OPINION

España, en manos de Casado (aunque se tenga que tragar un sapo)

Pablo Casado vota. / EFE
Pablo Casado vota. / EFE

Ya es 11 de noviembre. Y estamos igual -o peor- que el 10. No hay mayoría ni de derechas ni de izquierdas, aunque, el arco parlamentario se altere seriamente. Un Congreso de los Diputados en el que Ciudadanos se volatiliza y donde Vox se convierte en un gigantesco caballo de Troya, con un resultado realmente espectacular que le coloca como tercera fuerza política. Muchos españoles han virado hacia la extrema derecha tal y como ha venido sucediendo en no pocos países de Europa... y aquí no iba a ser diferente.

Pedro Sánchez ha pinchado, cuando pensaba que subiría muchos escaños: Podemos cae y se ha aguado; Cs ha entrado en fase de extinción... Sólo el PP ha sacado (relativa) tajada al alza, pero muy lejos del espaldarazo de Vox, que es el gran ganador de los comicios.

Sánchez ha naufragado en su intento por salir reforzado electoralmente. España estaba bloqueada en septiembre y sigue bloqueada ahora. La sombra de la ingobernabilidad permanece presente como si estuviéramos inmersos en un obsesivo día de la marmota.

Los números no dan. Sólo un diabólico proyecto Frankenstein permitiría a Sánchez seguir en La Moncloa, pero para ello necesitaría el apoyo de propios y extraños, pasando, lógicamente, por los independentistas catalanes, que no están muy contentos con la sentencia que ha enchironado a sus líderes y que solo quieren que el presidente del Gobierno en funciones abra las celdas y, de paso, haga un guiño a la secesión catalana.

Albert Rivera, que era una especie de 'esperanza blanca' dispuesta a casi todo, ha descarrilado por sus torpezas políticas, que han llegado a bordear la mofa en las últimas horas de la campaña electoral. Cs se ofrecerá ahora con su puñado de diputados para lo que haga falta, pero precisamente quién no hace falta ya en estos momentos es la formación naranja.

Pablo Casado pinchó en abril y, este 10-N, ha remontado. En el PP del palentino está la solución política para el país, que no pasa por otra cosa que por la Gran Coalición PSOE-PP o por permitir gobernar a Sánchez con una abstención.

La Gran Coalición parece impensable en España: meter en el mismo barco a socialistas y populares se aproxima al milagro. Pero ahí debiera estar la clave. Casado tiene oportunidad de demostrar si es un hombre de Estado o si simplemente es un político más que busca su poltrona. El PP tiene la llave del desbloqueo mediante una especie de regresión al bipartidismo. Un desbloqueo en el que Pedro Sánchez debería comulgar con ruedas de molino y guardar en el cajón algunas de sus propuestas mas rompedoras en espera de más respaldo en las urnas. O eso u otras elecciones... hasta que salgan las cuentas.

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