos ideológicos, la formación de Abascal utiliza medias verdades y 'fake news' en su argumentación: si bien es cierto que vivimos un ciclo de calentamiento global natural, la incidencia del ser humano en la aceleración de este proceso hace tiempo que dejó de estar a debate.

Bolsonaro y el negacionismo como estrategia política

Sea como fuere, hay un caso más grave de negacionismo, por las implicaciones que tiene para salud del planeta: desde que llegara al poder en Brasil, Jair Bolsonaro ha presumido de su escepticismo respecto al cambio climático para llevar a término una profunda reversión en política ambiental. En primer lugar, por abrir el Amazonas a la explotación de la industria minera y maderera; después, retirando fondos de varios millones de euros para la preservación de los entornos selváticos; y, en tercer lugar, porque bajo su Gobierno se ha producido una de las peores oleadas de incendios en el país, de la que los grupos ecologistas responsabilizan directamente al mandatario.

Incluso existen indicios de que el presidente de Brasil ha resucitado un plan militar de los 80 para deforestar el Amazonas: el pasado agosto, el portal Open Democracy, dedicado a la transparencia institucional y financiado por George Soros, desvelaba que, en 2019, el 98% de la partida de Defensa de Brasil está destinada al plan 'Calha Norte', con el objetivo de aumentar las "infraestructuras estratégicas para la defensa de la frontera norte del país". Y, aunque Bolsonaro jamás ha reconocido estar detrás de la destrucción del Amazonas, tampoco se ha mostrado nunca muy a favor de su preservación. "Resulta falaz decir que el Amazonas sea un legado de la humanidad y decir que nuestro bosque es el pulmón del mundo no tiene sentido", proclamaba Bolsonaro el 24 de septiembre ante las Naciones Unidas. 

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