Tras invadir el palacio-bunker de Bab Al Azizia, a los rebeldes libios sólo les quedaba un símbolo del régimen de Muamar al Gadafi por profanar: el lujoso avión presidencial, el Afriqiyah One.
Se trata de un Airbus A340 con base en el aeropuerto internacional de Trípoli que el dictador libio compró en 2003 al príncipe Alwaleed de Arabia Saudí por la nada despreciable cifra de 120 millones de dólares.
El Afriqiyah One, que lleva más de seis meses sin surcar los aires –justo desde que la OTAN designo el espacio aéreo libio zona de exclusión–, se ha convertido ahora en sala de celebraciones de los rebeldes.
Los opositores al régimen de Gadafi ocupan el salón de la aeronave, con sillones de cuero color plateado, muebles bañados en materiales preciosos y un estilo revival propio de las discotecas de los años 70 que pone de manifiesto el dudoso gusto estético del que Ronald Reagan bautizó como "el perro loco" de África".
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