OPINION

Elecciones o elecciones... y cómo PSOE y Cs pueden ganar al mismo tiempo

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y la presidenta, Micaela Navarro (d), en la reunión del Comité Federal del PSOE (EFE/Chema Moya)
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez (i), y la presidenta, Micaela Navarro (d), en la reunión del Comité Federal del PSOE (EFE/Chema Moya)

¿De qué hablo con mis amigos economistas? De política. Y más estos días, a pesar de que los riesgos implícitos en los presupuestos generales del Estado recién aprobados serían un buen tema de conversación. Repasemos los hechos tal como yo los he percibido. Domingo 20 de mayo, la prensa acoge con muchas críticas la presentación de la plataforma “España Ciudadana”. Martes 22, Zaplana es detenido. Rajoy se muestra compungido, pide esperar acontecimientos, se refiere a él como Eduardo, contrariamente a su costumbre (“esa persona de la que usted me habla”). Rivera guarda silencio y al día siguiente, a pesar de eso y de que el secretario de Estado de Hacienda acaba de ser investigado por un juez, vota los presupuestos junto con el PNV. Con ello se confirma que existía una mayoría gubernamental comprometida a llevar la legislatura al menos hasta el otoño de 2019.

Todo cambia el jueves 24. Se hace pública la primera sentencia del caso Gürtel. Rivera se expresa en términos ambiguos: “Hay un antes y un después en la legislatura”. Y remite la toma de decisiones a una ejecutiva de su partido el 11 de junio. O sea, ayuda a Rajoy a ganar tiempo, cabe pensar que tenían pactada de antemano una respuesta de ese tipo. Por su parte, Pablo Iglesias pide al PSOE que presente una moción de censura. Pedro Sánchez permanece en silencio. Rajoy tiene ante sí tres opciones: dimitir, anunciar una cuestión de confianza o convocar elecciones en otoño, y elige no hacer nada. Viernes 25: el PSOE presenta una moción de censura, antes incluso de la reunión de su ejecutiva.

La respuesta de Rajoy tras el Consejo de Ministros el mismo viernes es reveladora. Esta vez no espera y solo tarda un par de horas en pasar al ataque. “La moción de censura es mala para España”, declara a la prensa. Lo más chocante fue la pirueta de Ciudadanos: claman ahora por anticipar las elecciones. No lo hicieron el día de la sentencia, sino que lo exigen desde el momento en que ya no es posible al haberse presentado la moción. Un cambio radical de estrategia en tan solo 24 horas.

En suma, la situación es la siguiente. Se tambalea la táctica de Rajoy, la de ganar tiempo hasta 2019, después de las elecciones autonómicas y municipales, con la esperanza de recuperarse. El plan de Rivera era dejar pasar meses para desgastar más al PP y también se viene abajo. Las declaraciones de unos y otros durante el fin de semana parecen sugerir que la moción de censura fracasará porque no la apoyarán Ciudadanos, ni el PDCat, ni el PNV. Estos dos últimos han puesto condiciones y el PSOE, consciente de que sería un suicidio acordar cualquier cosa con los independentistas, ha declarado que no va a negociar: lo toman o lo dejan.

¿Ha fracasado la moción de censura? A mi juicio todavía no, porque hay opciones en las que PSOE y Ciudadanos ganan simultáneamente. Si, como hacemos los economistas, suponemos que Rivera y Sánchez son seres racionales y los costes de transacción son reducidos, aprovecharán aquella situación que beneficie a ambos. Dado que la moción solo triunfará con el apoyo de Ciudadanos, Sánchez podría anunciar que, en caso de ser elegido, convocará elecciones generales en otoño (fijando un día concreto, pongamos el domingo 4 de octubre). Ante esa tesitura, Rivera quizá ofrecería al PP una solución a la madrileña: dimisión de Rajoy y pacto para el resto de la legislatura con otro presidente/a del PP o voto afirmativo a la censura. En ese punto, cabrían dos resultados:

a) Rajoy acepta y todos ganan (menos él y su entorno más cercano): el PP conserva el gobierno hasta después de las municipales, confiando en que la dinámica favorable a Ciudadanos en las encuestas se diluya. Rivera sigue apareciendo como el campeón contra la corrupción. Sánchez puede presumir de haberse cobrado la cabeza de Rajoy.

b) Rajoy no dimite, C´s vota la moción. Entonces sólo ganan Rivera y Sánchez: éste es presidente por cinco meses. En las elecciones de octubre, el beneficiado sería Rivera, pero como no habrá mayoría absoluta, el futuro gobierno podría ser PSOE-Ciudadanos, siendo presidente quien decidan los electores entre ellos dos.

Obviamente, para este escenario Sánchez debe ser el primero en mover ficha. Tomó la iniciativa política y, para no perderla, debe desbloquear la situación. Aun así, es posible que Rajoy no dimita y Ciudadanos no vote la moción. En tal caso, Sánchez obtendría una derrota dulce: evidenciaría que Rivera aspira a los votos de la derecha sin mirar a la corrupción. Además, se libraría de presidir un gobierno que se antoja imposible al no contar con un pacto que lo respalde. Sin embargo, esta derrota dulce de Sánchez nos castigaría a los españoles a continuar soportando un Presidente que ha sido sentenciado como responsable de una trama de corrupción, para regocijo de quienes –como Puigdemont y su marioneta Torra- desean que todo vaya a peor.

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