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El ministro Alberto Garzón, la carne de pescuezo y el cero a la izquierda

El ministro de Consumo se ha quedado más solo que la una en su discurso sobre la carne. Cuando el Gobierno en pleno no sale en tropel en tu apoyo ha llegado el momento de marcharse a casa.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, durante el pleno del Congreso de los Diputados este miércoles en Madrid.
El ministro de Consumo, Alberto Garzón, durante un pleno del Congreso de los Diputados.
EFE

Las Matemáticas son, para algunos alumnos, el 'coco escolar' que asigna cates a diestro y siniestro por desbarrar en la resolución de ecuaciones, divisiones o derivadas. El que no ha coleccionado un cero esférico en 'Mates' no sabe lo que es sufrir el ataque del mínimo común múltiplo y del máximo común divisor armados con equis, 'igriegas' y zetas disparando ráfagas de Pi, calibre 3,1416. El cero tiene la particularidad de que, en función de la posición que ocupe, incrementa el valor de los números o es luz de gas. Así un cero a continuación de un 1 multiplica por 10 el valor de 1. Por el contrario, un cero delante de un 1 no aporta valor, como tampoco lo hace delante de cualquier otra cifra por baja o elevada que esta sea. De las personas también se dice que hay algunas que a veces son un cero a la izquierda, lo que viene a significar que no pintan nada, no aportan juicio, equilibrio, seso, trabajo... Vamos, que no suman ni restan, pues valen cero.

El ministro de Consumo, Alberto Garzón, a decir de sus colegas de Gobierno, es un cero a la izquierda por el hecho de que lo que dice ni vale ni cuenta para el poder socialista en Moncloa. Después de que Garzón hablase a un medio británico sobre que las macrogranjas españolas contaminan, maltratan a los animales y producen carne de baja calidad, la titular de Educación, la de Defensa y la Portavoz del Ejecutivo se apresuraron a decir que ese señor que lleva la cartera de Consumo no habla en nombre del Gobierno; lo hace a título particular y personal. Curioso.

Garzón, que no es ningún iletrado, se ha quedado más solo que la una cumpliendo fielmente su papel de cero a la izquierda. Cuando el presidente del Gabinete y tus compañeros de Consejo de Ministros -salvo los de tu coalición- no salen en tropel en tu apoyo ha llegado el momento de recoger el lapicero y la goma de borrar verde de Milan y marcharse a casa. Garzón no lo ha hecho... y probablemente no lo hará. Se ha llevado la del pulpo al tiempo que los pupilos y pupilas de Pedro Sánchez le gritaban eso tan infantil de 'No te ajunto', pero no ha tenido la gallardía de arrojar la toalla. Se entiende, en el fondo: renunciar sería casi igual a decir adiós a la vida parlamentaria en la que ha pasado diez de sus 36 años.

Cesar a Garzón no es tarea fácil. Es una de las cinco carteras de UP en las que Pedro Sánchez no tiene ni voz ni voto, lo que le convierte en un cero a la izquierda

Garzón pensará a pies juntillas lo que ha dicho de las carnes que se exportan o de las que se comercializan en España aunque no se dé cuenta de que las normativas europeas y la legislación española están para algo: para cumplirse. Y si la norma no se cumple, se sanciona al responsable o se clausura el negocio que corresponda. Decir que hay instalaciones ganaderas que maltratan a los animales o que producen carnes de baja calidad, de ser cierto, no se puede despachar en una entrevista en 'The Guardian', que queda muy bien para la galería: ha de comunicarse a los juzgados o las inspecciones administrativas que corresponda. No hacerlo, y más aún cuando de un miembro del Gobierno de España se trata, coloca al interfecto en una situación cuando menos compleja.

Puede que Alberto Garzón crea que sigue ocupando un escaño perdido en el Congreso de los Diputados y no uno de los sillones del Consejo de Ministros. Desde el atril de la Cámara Baja hay que escuchar, en ocasiones, insultos, acusaciones, falsedades... Cuando se es parlamentario se puede llegar a admitir pulpo como animal de compañía; como ministro, no.

Es hasta ridículo poner ejemplo equiparables, pero imaginemos por un momento que Grande-Marlaska dijese sin pestañear que en las cárceles españolas se maltrata a los presos; o que Margarita Robles afirmase que hay actitudes golpistas en algunos altos mandos del Ejército; o que la titular de Hacienda asegurase que hay deudores del fisco a los que no se persigue… Y ninguno de ellos adoptase las medidas pertinentes para corregir las situaciones descritas. Imposible.

Claro que cesar a Alberto Garzón no es una tarea fácil. Forma parte de la cuota de cinco carteras de Unidas Podemos en las que Pedro Sánchez parece que no tiene ni voz ni voto, lo que le convierte, en este menester al menos, en otro cero a la izquierda.

Buena semana.

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