OPINION

El tren del 155:"Como no te apartes tú"

C

uando el pasado sábado por la noche el president Puigdemont compareció en televisión, recordé la escena del baturro que camina por la vía y mientras el tren se acerca dice: "¡Chufla, chufla, que como no te apartes tú!" (Nobleza Baturra, de Florian Rey, 1935). El tren del artículo 155 había salido del Consejo de Ministros esa mañana y parecía que el president y su entorno no habían entendido la gravedad del momento. Debieron pensar que, si se mantenían firmes, el Gobierno de la nación no lograría pasarles por encima.

Desde entonces no han cambiado las circunstancias, están a punto de autorizarse por el Senado graves medidas que, si bien mantienen formalmente la autonomía, harán que sea ejercida temporalmente por personas designadas por el Gobierno central. Se trata de una situación excepcional que pretende restaurar la legalidad y dar la palabra a la ciudadanía catalana en el plazo máximo de seis meses para que pueda recuperar cuanto antes su autogobierno.

No tengo ninguna duda de que era imprescindible dar el paso de invocar el artículo 155 de la Constitución desde que el 6 y 7 de septiembre las instituciones del Estatuto de Autonomía de Cataluña fueron vapuleadas por los representantes independentistas. El Gobierno acierta al estimar imprescindible la sustitución de las actuales autoridades autonómicas por el tiempo necesario para reponer la legalidad constitucional y estatutaria vulnerada. Sin embargo, no será fácil.

La primera de las medidas “autoriza al Gobierno de la Nación a proceder al cese del presidente de la Generalitat de Cataluña, del vicepresidente y de los consejeros”. El ejercicio de sus funciones corresponderá “a los órganos o autoridades que cree a tal efecto o designe”. Así, a partir del próximo sábado, el Gobierno podrá reunirse para cesar a Puigdemont y sustituirlo por otra persona. Supongo que lo hará el mismo día, aunque también cabe que nuevos acontecimientos aconsejen una aplicación gradual de las medidas, tal como reconoce el propio acuerdo.

Aún no sabemos si el president de la Generalitat se va a bajar del burro. Si no toma la salida de la convocatoria electoral, el tren 155 le va a aplastar. Pero con su cese no se resolvería la grave crisis institucional que atravesamos, sino que se iniciaría una etapa muy difícil. La Administración de la comunidad autónoma tiene amplias competencias para la prestación de servicios del Estado de Bienestar, la recaudación de impuestos o la seguridad ciudadana, en suma, para la gestión de los intereses cotidianos de la sociedad catalana. Los nuevos responsables de cada departamento habrán de conformar equipos capaces y leales para lograr que la máquina de la burocracia no se detenga durante el periodo transitorio.

No bastará con invocar o aplicar medidas disciplinarias contra los funcionarios que incumplan “el deber de fidelidad a la Constitución y al Estatuto”, la burocracia no tiene necesidad de incumplir las normas para dificultar su funcionamiento. Es cierto que la profesionalidad y la imparcialidad debe presidir la labor de los empleados públicos, también en Cataluña, pero sería ingenuo ignorar que las nuevas autoridades necesitarán algún grado de colaboración por parte de los altos funcionarios, que son los que hacen rodar la máquina burocrática.

Tomemos como ejemplo el Departamento de Economía y Hacienda, del que desaparecerá Junqueras. Imagino que los secretarios y los directores generales dimitirán inmediatamente o serán cesados. Las personas que los reemplacen tendrán que cooperar con los funcionarios para conocer los problemas de sus servicios y poder al menos resolver los asuntos de trámite. Se dice estos días previos que en el ámbito de la Hacienda una de las tareas del Gobierno Provisional será desmontar los preparativos que se hubieran hecho para una Agencia Tributaria Catalana capaz de recaudar todos los impuestos. Pues bien, esto no podrá hacerse sin la colaboración de quienes trabajan en ese departamento.

Para que la Administración siga sirviendo al interés general, el Gobierno tiene que acertar al designar las personas que van a responsabilizarse de la Generalitat durante los próximos meses. Un primer requisito es a mi juicio que todos ellos hablen y escriban la lengua catalana y un segundo que cuenten con un conocimiento de la Administración y un prestigio social en Cataluña que les permita ganarse el respeto de los cuerpos de funcionarios. En caso de que no existan personas con tales características que acepten el reto de devolver las instituciones a la ciudadanía, lo recomendable sería convocar cuanto antes las elecciones autonómicas y despejar así el horizonte inmediato.

El presidente Rajoy parece haber tomado esta decisión forzado por las circunstancias: él no quería, lo dijo expresamente el pasado sábado. Los líderes rebeldes están a tiempo de activar algún cambio de agujas para evitar el choque En caso contrario, no bastará con lanzar el tren que les arrolle, lo difícil empezará después. La democracia española, no solo el Gobierno del Partido Popular, se juega mucho. La experiencia del 1 de octubre y las habilidades para la empatía demostradas hasta ahora por el gobierno Rajoy no invitan al optimismo.

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