OPINION

1-O: el octubre más duro empieza mañana

Cientos de personas participan en una manifestación que ha pasado por delante de los juzgados y por las calles de Sabadell para reclamar la puesta en libertad de los siete miembros de los CDR que ingresaron el jueves en prisión. EFE/ Susanna Sáez
Cientos de personas participan en una manifestación que ha pasado por delante de los juzgados y por las calles de Sabadell para reclamar la puesta en libertad de los siete miembros de los CDR que ingresaron el jueves en prisión. EFE/ Susanna Sáez

Mañana es uno de octubre. El 1-O, la fecha en el calendario de 2017 en la que se celebró en Cataluña el referéndum ilegal para decidir sobre la independencia de esta comunidad autónoma con respecto a España.

En el lío catalán hay muchas fechas significativas, pero el 1-O marca una especie de camino sin retorno que los políticos secesionistas iniciaron y que llevó a la aplicación del artículo 155 de la Constitución, para intervenir la autonomía, la detención y enjuiciamiento de algunos de los líderes del movimiento independentista y el camino del exilio para los que no tuvieron el arrojo de responsabilizarse de sus actos.

Así, mientras Oriol Junqueras mira a una bombilla del techo en su celda, Carles Puigdemont pasea encorbatado por Europa y vive en una mansión en Waterloo desde la que sigue arrogándose la titularidad de las riendas de Ejecutivo catalán, aunque el presidente es Quim Torra.

Mucho ha llovido desde el 1-O y las cosas poco han cambiado. O han cambiado mucho: la detención de un grupo de CDR que habría trabajado según la instrucción judicial en la fabricación de explosivos para aumentar la tensión en Cataluña recuerda con pavor otros tiempos olvidados, por fortuna.

Arrancará el 1-O y habrá que ver cómo se mueve la calle, parte de la cual está encabronada por los arrestos y encarcelamientos de CDR. Las detenciones de la semana pasada han colocado a cada uno, a cada partido, en una casilla del tablero de juego: a un lado, los que ven con extrema preocupación las supuestas actividades de los ahora encarcelados bajo acusación de terrorismo; al otro, los que respaldan, sin fisuras, a los siete arrestados.

Pero, aún así, esto no es lo peor. En los próximos días o semanas se dará a conocer la sentencia del procés y su contenido puede poner patas arriba a la sociedad y a los políticos catalanes. Todo parece coincidir en un alarmante cóctel: CDR presos, tensión en las calles, runrún de la sentencia del procés, guerra de Torra con las pancartas, enganchadas en el Parlament...

Y en medio de este revoltijo, asoma desde Cuelgamuros la exhumación de Franco, que acabará en el cementerio del El Pardo más pronto que tarde y que ha caldeado al país por la derecha.

Solo faltaba un poquito más de presión, y ahí aparecen las elecciones del 10-N, constatación de la incapacidad de negociación entre políticos ombliguistas donde los haya.

Arranca mañana octubre y hay nubarrones en el cielo.

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