Uigures, en el planeta de la mayoría 'han'

  • Un programa del Gobierno chino busca trabajo a musulmanes en otras zonas del país. Los uigures encuentran dificultades de adaptación por desconocer el mandarín. Los más críticos con el plan dicen que se trata de una asimilación forzada.
La integración de los uigures en las zonas de población han es difícil porque no conocen el mandarín | GlobalPost
La integración de los uigures en las zonas de población han es difícil porque no conocen el mandarín | GlobalPost
Kathleen E. McLaughlin | GlobalPost para lainformacion.com
Kathleen E. McLaughlin | GlobalPost para lainformacion.com

SHAOGUAN (China) - En el corazón de la pelea mortal en una fábrica de juguetes en China que desencadenó protestas populares y más muertes a 3.000 kilómetros de distancia se encuentra la práctica gubernamental de enviar a miles de jóvenes musulmanes uigures a llenar los vacíos laborales en el sureste del país.

Los expertos aseguran que pese a las inmensas diferencias culturales y los problemas de comunicación entre los uigures y los han, mayoritarios, apenas hay algún tipo de clase de idiomas u otro tipo de formación para los jóvenes chinos musulmanes que llegan a la provincia de Guangdong para trabajar en las fábricas. A la mayor parte de ellos les llevan directamente desde sus granjas, alejadas incluso de la capital de Xinjiang y les sueltan sin más introducción en medio de un entorno que para ellos bien podría resultar otro planeta totalmente distinto.

Pero quizás sus gobernantes y los gestores de fábricas (acostumbrados a contratar a millones de trabajadores procedentes de todo el país) hayan malinterpretado la capacidad de los uigures para asimilar rápidamente estos cambios. Los uigures, al fin y al cabo, hablan un idioma completamente distinto, son musulmanes y no comen cerdo, la carne básica en China. Les dan opciones de comida diferentes, pero eso es todo lo que hay cuando se trata de consideraciones culturales.

"e;Los jefes de las empresas no se preocupan por ese tipo de cosas. Sólo se preocupan del dinero, de los costes"e;, asegura Xiao Qingshan, que se encarga de un grupo de ayuda a los trabajadores inmigrantes en la provincia de Guangdong.

Barrera cultural

La vida en las fábricas, que parece encajar bien con los millones de jóvenes granjeros chinos que emigran en busca de su primera gran aventura lejos de casa, a menudo fracasa con los uigures, que simplemente no se mezclan bien con la cultura han. Los sueldos les resultan atractivos, y también la sensación de diversión, pero las barreras son difíciles de superar.

"e;Se puede ver a muchos uigures en la calle, sin trabajo, porque no pueden hablar mandarín"e;, explica Xiao. "e;Intentan encontrar trabajos estables al llegar aquí, pero acaban montando pequeños negocios en la calle, como la venta de kebabs de cordero. Algunos acaban en la delincuencia"e;.

El programa de "e;excedente de mano de obra"e;, diseñado para trasladar a trabajadores de zonas pobres y estancadas como Xinjiang para cubrir puestos a menudo mal pagados que otros no quieren, ha sido objeto especial de polémica con los uigures durante varios años. Los chinos han se trasladan a Xinjiang para trabajar, mientras los uigures se tienen que ir de Xinjiang a otras partes de China, en un intento de fomentar la asimilación cultural a través de la economía.

"e;El gobierno fuerza políticas laborales represivas, incluyendo medidas que tienen un impacto negativo desproporcionado entre las minorías étnicas"e;, dice acerca de Xinjiang un informe de 2008 de la Comisión Ejecutiva sobre China del Congreso de EEUU. La comisión habla de mano de obra forzada, con granjeros presionados mediante amenazas económicas de los gobiernos locales para que envíen a sus hijos a las fábricas en lugares remotos. El año pasado una fábrica taiwanesa que hace zapatillas de Nike en Huizhou fue acusada de contratar a niñas menores de edad en contra su voluntad.

Los trabajadores de fábricas de Huizhou dicen que tres cuartas partes de los 1.200 uigures que había el año pasado ya se han ido a casa. Los 300 que quedan se irán en agosto, aunque las razones de su partida son inciertas.

Hace unos días, Ahat Sayet, el jefe del distrito en Kashgar que envió en mayo a 818 uigures a la fatídica fábrica de juguetes, habló de la política laboral local. Pese a la muerte de dos uigures durante la pelea del 26 de junio (origen de las revueltas que causaron cerca de 200 muertos), Sayet asegura que Kashgar continuará enviando trabajadores a la fábrica de juguetes de Guangdong, aunque primero se reforzará la formación y la educación de los uigures.

Aún así, cientos de uigures que trabajaban en esa fábrica el día de la pelea continúan aparentemente retenidos en otras instalaciones a varios kilómetros de distancia, fuertemente vigiladas. Las autoridades locales dicen que el trabajo en la fábrica de juguetes se ha reanudado, pero no permiten que se realicen entrevistas independientes con los uigures para hablar de los asesinatos o de su situación actual.

Amigos que trabajan en otra fábrica a varias horas de distancia dicen que los uigures de Shaoguan no pueden salir de las instalaciones, y que tienen acceso limitado a sólo dos teléfonos públicos. También dicen que algunos de ellos, que estaban fuera de la fábrica cuando empezó la pelea, se podrían haber escapado.

Los uigures fueron enviados a la fábrica de juguetes de Shaoguan en mayo. Según los trabajadores, los problemas empezaron al poco tiempo, y se agrandaron cuando unos hombres uigures fueron acusados de violar a mujeres han. Aunque la policía dijo que no había recibido denuncias por violación, la situación acabó por estallar. En la noche del 25 de junio tuvo lugar en la fábrica una pelea masiva que duró dos horas y en la que dos personas murieron y más de 100 resultaron heridas. Los uigures dicen que estaban durmiendo cuando los chinos han comenzaron a atacarles.

Esa misma situación se podría haber producido en cualquier otra de las muchísimas fábricas que hay en el sur de China y en donde viven juntos uigures y han. Lo que todavía no está claro es cómo va a hacer el gobierno con su política laboral, si sigue con ella, para asegurar que no se vuelvan a producir más enfrentamientos de trasfondo étnico.

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