Londres como nuevo aliado estratégico

UK se cuela en el duelo entre Marruecos y Argelia por el futuro del gas español

En medio de estas tensiones se encuentra España, necesitada de cooperación en materia antiterrorista y de inmigración por parte de Rabat y del suministro por parte de Argel.

El gasoducto Medgaz deja de suministrar gas a España durante tres días por problemas en Argelia
UK se cuela en el duelo entre Marruecos y Argelia por el futuro del gas español
EUROPA PRESS

España se encuentra en medio de una encrucijada. Sus dos principales socios y vecinos en el Magreb, Argelia y Marruecos, se encuentran al borde de un enfrentamiento político de impredecibles consecuencias. El primero de ellos utiliza la situación que el segundo protagoniza en el Sahara Occidental con el Frente Polisario y, por su parte, Rabat juega con cualquier mínimo resquicio de separatismo en la Cabilia, una región tradicionalmente poblada por bereberes y que en más de una ocasión se ha enfrentado directamente con el Gobierno argelino.

En medio de estas tensiones se encuentra España, necesitada de cooperación en materia antiterrorista y de inmigración por parte de Marruecos y del suministro de gas por parte de Argelia. Ambos países se rifan el favor de Madrid pero, en estos momentos de convulsión en los mercados de gas, la balanza española parece haberse inclinado hacia Argel. Esta misma semana el ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, se reunía con su homólogo argelino, Ramtane Lamamra, para tratar de asegurar el envío de gas a España a través del gasoducto Medgaz, que conecta los yacimientos de Hassi R’mel directamente con las playas de Almería.

El movimiento español se explica por el contencioso que libran las dos principales potencias del norte occidental africano y que podría llevar a la no renovación del ramal que permite circular el gas argelino por territorio marroquí que entra por el Estrecho de Gibraltar. El próximo 31 de octubre finaliza el contrato entre ambos países, por el que Marruecos recibe aproximadamente 200 millones de euros y que, en realidad, esconde un arma estratégica al convertirse en el otro pulmón por el que entra el gas que España necesita.

Sin España como destinatario del gas argelino, Rabat se ha puesto las pilas para buscar un sustituto como aliado estratégico en materia energética. Reino Unido parece ser el elegido.

Aun se desconoce la manera en la que Argelia garantizará el suministro de gas español, pero parece claro que la capacidad de Medgaz, junto con el aprovisionamiento vía marítima, servirá para que Argel cumpla el contrato con Madrid. De esta manera, se podrá paliar el probable incremento del precio del gas en los mercados internacionales, sometidos a una fuerte tensión debido a la demanda, principalmente, china.

Marruecos reacciona

Sin España como destinatario del gas argelino, Rabat se ha puesto las pilas para buscar un sustituto como aliado estratégico en materia energética. Reino Unido parece ser el elegido. Xlinks, empresa energética británica, construirá un parque solar y eólico de 1.500 kilómetros cuadrados en el sur de Marruecos. El proyecto está valorado en 22.000 millones de dólares y conectará la instalación con la isla británica a través del que se convertirá en el cable submarino más largo del mundo, alcanzando los 3.800 kilómetros.

El director ejecutivo de Xlinks, Simon Morrish, declaró que la infraestructura será “suficiente para entregar energía limpia y de bajo coste a más de 7 millones de hogares del Reino Unido para 2030”. El proyecto supondrá el abastecimiento del 8% del total de energía demandada por Reino Unido. Londres no ha tardado en reaccionar ante la crisis energética que vive el país. A los altos precios del gas y de la electricidad se une una inusual carencia de viento, lo que tiene parada a gran parte de la potencia eólica inglesa, tanto convencional como offshore. La intención del Gobierno de Johnson es que el sol marroquí suponga un alivio a la generación eólica cuando esta tenga problemas para funcionar, bien sea por la escasez de aire o a su exceso, puesto que las turbinas de los aerogeneradores tampoco pueden estar en funcionamiento con vientos excesivos.

Marruecos podrá así seguir exportando energía a Europa, aunque en este caso su destino estará bastante más lejos de los 14 kilómetros que unen las costas marroquíes y españolas. El Brexit ha supuesto un aldabonazo para las pretensiones de Londres de llegar a acuerdos comerciales con otros países y zonas estratégicas. Desde hace dos años las dos capitales han acercado posiciones, firmando en 2019 un acuerdo de colaboración en material comercial e industrial. La ‘relación especial’ se extiende a otros ámbitos como el militar o el turístico, que hacen de Marruecos el socio preferente que Reino Unido no encuentra en la Unión Europea.

Por su parte, Rabat no ha desaprovechado la ocasión para ‘ponerle ojitos’ a los británicos. Hace apenas dos semanas anunció la apertura de una nueva línea marítima de carga con el Reino Unido. El proyecto conectará Tángermed con el puerto de Poole en el sur de Inglaterra. El recorrido se estima que durará 58 horas y tendrá una periodicidad semanal. La medida supondrá recortar en tres días la duración actual del viaje comercial en barco, acercando las mercancías marroquíes al mercado anglosajón, necesitado lo antes posible de suministros que palíen sus mermados puestos de frutas, hortalizas y otros productos básicos.

Unir Gibraltar con Tetuán

Las aspiraciones de marroquíes y británicos no se limitan a los aspectos comerciales o energéticos. Por el contrario, tienen entre manos un proyecto que podría cambiar radicalmente las relaciones entre Madrid y Rabat: la construcción de un túnel que una directamente Tetuán con Gibraltar. Aunque de momento no pasa de la mera declaración de intenciones, el Brexit ha reactivado este interés turístico que, en realidad, supondría un golpe en la línea de flotación del acceso por carretera a Marruecos a través de España.

Tanto Rabat como Londres coinciden en la posibilidad estratégica de unir dos continentes entrando por suelo marroquí y acabando en suelo británico, algo que excluiría a España de su liderazgo en la zona del Estrecho. La longitud alcanzaría los 50 kilómetros y, al estilo del canal de la Mancha, permitiría que miles de ciudadanos marroquíes pudieran acceder a territorio europeo por coche, compitiendo directamente con el transporte por barco que, en la actualidad, maneja y controla en exclusiva España.

Evidentemente la colaboración económica y comercial tiene una contrapartida y, cuando hablamos de Marruecos, el Sahara Occidental se convierte en su moneda de cambio. Pese a que el reconocimiento de la soberanía marroquí en el antiguo territorio español aun no se ha materializado, Londres no ha dudado en posicionarse diplomáticamente al lado de Estados Unidos, primer país en reconocer el control de los marroquíes sobre el Sahara. La BBC protagonizó un ‘incidente diplomático’ cuando ofreció un mapa de Marruecos en el que suprimía la línea que separa al reino alauita de la zona en controversia con el Frente Polisario. Un pretexto que llevó a gran parte de la diplomacia marroquí a asegurar que Reino Unido sería el siguiente país en reconocer su soberanía sobre la zona. Finalmente, esto no se produjo, aunque sí el reforzamiento de las relaciones que unen, ahora más que nunca, a ambos países.

A finales de octubre Argelia y Marruecos tendrán que decidir si dan por terminados los 25 años en los que el gasoducto del Magreb ha suministrado gas a España. Reemplazar su utilidad no será fácil, pero en el difícil equilibrio que une el triángulo formado por España, Argelia y Marruecos puede colarse un convidado que, lejos de ser de piedra, está demostrando saber moverse a la perfección en las cálidas arenas del Sahara: Reino Unido.

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