Este sábado Meghan Markle deslumbrará al mundo en su boda con el príncipe Harry de Inglaterra. Uno de los enlaces más mediáticos en Reino Unido de los últimos tiempos que dejará unos 500 millones de euros en las arcas públicas y un buen número de imágenes para el recuerdo. Y entre ellas, las más destacadas serán las de la novia, cuyo vestido es uno de los elementos que más expectación genera.
Pocos detalles sobre él se saben a esta hora. Según publicó 'Daily Mail' lo firmará Ralph&Russo, enseña fundada por Tamara Ralph y Michael Russo, dos australianos que en 2007 establecieron su marca en Londres. Ellos fueron los encargados del look de Meghan para las fotos oficiales de su compromiso con Harry, lo que ha levantado las sospechas de que harán lo mismo para la boda. En concreto, se estima que el vestido habría tenido un coste de 100.000 libras (114.000 euros).
A la espera de que se resuelva por fin el misterio, todavía tenemos en la retina la imagen de la boda real de 2011 en Londres, la que protagonizaron los Duques de Cambridge, Guillermo y Kate. Fue ésta precisamente la que acaparó todas las miradas con un diseño con el que dejó a todos boquiabiertos, ya que le sentaba como un guante y era de los más elegantes que se han visto en mucho tiempo en el ámbito de la realeza.
Se trataba de un vestido de Sarah Burton para Alexander McQueen, la firma del malogrado diseñador británico que volvió a la palestra con este vestido de ensueño formado por un corpiño en forma de corazón, mangas de encaje que se cierran en un escote tipo chimenea y una falda de vuelo con un velo de más de 2 metros. Estaba elaborado en satén marfil y blanco y se estima que tuvo un precio de 250.000 libras (286.000 euros).
Pippa Middleton, la 'segunda' novia
Pero no solo Kate deslumbró el día de su enlace. Hubo alguien que consiguió hacerle algo de sombra esa jornada y no fue otra que su propia hermana. Ese día la imagen de Pippa Middleton, su dama de honor, dio la vuelta al mundo por su belleza y elegancia con un diseño que a día de hoy sigue imitándose.
En contra de esa regla no escrita de que en las bodas solo las novias pueden vestir de blanco, Pippa lució un vestido en este color firmado también por McQueen de manga corta, con la espalda abotonada y entallado en la cintura y las caderas que le sentaba como un guante y le hacía una estupenda figura. Un vestido que perfectamente podía ser de novia que sigue todavía en nuestro recuerdo.
Así, con estos dos vestidos como referentes, Meghan se enfrenta a la dura tarea de estar a la altura e, incluso, superarlos. Algo que no es imposible, pues la actriz ha demostrado durante estos meses de noviazgo que tiene un estilo muy elegante y a la vez juvenil que ha eclipsado en parte el de su futura cuñada, que es más clásico y monótono de un tiempo a esta parte.
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