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Cáncer | Lo único importante eres tú, lo único importante es vivir

La enfermedad ha disparado a la mujer luchadora y positivista con la que camino desde hace 32 años, que se ha sacado la bala mordiendo un paño de seda y hurgando la herida con un cuchillo desinfectado en Veuve Clicquot

Científicos diseñan un sistema de cultivo celular útil para avanzar en la investigación del cáncer
Lo único importante eres tú, lo único importante es vivir.
EUROPA PRESS

Llevo trabajando 38 años, 33 con contratos reglados y cinco colaborando a la pieza. Nunca trabajé gratis: las primeras colaboraciones me las pagaban a unas mil pesetas (6 euros) o menos la columna, si la información era buena; luego llegaron coordinaciones de suplementos, la Ciencia, los sucesos, el sector sanitario, la política... No me puedo quejar: he hecho Periodismo en el extinto Diario 16, El Mundo, El Confidencial y La Información, tratando siempre de ofrecer lo mejor. Hay quien no guarda buen recuerdo de mí, del mismo modo que hay otros a los que he ayudado a crecer profesionalmente. Estos 38 años han dado para mucho: me he casado con una periodista con la que estudié en la Complutense, somos padres de una hija, que llegó el día de la Lotería de Navidad pero sin décimo bajo el brazo, y fuimos putativos de un golden retriever y una labradora chocolate que nos dieron amor incondicional mientras reventaban muebles y llenaban todo de pelo.

Por el camino he encontrado personas maravillosas, seres horribles, peligrosos personajes, inseparables almas... En ese ir y venir se quedaron mi gran compadre Ángel Ibáñez, también juntaletras, la mujer de mi mejor amigo, mi padre (antes, en 1978, se fue mi madre), mi prima Cristina con la luminosidad de sus ojos azules, compañeros, conocidos... Cosas de la vida, que cuando juega con la muerte tiene la mala costumbre de perder o dejarse ganar. Este maldito año 2021 que recién ha terminado solo el coronavirus se ha llevado 34.670 personas (89.405, desde el inicio de la pandemia), ha infectado en España a más de 6 millones de personas y ha dejado secuelas a miles de ellas. Otras enfermedades han segado decenas de miles de vidas; muchas más que la Covid, aunque el pavor que genera el virus ha hecho que, inconscientemente, perdamos el miedo al resto de amenazas: cánceres, enfermedades del corazón, accidentes cardiovasculares... De hecho, el colapso en la Atención Primaria y, también, en el ámbito hospitalario, han retrasado diagnósticos de enfermedades altamente peligrosas. Pocos recursos para muchas necesidades... y los políticos de todos los colores, entre tanto, dando por saco en lugar de edificar un sólido edificio sanitario con recursos económicos y humanos suficientes. Ya les vale.

Al cáncer pocos le llaman así, salvo quien lo tiene. En Prensa escribimos 'tras larga enfermedad', que es un cáncer de mierda que ha dicho 'the end' al artista invitado

La vida es finita; empieza a acabar nada más nacer y nada ni nadie puede frenar ese tránsito. Es más, la muy canalla nos recuerda que la inmortalidad, al margen de la religiosa que cada cual administra como sabe, puede o quiere, solo quedará grabada en los hechos, los escritos, las obras, el prójimo y en los que hablen de ti, para bien o para mal. Muchos, la mayoría, vivimos en una realidad que nos entierra en el consumismo, en el deseo de lo innecesario, en la envidia ponzoñosa... y eso que venimos de un pasado en que las habas estaban contadas, los regalos navideños no existían y los de Reyes estaban tasados. Muchos esfuerzos para mantener el tipo indemne sin que reviente la cuenta corriente navegando en una inflación desconocida que a los que mandan parece que les hace gracieta mientras al resto nos aprieta el gaznate. Con una inflación disparada, los sueldos de los peones de este inmenso ajedrez se quedarán congelados: igual dinero con precios más caros, neveras vacías y guillotina en los sueños. No hay que preocuparse, en nada la luz ya costará menos que en 2018 o 2001. La cosa es tirarse el pisto.

Este acabado 2021 ha sido nefasto para empresas, empresarios, trabajadores, centros de estudios, estudiantes, hospitales, sanitarios, transportes, ocio... para todo, un desastre. En lo personal, la enfermedad mala del cáncer ha disparado a la mujer incombustible, rocosa, combativa, luchadora y positivista con la que camino desde hace 32 años, que se ha sacado la bala maldita del cuerpo mordiendo con fiereza un pañuelo de seda y hurgando en la herida con un cuchillo desinfectado con un chorro de Veuve Clicquot Rosé, precalentado al fuego. Al cáncer pocas personas le llaman cáncer, salvo los que lo tienen. Cuando los famosos o personajes ilustres fallecen de cáncer, en los periódicos solemos escribir eso de 'tras una larga enfermedad', que no deja de ser un cáncer de mierda que ha dicho bajito o a gritos 'the end' al artista invitado. La mala salud a veces nos visita: en algunas ocasiones como avanzadilla y, en otras, con la artillería pesada lanzando zambombazos. Cuando es cáncer hay que decir cáncer; vamos, yo moriría a regañadientes de un infarto o de un ictus -que ya me dio un susto de 'avanzadilla'- pero me molestaría enormemente que en mi necrológica alguien dijese eso de 'larga enfermedad' o 'de forma inesperada'. Nos ha fastidiado... como si se viese venir de lejos ahí nos íbamos a quedar mirando.

La Sanidad es mágica: igual te recolocan la clavícula que te sacan la muerte que trata de hacerse un hueco en tus entrañas

Para curarse del qué dirán habría que seguir el consejo llevado a la práctica por el periodista Javier Ortiz, que se adelantó a La Parca e hiló su propia semblanza el 24 de enero de 2007, con tiempo suficiente para morir el 28 de abril de 2009: "Os he dejado de archivo una humorada. Se trata de mi obituario. O mi necrológica, o como queráis llamar a eso. La he escrito porque no quisiera que el día en que me muera cualquier gacetillero inútil arruinara mi muerte con una necrológica burocrática y de circunstancias".

La Sanidad es mágica y los sanitarios, prestidigitadores que igual te recolocan la clavícula de un latigazo que te sacan la muerte que trata de hacerse un hueco en tus entrañas. Mi reconocimiento 'in aeternum', digo mientras me disfrazo de asintomático sentimental. Prefiero no pensar, aunque pienso, qué habría pasado si los resultados de mi pareja-compañera hubiesen sido malos tras casi nueve meses de lucha, aunque se ha hecho el milagro de que esté limpia de cáncer. Prefiero no decir, aunque digo, que en caso contrario el aire no tendría oxígeno, en el suelo no habría tierra y en el cielo no hallaría luz. Hoy me volveré a poner la careta impenetrable de inmutable, no vaya a ser que en un descuido se dé cuenta de lo que siento.

Buen día y mejor año. Y apoyo verdadero para la Sanidad y la investigación, que al final nos mantienen vivos.

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