Trump frena la llegada de los refugiados sirios: de 12.587 en 2016 a solo 62 en 2018

Un refugiado sirio en un campo en Jordania
Un refugiado sirio en un campo en Jordania
EFE

La islamofobia que se apoderó de la sociedad estadounidense tras los devastadores atentados del 11-S se ha replicado en los últimos años, especialmente a raíz de la irrupción de Donald Trump en el escenario político y el extremismo xenófobo que ha rebrotado en buena parte del medio oeste americano. Los viejos y gastados lemas que criminalizan a los inmigrantes ("nos quitan el empleo", "vienen a robar") han dado paso una realidad sociopolítica tremenda: EEUU ha pasado de dar asilo a 12.587 refugiados sirios en 2016 a solo 62 en 2018.

El drama de los desplazados en Siria cobró especial importancia en 2016, cuando la guerra civil alcanzaba los cinco años de duración. A principios de ese año, la cifra de refugiados llegó en torno a los cinco millones, lo que convierte esta huida en uno de los mayores éxodos de la historia reciente, puesto que le corresponde casi al 25 % de la población total de Siria. De hecho, entonces el gran debate en Europa giró en torno a si acoger o no a parte de estos desplazados, que aún hoy malviven en centros para refugiados montados por Unicef y otras ONG en la vecina Jordania.

La UE optó por una solución polémica: acordó con Turquía -que actualmente se encuentra en negociaciones con Bruselas de cara a una posible adhesión al bloque comunitario en el futuro- crear espacios de acogida en el país para evitar una avalancha masiva al viejo continente. Es más, el pasado enero se puso en marcha la segunda parte del plan de contención, que consiste en el pago de 3.000 millones de euros para que Turquía empiece a acoger a refugiados ya instalados en Europa.

Sin embargo, EEUU ha ido un paso más allá. Sin involucrar a terceros países que puedan hacerse cargo del gran flujo de inmigrantes procedentes de Siria, ha cerrado sus fronteras a una población que huye de una guerra que, por culpa de la irrupción del ISIS, dura ya ocho años. Un informe del Cato Institute del pasado diciembre señala que, en total, en 2018 llegaron un 91% menos de refugiados desde países musulmanes. Entre todos ellos, apenas sumaron 3.312, en relación a los 38.555 de 2016.

Menos inmigrantes y más xenofobia

En el caso de los inmigrantes, sujetos a visas temporales de trabajo o de turismo, la disminución ha sido algo menor: de un 30% para aquellos que provinieron de países con mayoría musulmana. Es decir, que una persona, independientemente de su credo (y de tener todos sus papeles en regla), tiene ahora un tercio de posibilidades menos que en 2016 de que le concedan un permiso simplemente por haber nacido en lugares como Argelia o Marruecos. Algo que explica por qué los propios estadounidense han empezado a cuestionarse la política migratoria de su país y más de la mitad consideran que el racismo ha aumentado en EEUU desde la llegada al poder del nuevo presidente del país.

Evolución de refugiados e inmigrantes acogidos por EEUU
Evolución de refugiados e inmigrantes acogidos por EEUU. / Nerea de Bilbao

Un experimento llevado a cabo el año pasado y publicado en la 'American Sociological Review' trataba de valorar el nivel de xenofobia entre los estadounidenses. A un total de 1.500 personas se les mostraba imágenes de sujetos de etnias diferentes y tenían que responder cuáles de ellos tenían mayor pinta de ser "inmigrantes ilegales". En el caso de los italianos e indios, solo un 21% pensaban que pudieran se indocumentados; en el caso de varios sujetos procedentes de Latinoamérica, ese porcentaje se triplicaba; mientras, prácticamente todos los árabes eran indefectiblemente asociados al credo musulmán y eran vistos como posibles "inmigrantes ilegales". Todos estos valores habían incrementado notablemente respecto a antes de la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca.

El problema en EEUU es que el discurso xenófobo de una parte de la sociedad sigue ganando terreno. No hay que olvidar que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en 2016 prometiendo construir un muro a lo largo de toda la frontera con México para impedir la llegada de inmigrantes desde Sudamérica. Aún peor: ese aislacionismo está derivando en dogma ideológico y, últimamente, en un argumento para banalizar el sufrimiento ajeno. Un caso extremo se produjo esta misma semana, cuando un asistente a un discurso del presidente de EEUU, incomprensiblemente, quiso hacer un chiste sobre "pegar tiros" a inmigrantes en la frontera. Y al hombre más poderoso del planeta le dio por soltar una carcajada.

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