Posdata

La enfermedad y la muerte

"Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la Luna y bebe pensando en que mañana quizá la Luna te busque inútilmente".

La luna llena durante la fase final del eclipse total, sobre una figura ecuestre del Apóstol Santiago en la Plaza del Obradoiro
La Luna , junto a una figura ecuestre del Apóstol Santiago en la Plaza del Obradoiro.
EFE

Jueves, 22 de agosto de 2013

  • Querido colega: aún recuerdo aquella primera vez que nos conocimos en un congreso mundial sobre el genoma humano que se celebraba en Valencia. Compartimos entrevistas con premios Nobel, algunas risas y algún que otro cotilleo sobre periodistas y Periodismo. Hablo de la prehistoria, pues todavía éramos muy jóvenes. También hoy lo somos, aunque de mente. Ya solo se me ocurre desearte lo mejor del mundo en lo profesional y con la familia. Eso sí, cuídate mucho, haz como decía el gran Omar Khayam:
    ​‘Puesto que ignoras lo que te reserva el mañana, esfuérzate por ser feliz hoy. Toma un cántaro de vino, siéntate a la luz de la Luna y bebe pensando en que mañana quizá la Luna te busque inútilmente’.
    ​Un fuerte abrazo y hasta siempre.
    ​Paco Rego

Uno es persona cuando siente y palpita en las emociones. Me he tomado la libertad de reproducir la respuesta de mi apreciado Paco Rego al correo electrónico con el que me despedía en 2013 de la Redacción de EL MUNDO tras 24 intensos años y haber sido parte del equipo fundador del periódico. Paco se ha ido sin decir adiós el pasado jueves. La Luna salió a su encuentro y lo buscó inútilmente, pero ya no estaba.

Paco miraba, escuchaba, respiraba, preguntaba, sentía y, después, escupía tinta sobre un papel escribiendo historias humanas. Rego era un buen periodista, reportero, entrevistador, conversador, fumador desde cuando las redacciones eran mezcla fifty-fifty de materia gris y humo. Y güisqui caliente para el coleto. Eligió ser periodista científico cuando en España la Ciencia era casi cosa de magia y los científicos, sabios locos de atar. Rego escogió, tiempo antes, ser médico. Me contaba cómo sus vecinos, en su Galicia natal, le visitaban para que les viese en consulta cuando todavía era un estudiante de bata blanca. No le gustaba nada jugar ese papel. Probablemente se negaba a admitir lo que les pasaba y, lo que era peor, lo que les iba a pasar a sus pacientes. Es lo que tiene la Medicina, que trata de estar siempre en el lado de la vida y la salud pero con frecuencia se precipita hacia la enfermedad y, en última instancia, la muerte.

La enfermedad y la muerte de los seres queridos causan más estragos en uno mismo que la inmediatez del final propio

Cuentan que Paco se había vacunado contra el coronavirus y que se encontraba regular. Él, que tanto había rebuscado en las tripas de la Covid y en las de los males que golpean a nuestro mundo. Siempre guardaré un lugar en el recuerdo para este sin par gallego de grandes ojos tras los cristales de sus gafas graduadas que llevaba encadenados en su ADN los genes de la bondad. Qué jóvenes y qué viejos, recordando ahora esos lejanos años 80 del siglo pasado, donde las crónicas se escribían en máquinas Olivetti y en papel pautado. Quien no ha tecleado en una Redacción a rebosar desconoce la trepidante música del metal contra el carro negro y el ‘clin’ de la campana del final de línea; redacciones con copas de licor sin hielo sobre la mesa, ceniceros desbordados por colillas, partidas de póker en la madrugada y latas de fabada tras el cierre en los antros de 'las tres pés': policías, putas y periodistas. Información en blanco y negro con sangre, sudor y lágrimas.

La existencia humana, con la inteligencia y la razón, comprendió que, de cuando en cuando, llegará la enfermedad y, siempre demasiado pronto, aunque realmente sea tarde, la muerte. La enfermedad y la muerte de los seres queridos causan más estragos en uno mismo que el padecimiento o la inmediatez del final propio. Esto solo lo saben los que tienen pareja, hijos y amigos... familia, en definitiva, y la aman.

Hoy toca servirse vino y mirar a la Luna. Ella estará siempre allí aunque nosotros nos hayamos ido. Me lo dijo Paco Rego

La enfermedad y la muerte nos igualan a todos como seres humanos y nos muestran la levedad de ser. El dolor, los miedos, los interrogantes, la ansiedad y el sufrimiento hacen tabla rasa entre un magnate de la lista Forbes y un mendigo arropado por cartones sucios. El dejar de ser nos convida a un baile de espejos donde todos los muertos son muertos.

La razón humana pierde todo su sentido cuando la enfermedad llama a tu puerta familiar, asesta una puñalada insoportable que atraviesa el corazón y desbarata la existencia; si la enfermedad se transforma en muerte no hay consuelo que pueda curar ni lágrimas que aplaquen el dolor.

Hoy en esta columna no hay política ni economía; no hay sucesos, noticias ni exclusivas. Hoy toca, por la noche, a la fresca, servirse vino y mirar cara a cara a la Luna. Ella, llena, creciente o menguante estará colgada allí. Ella estará siempre aunque nosotros nos hayamos ido. Me lo dijo Paco Rego.

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