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¿A quién le molestan unos pocos migrantes muertos en la valla de Melilla?

Sánchez trata de aguantar en Moncloa: poco importa que el Gobierno sea un polvorín o que la sociedad le dé la espalda, como en Andalucía. Lo que nadie esperaba es que su discurso pudiese ser rubricado por Abascal.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras el Consejo de Ministros extraordinario.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, tras el Consejo de Ministros extraordinario.
Kiko Huesca/EFE

Pedro Sánchez es un superviviente nato de la política, un equilibrista arrendado en La Moncloa. Sus subidas al cielo y las posteriores bajadas a los infiernos son ya episodios históricos de Ferraz, donde ahora las sombras de los tres monos sabios campan a sus anchas sin querer ver, escuchar o hablar. Hoy, cuando el secretario general del PSOE querría lucir inmaculado y sonriente ante la visita de los grandes mandatarios de los países de la OTAN, un puñado de inmigrantes ha tenido la osadía de morir en su intento por entrar en Europa saltando, en este caso, la valla de Melilla.

El presidente del Gobierno ha cerrado filas con Marruecos y felicitado a sus agentes de seguridad, pero la sangre mancha, hace feo y siempre complica las cosas. "Si ustedes ven las imágenes, verán que la Gendarmería marroquí se ha empleado a fondo precisamente en tratar de evitar este asalto violento a la valla de la ciudad autónoma de Melilla", dijo el viernes Sánchez, antes de conocerse las verdaderas y dramáticas consecuencias del suceso. Pero el líder socialista tenía toda la razón: las imágenes no dejaban lugar a dudas y el resultado fue la muerte de al menos 23 seres humanos, lo que obliga a poner en cuarentena cualquier tipo de agradecimiento a nadie que haya sido parte de esta acción. Ya el sábado, con las cosas más claras, Sánchez trataba de sacudirse el muerto, o los muertos, aunque sin cuestionar tampoco la intervención marroquí, afirmando que se había tratado de un "asalto violento y organizado por parte de mafias que trafican con seres humanos a una ciudad que es territorio español. Por lo tanto, fue un ataque a la integridad territorial de nuestro país de manera violenta. [...] Si hay un responsable de todo lo que parece ha sucedido en esa frontera son las mafias que trafican con seres humanos".

Los traficantes de personas son basura, nadie lo pondrá en duda. Gente que saca beneficio económico o de otro tipo por mostrar a lo lejos la esquinita de un nebuloso paraíso más allá del norte de África, donde poder alcanzar un sueño ficticio a la carrera calzando unas chanclas y llevando un teléfono móvil en la mano como único equipaje. Pero este último y luctuoso incidente fronterizo tiene pinta de convertirse, además, en un pesadísimo lastre para el presidente del Gobierno de España, que trata de llegar a la meta electoral de 2023 pisando principios del socialismo y dando giros inesperados en el timón del partido del puño y la rosa.

Sánchez ya no se acuerda, o no querrá acordarse, de lo que pensaba en 2014: "Falta presupuesto contra la pobreza... y sobra el Ministerio de Defensa"

El PSOE siempre ha defendido a los derechos de los migrantes; solo hay que recordar, por poner un ejemplo, el haber dado puerto al barco Aquarius, que generó no poca polémica, entre partidarios y detractores. El Partido Socialista siempre respaldó al pueblo saharaui, hasta que hace bien poco lo dejó en manos de la opción que consideró más adecuada, que no fue otra que Marruecos, creando un enojo que persiste a día de hoy con Argelia, ese país que nos da esa cosa tan cara que llamamos gas. El PSOE de hoy poco tiene que ver con el de ayer, y en ello influye la proyección personal de su secretario general, que se ve obligado continuamente a templar gaitas con su electorado y con los socios que le mantienen en el Gobierno por cambios de criterio o de estrategia.

Sánchez ya no se acuerda, o no querrá acordarse, de lo que pensaba a finales de 2014. En una entrevista concedida a EL MUNDO, un político bisoño decía convencido: "Falta más presupuesto contra la pobreza, la violencia de género... Y sobra el Ministerio de Defensa". Estos días serán un momento inigualable para que el hoy presidente le explique a Biden, es un decir, que es un converso y que donde ayer decía digo ahora dice Diego. Por suerte, le servirá en su defensa que lo del 'OTAN no, bases fuera' le pilló siendo un quinceañero y que, aunque le costó en un primer momento, su Ejecutivo ha mandado y manda armamento militar a Ucrania para que Zelenski se bata contra el ejército de Vladimir Putin.

Sánchez trata de aguantar en las riendas del Gobierno a cualquier precio: poco importa que el Gabinete sea un polvorín en el que convive con IU y Podemos o que la sociedad le dé la espalda, como ha sucedido en Andalucía con la mayoría absoluta obtenida en las urnas por el PP de Juanma Moreno. Lo que nadie se esperaba es que su discurso pudiese ser rubricado por Santiago Abascal... y eso ha pasado con la tragedia de la valla de Melilla. Todo estará bien si como pensaba Abraracúrcix, el jefe de la aldea gala de Astérix, el cielo no cae sobre su cabeza. Y eso puede que no suceda mañana.

Buena semana.

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