El amor y la ideología en los tiempos del marianismo líquido

  • El poder, hasta el poder sin erótica, une mucho y hace que a tu alrededor brote a cada paso la adhesión.

    Todo el mundo ama a Mariano, también los que le desprecian reconocen su buen momento y su suerte.

Rajoy felicita a Pablo Iglesias por su reelección como secretario general de Podemos
Rajoy felicita a Pablo Iglesias por su reelección como secretario general de Podemos
EUROPA PRESS
POR JOSÉ LUIS ROIG / @JOSELUISROIG

Como escribió Lord Byron: “El amor es lo único que hay que ganarse en la vida, todo lo demás se puede conseguir robando”. Esto lo saben bien nuestros políticos y casi siempre se empeñan en conseguir ese amor a base de mentiras o medias verdades.

Por ejemplo. Tras su congreso, Pablo Iglesias prometió acatar el mandato de las bases: “Unidad y humildad”. Pero sus adláteres más íntimos y él mismo han pregonado en todos los medios, que tras Vistalegre lo que viene es la matanza del cerdo, en el sentido lírico, no literal del término. Si realmente buscaran la unidad practicando la humildad, Errejón seguiría siendo el número dos y portavoz del partido. Sin embargo, Pablo Iglesias dixit que en Podemos hace falta más presencia femenina, y para ello colocará a su novia de vocera cascabelera, ¡oh, el amor!, cuántos excesos provoca aunque sea de izquierdas.

En la otra orilla de este océano romántico, Mariano Rajoy vive un momento pletórico. All you need is love. En su partido todos le aman y le acatan, incluso los que le traicionan. No hay nada como tener baraka y mucho poder. El poder, hasta el poder sin erótica, une mucho y hace que a tu alrededor brote a cada paso la adhesión.

Las cosas le van tan bien a Rajoy, que cuando le quieren perjudicar le hacen un favor. Ahí están los de Podemos programando su congreso en la misma fecha que el PP, para fastidiar y desacreditar, y de repente las tornas cambian y Pablo, Pablete, Pablito va y se convierte en el contraluz que hace que el éxito y la unidad del PP brillen más.

En el congreso de la gaviota o el charrán, aún no está del todo claro, Rajoy mantiene el equilibrio de enfrentamientos y poderes entre Cospedal y Soraya; y refuerza su propio control del partido con la presencia de Maíllo. Al presidente del Gobierno no le gustan las grandes movidas, prefiere los finos ajustes del relojero. El amor está en las pequeñas cosas, en esos detalles de cada día.

Todo el mundo ama a Mariano, también los que le desprecian reconocen su buen momento y su suerte. Mariano no tiene carisma, pero tiene poder, que es lo que él prefiere, como gallego pragmático; y tiene un liderazgo consolidado a fuego lento que le hace capaz de ofrecerse a Trump de intermediario de sus líos.

Vivimos tiempos de poca solidez (también en el amor) y de mucha “modernidad líquida”. O sea, tiempos perfectos para un Rajoy precavido y desconfiado, que no gusta de moverse para que nadie sepa sus intenciones, y mucho menos sus emociones. La ideología de Rajoy, el marianismo, es líquida, tan líquida que no puedes atraparla, y tiene el poder de adaptarse a las circunstancias según convenga en cada momento.

Como pronosticó Bauman, “vivimos una etapa que todo lo que era sólido se ha licuado, y nuestros acuerdos son temporales, pasajeros, válidos solo hasta nuevo aviso”. Perfecto. Mejor imposible. Tiempos acuosos que el marianismo sabe aprovechar mejor que nadie.

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