OPINION

Presupuestos con perspectiva de género: póngamonos gafas violeta

Fotografia Montero, ministra de Hacienda
Fotografia Montero, ministra de Hacienda
EFE

Los Presupuestos Generales del Estado para 2019 se harán con “perspectiva de género”. Así lo anunció la ministra de Hacienda en su comparecencia ante el Congreso la semana pasada cuando explicó las prioridades de su departamento. Quizá ustedes se pregunten qué significa esto.

Desde la IV Conferencia Mundial de las Naciones Unidas sobre las mujeres, celebrada en 1995, se ha venido promoviendo la necesidad de incorporar la perspectiva de género a los procesos presupuestarios de las Administraciones Públicas. Esa incorporación no consiste solo en dedicar partidas específicas a políticas de igualdad, sino que va mucho más allá: se trata de que las técnicas presupuestarias tengan en cuenta el impacto de los ingresos y gastos públicos sobre las mujeres y las niñas, por un lado, y sobre los hombres y los niños, por otro.

Para entendernos ilustraré lo que quiero decir con algunos ejemplos. Cuando se asignan recursos públicos al transporte ferroviario, debe saberse que las líneas de alta velocidad se usan más por los hombres y los trenes de cercanías se utilizan más por las mujeres. Ese factor no es el único determinante de la decisión de invertir en una u otra modalidad, pero tampoco debe ser ignorado. La misma idea emerge cuando se construye un parque público o un colegio. En este caso debe considerarse la utilización distinta que hacen del espacio los niños y las niñas, y deben diseñarse para favorecer el uso de estas últimas de forma inclusiva.

Un ejemplo quizá más conocido aparece en el IRPF, que da un tratamiento fiscal favorable al matrimonio cuando uno de los dos no trabaja fuera de casa. En caso de que el único perceptor sea el hombre, como es lo más frecuente, si la mujer decide incorporarse al mercado de trabajo, ambos pierden esa ventaja, de modo que empezar a trabajar tiene para ellas un elevado coste fiscal. Así, la ley contribuye a perpetuar la desigualdad de roles en las parejas, incentivando la permanencia de la mujer en el hogar.

En definitiva, elaborar un presupuesto sensible al género exige tomar conciencia de que ningún gasto o ingreso público es neutral, porque no afecta de la misma manera a unas y a otros. Dado que en las sociedades contemporáneas existe desigualdad, aquellas políticas que no contribuyan a su reducción o eliminación deben entenderse como favorecedoras del statu quo.

Por tanto, con su anuncio, la ministra se refería a situar la perspectiva de género en cada una de las fases del presupuesto: la planificación, elaboración, ejecución y evaluación de los programas de ingresos y gastos públicos. Para ello es necesario, ante todo, contar con una base estadística sólida para partir de un diagnóstico veraz de la situación de desigualdad. Los datos permiten evaluar ex-ante las consecuencias de las distintas alternativas, para elegir aquéllas que sirvan mejor a la transversalidad de género y a los objetivos específicos de cada política. Existe una publicación estadística -Mujeres y hombres en España- que elaboran anualmente el Instituto Nacional de Estadística y el Instituto de la Mujer. Probablemente hay que mejorar la información por sexos, pero ya se dispone de una herramienta.

También hemos adquirido experiencia merced al informe de género de los Presupuestos Generales del Estado que se realiza cada año desde 2009. Sin embargo, éste recibe severas críticas en la medida en que no contiene un diagnóstico previo de la desigualdad en cada política de gasto, ni una evaluación cuantificada del impacto de las medidas. Presupuestar con perspectiva de género requiere identificar la desigualdad inicial y enfocar todas las políticas a su reducción o eliminación. No es suficiente con describir las partidas que se destinan específicamente a favorecer a las mujeres y las niñas.

En suma, para impregnar con perspectiva de género todas las decisiones de quienes participan en el proceso presupuestario, se necesitará un periodo de formación de los altos funcionarios, esto es, enseñarles a mirar la realidad con gafas violeta. El acertado impulso de la ministra de Hacienda será probablemente seguido por sus colegas, ministras y ministros, pero constituye sólo un paso inicial de un proyecto de largo alcance. Confiemos que se vean los primeros avances en los Presupuestos Generales para 2019. No obstante, para lograr un auténtico presupuesto sensible al género queda mucho por hacer.

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