OPINION

Y el Goya al mejor actor de intriga es para... el ministro Ábalos

El ministro de Fomento, José Luis Ábalos
El ministro de Fomento, José Luis Ábalos
DIPUTACIÓN DE GRANADA

Qué fácil es montar una película de intriga. Es suficiente contar con un hecho que se quiere ocultar, una trama algo compleja para hacer trabajar el cerebro, algún personaje inquietante al que ni se le ve la cara y un actor o actriz principal que se meta en el papel hasta las trancas. Sin más, o sin menos. Lo de Pedro Almodóvar en la gala de los Goya en Málaga, en la noche del sábado al domingo, estaba dentro de lo previsible: su pugna era contra Alejandro Amenábar y el manchego ganó. Pero lo del ministro José Luis Ábalos y la 'película' sobre el encuentro con la vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, en el aeropuerto Adolfo Suárez-Madrid Barajas no entraba en la claqueta pero se ha llevado de calle la ‘taquilla’ de los medios de comunicación y también de las redes sociales: más carnaza fresca para el biespañismo que nos despierta cada mañana con un nuevo sobresalto.

Llegados a este punto, casi lo de menos es saber si el titular de la cartera de Transportes se reunió con la política venezolana, sobre la que pesa una prohibición para poner sus pies en territorio de la Unión Europea. Lo verdaderamente importante es si Ábalos mintió en algún momento para intentar desviar la atención de lo sucedido. Desde que se aireó el asunto hasta hoy mismo, parece claro que ambos se vieron, que el ministro le da poca o nula importancia al tema y que el presidente del Gobierno le ha cubierto con su protección. No se podía esperar menos de Pedro Sánchez, para quien Ábalos es una pieza clave de su Gabinete y una persona de su absoluta confianza; y Ábalos lo sabe.

El contacto entre Delcy Rodríguez y José Luis Ábalos en Barajas ha dado una ingente munición a la oposición en el Congreso de los Diputados, que ha visto en el valenciano una cabeza de turco con la que poder cobrarse la reciente derrota electoral. Veremos responder al presidente y al ministro próximamente en las Cortes, tratando de explicar qué y cómo pasó, comparecencia que solo servirá para seguir calentando el pim-pam-pum. Pero la aparición de Delcy Rodríguez también ha puesto de los nervios al gran amigo americano, que ha manifestado su preocupación por la 'película' de intriga del Ejecutivo español y está exigiendo cuentas a Moncloa porque "socava nuestras políticas". Enfadado que está EEUU.

Nada es casual, supongo. Esta semana que acabó ayer colocó también en suelo nacional al líder opositor Juan Guaidó, reconocido por el Gobierno de España como presidente de la Asamblea Nacional y presidente encargado de Venezuela, aunque sea Nicolás Maduro quien se mantiene con las riendas de la política local. La llegada de Guaidó se produjo en plenas réplicas del 'terremoto Ábalos'. El desplante del presidente Sánchez no pudo ser mayor: no recibió al opositor y, en su lugar, envió a la ministra de Exteriores a comerse el marrón. La torpeza en la estrategia permitió que el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, se convirtiesen de facto en los mayores defensores de Guaidó y de los venezolanos que se congregaron en las calles de la capital. 

El PSOE ha logrado hacerse con el poder gubernamental -con el apoyo inestimable de Unidas Podemos y ERC, entre otros- y estas cosas ya le parecen detalles sin importancia. Sánchez ha sido abducido por el 'fantasma de Moncloa' que embriaga a todos los presidentes españoles a toda velocidad y solo piensa en seguir su hoja de ruta; o la hoja de ruta que le dejen hacer sus compañeros morados de la bancada azul. Venezuela y Maduro no son territorios extraños para algunos miembros de UP y la no recepción a Guaidó por parte de Sánchez algo podría tener que ver en ello. Ahora en la 'gran izquierda' no hay ya enemigos -a la vista, claro- por lo que cualquier ataque se responde. Así lo hizo Pablo Echenique con Ábalos y Pablo Iglesias al hablar sobre la visita de Guaidó.

La guerra dentro del PSOE se insinúa importante. Guaidó ha sido la última excusa para poner sobre la mesa los posicionamientos dispares de Felipe Gónzález y José Luis Rodríguez Zapatero sobre una misma Venezuela que se ve con dos miradas bien distintas. Hace unas pocas horas perdió el Goya Amenábar, con una buena película que muestra el arranque guerracivilista y el ascenso de Franco. En la cinta, un delicado e ilustrado Miguel de Unamuno dice aquello de "Venceréis pero no convenceréis". Sánchez y Ábalos se han puesto de perfil, cuando lo que hace falta son luz y taquígrafos sobre lo sucedido. Pues eso.

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