Un 'Quién sabe dónde' para encontrar a los desaparecidos en la Guerra de Yugoslavia

  • Un programa serbio trata de hallar personas con paraderos desconocido desde el conflicto de los Balcanes. Se ha encontrado a ocho personas y se han destapado historias de tráfico de personas.
Una mujer lee los nombres de desaparecidos en la guerra colocados frente a la embajada de Croacia en Belgrado en 2005 | Reuters
Una mujer lee los nombres de desaparecidos en la guerra colocados frente a la embajada de Croacia en Belgrado en 2005 | Reuters
Phil Cain | GlobalPost para lainformacion.com
Phil Cain | GlobalPost para lainformacion.com

BELGRADO (Serbia) – Un programa de radio y televisión espera reunir a algunos de los miles de ex yugoslavos que desaparecieron o perdieron contacto con familiares y amigos tras la sangrienta ruptura del país. Al mismo tiempo, sus responsables desean promover un sentimiento de unidad, 18 años después del trágico conflicto.

"Si les vemos, os lo haremos saber", es la respuesta típica de la policía cuando se hace un atestado por una persona desaparecida, explica Sasa Lekovic, jefe del grupo de periodistas de Potraga (La Búsqueda), el programa del canal B92 de Belgrado. El espacio también ha conseguido que los televidentes –unos 400.000- se conviertan en periodistas y ayuden en la búsqueda.

"La gente que mira el programa aprende a ser parte de la comunidad", declara Lekovic, quien añade que desde que comenzó en noviembre pasado, sólo ha habido un correo electrónico -entre miles de mensajes- que insistía en antiguos odios étnicos. El propio Lekovic es croata y se trasladó a Belgrado para dirigir el proyecto.

"Los televidentes tienen la oportunidad de conocer los problemas de los países vecinos a través de los casos presentados. No se trata de historias sobre políticos famosos sino de la gente común", explica Oliver Vujovic, jefe de la Organización de Medios de Comunicación del sureste de Europa, una agencia que promueve la libertad de prensa en la región.

Mujer e hijas desaparecidas

Una historia típica de la época de la guerra es la de un hombre que perdió contacto con su mujer y su hija de 11 meses cuando estalló la guerra en Bosnia en 1992.

Cuando regresó, la casa estaba vacía. Después averiguó que su mujer había escapado a Pula para quedarse con su familia croata. El hombre afirma que no pudo visitarla y convencerla de que regresara a Bosnia o que huyera con él a Alemania porque en la frontera croata fue detenido y golpeado por ser serbio.

La hija, ahora de 18 años, fue localizada por el equipo de Potraga. Vive en Croacia y decidió no ver a su padre pese a la emotiva petición de su padre por televisión.

Otro caso es el de Zoran Djurovic, un policía de Sarajevo, la capital bosnia, que desapareció en 1993. Se había contactado a las autoridades bosnias y serbias, pero sin lograr ningún resultado.

"Cinco minutos después de la emisión alguien llamó para decir que vivía en Serbia", explica Lekovic, que posteriormente se comunicó con Djurovic. El hombre prefirió no aparecer en televisión ni reestablecer el contacto con su hermana. "Aunque sea la historia más grande del mundo, no la retransmitiré si no tengo el consentimiento de los involucrados", señala el periodista.

El programa lleva nueve meses en el aire y ya ha abordado 470 casos, incluyendo algunos en que la gente simplemente parecer haber perdido el contacto o donde realmente han desaparecido. La diferencia, sin embargo, tampoco es tajante.

"A veces, alguien que se creyó que simplemente había perdido el contacto con su gente se convierte en un desaparecido", explica Lekovic. Hasta ahora, el equipo ha encontrado a ocho desaparecidos y otros seis casos que podrían llegar a buen puerto. La gente, después de todo, a veces desaparece porque quiere. En cada caso, se mantienen en secreto los detalles de contacto de la persona.

Sin emisión en Kosovo

Si bien el programa se emite en Bosnia, Croacia, Montenegro, Serbia –y muy pronto Macedonia- parece haber pocas posibilidades de que también llegue a la disputada región de Kosovo. "EULEX [el organismo internacional que supervisa Kosovo] no se muestra interesado y siempre es difícil encontrar a alguien que decida", admite Lekovic.

Las cifras oficiales sitúan el número de desaparecidos durante la guerra en más de 18.000 personas, pero una gran mayoría se dan por muertos –sin identificar- en el frente de batalla. Potraga no puede hacer mucho en estas situaciones. Pero sí hay más posibilidades de éxito en el caso del tráfico de personas, un negocio próspero en la región.

En uno de los programas, emitido en junio, se pedía información sobre una niña que había desaparecido hace siete años de Pancevo, un pueblo a quince kilómetros de Belgrado. Tras la entrevista con la acongojada madre, se publicaron en la web del programa el nombre, la fotografía y la fecha de nacimiento de la menor.

"Pocos días después, la aludida envió un correo electrónico desde Italia en el que decía que había sido víctima del tráfico de personas y que vivía ilegalmente allí", señala Lekovic. El programa respetó su deseo de reunirse privadamente con su madre.

La historia de un hombre de Cagliari, de 42 años y sin hogar, demuestra que el tráfico de humanos no es nada nuevo. Responde al nombre de Antonello Satta y su historia había cautivado a un periodista sardo después que un italiano lo acogiera creyendo que era su hijo y lo echara a la calle un año después.

Potraga se interesó por la historia y descubrió que Satta había crecido en un asentamiento gitano en Aleksinac, en Serbia. Cuando le presentaron las pruebas, Satta reconoció que era su caso. "Aún se acordaba de canciones serbias y sabía de memoria los nombres de todas las estaciones de tren entre Aleksinac y Belgrado", explica Lekovic.

Su verdadero nombre era Dragan Jankovic y su historia comienza a los siete años cuando fue secuestrado y llevado a Italia para robar y mendigar en las calles. Se escapó a los pocos años y logró regresar a Aleksinac, donde los residentes locales se acuerdan que llegó hablando italiano. No pasó mucho tiempo y volvió a ser presa del tráfico de humanos. Cuando logró escapar por segunda vez, decidió no volver a su pueblo.

Satta aceptó la oferta de Potraga y visitó Aleksinac para las cámaras de TV. Pero decidió que su futuro está en su hogar de adopción: las calles de Cagliari.

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