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Bienvenido, Míster Mickey Mouse

Sánchez se ha traído a la matria una idea rompedora: convertir España en un gran escenario cinematográfico, algo que se viene haciendo desde antiguo y no nos hemos convertido ni en potencia económica por ello.

Pedro Sánchez, en EEUU.
Pedro Sánchez, en EEUU.
EFE

Estados Unidos se ha quedado de piedra con la presencia por aquellos lares de nuestro presidente del Gobierno, que ha hecho una gira con una hucha en la mano para tratar de atraer la atención de las grandes multinacionales hacia nuestro país. Pedro Sánchez ha osado cruzar el Atlántico con su cabello negro salpicado de canas, su dentífrica sonrisa y sus trajes impecablemente planchados que, todo hay que decirlo, le sientan como un guante. Sánchez caminando por las grandes avenidas estadounidenses se asemejaba a una estrella de Hollywood, rodeado de guardaespaldas como si fuese un personaje reconocible entre los rascacielos de la jungla americana.

Joe Biden no se ha dado por enterado, o sí, de que el secretario general del PSOE visitaba el lejano oeste. Lo normal habría sido que el inquilino de la Casa Blanca hubiese recibido al mandatario español; claro que para monólogos de pasillo, casi mejor uno se deja caer en los platós televisivos para fabricar noticia de cara a España, que hay que justificar la pasta que se ha gastado la Administración Pública en esta 'reconquista de América'.

Sánchez se ha conformado con unas frases bien medidas que le han granjeado jugosos titulares y unas fotos de estrella de televisión que han cautivado al público estadounidense, que ha comparado a nuestro Pedro con J. F. Kennedy y hasta con Superman. Reconozcamos que el 'producto' es comprable en el exterior: habla inglés con gran soltura, gasta buena percha y quiere acercar a España al socio americano, aunque al septuagenario Biden no le haya parecido suficiente para abrirle un hueco en su agenda.

Sánchez se ha traído a la matria una idea rompedora: convertir España en un gran escenario cinematográfico, algo que se viene haciendo desde antiguo y no nos hemos convertido ni en potencia económica ni en cartel de cine. En España, cuando era patria, han pisado los caminos botas con espuelas como las del Clint Eastwood, que ya está un poco mayor para hacer una secuela de El bueno, el feo y el malo. El presidente del Gobierno puso a disposición de responsables de Netflix, HBO, WarnerMedia, Disney y Activision la poderosa tarjeta de visita que es el enclave español; y para atraer voluntades reacias anunció un plan al que destinará 1.603 millones de euros para potenciar el sector audiovisual español, que incluye ventajas fiscales para las producciones que decidan ubicarse en España y la emisión de un visado especial para agilizar la llegada de profesionales.

Ya estarán haciendo las maletas con rumbo a la Península no pocas estrellas de la gran pantalla de Estados Unidos. Harrison Ford, para rodar una de Indiana Jones en los desiertos de Almería; Tom Cruise le da una vuelta a Misión Imposible; Meryl Streep, en una mejorada Memorias de África, en el Zoo de la Casa de Campo; Leonardo Di Caprio sueña con algún titánico hundimiento en las costas de Baleares; Brad Pitt, Julia Roberts y George Clooney estudian ampliar Ocean's en varios enclaves españoles en los que el sablazo, el robo o la trampa son marca de la casa; Scarlett Johansson piensa en una nueva superheroína de nombre por definir... Nunca el imperio de Mickey Mouse encontrará lugar mejor para impresionar al mundo.

La ausencia de Sánchez la ha aprovechado Yolanda Díaz para darle un par de garrotazos al jefe viajero. Sánchez es la cara y Díaz, la cruz (del primero). La vicepresidenta segunda ya avisa de que ella y los suyos no ven con buenos ojos que se dore la píldora a los fondos estadounidenses y a los grandes capitales. Pero eso a Sánchez no le importa; todo se arregla negociando esto o aquello o dando un poquito más a los del fondo del gallinero del hemiciclo.

Mientras el JFK español estaba en lo suyo, en la Cámara Baja se sacaba con dificultades la nueva reglamentación para los interinos, que estuvo en el alero hasta el final. El Gobierno necesita más apoyos de los que piensa y, a medida que avance la legislatura, precisará refuerzos, porque llegará el día en que PSOE o Unidas Podemos romperán el matrimonio para abocarse a elecciones y salvar trastos de la quema.

En municipios de la Comunidad de Madrid, de Andalucía, de Castilla y León... mantienen viva la presencia de cámaras, claquetas y focos que tras el grito de ¡Acción! sumergían a los vecinos en historias de cine en las que a veces aparecían como figurantes. España fue escenario de los 'spaguetti western', producciones españolas o italianas, fundamentalmente, que crearon hasta un género cinematográfico con joyas y bodrios, como cualquier otro.

Si los deseos de Sánchez se cumplen habrá que recibir como se merece a las comitivas que lleguen desde Estados Unidos: alguien en La Moncloa estará pidiendo ya una copia remasterizada de Bienvenido Míster Marshall para empaparse de cómo se hacen estas cosas.

"¡Ya están aquí! ¡Están subiendo la cuesta! ¡Ya están aquí!", dicen en la película de Luis García Berlanga segundos antes de que la comitiva de coches y motoristas americanos pase sin detenerse en Villar del Río, ante los ojos atónitos de Pepe Isbert.

Pero esta vez no va a ser así, ¿no?

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