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Quién gana y quién pierde en el culebrón del PP

Casado, cuando vaya hoy a la reunión de su Comité de Dirección, pensará en quién le habrá mandado meterse en semejante lío contra una mosquita muerta que le ha salido avispa.

El líder del PP, Pablo Casado conversa con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso durante el desayuno informativo del Foro de la Nueva Comunicación celebrado el martes en el Casino de Madrid. 25/01/2022
Pablo Casado conversa con Isabel Díaz Ayuso.
EFE

La vida política tiene episodios cainitas. Desde la recuperación de la democracia, compañeros, camaradas o colegas han tratado de aniquilar a sus enemigos más íntimos, pero el culebrón de Pablo Casado con Isabel Díaz Ayuso es un docudrama de alto voltaje que ha puesto patas arriba al PP, al que lo último que le faltaba era un combate entre el 'capo' y la 'capesa'. El Partido Popular viene de vivir la 'ejecución política' de Mariano Rajoy tras caerle la del pulpo ante la Justicia a la formación de la gaviota, cuando van Casado y Ayuso y siembran la calle de Génova de problemas a las puertas del número 13. ¡Vaya tropa!, que diría el gallego parafraseando al conde de Romanones, que logró uno por uno el respaldo de quienes debían auparle a un puesto público importante pero al que luego no votó "ni el Tato".

No voy a aburrirles con el caso de las mascarillas del hermano de Díaz Ayuso, que estarán hasta el gorro de leer, escuchar y ver. Den por hecho que al final será la Justicia quien dictamine si ha habido o no algo indebido en la adjudicación de la polémica y si ello pudiera afectar a la presidenta de la Comunidad de Madrid, a la vista de que la oposición PSOE-Más Madrid-UP ha puesto en manos de la Fiscalía el asunto. Las tres formaciones de izquierdas se frotan los ojos incapaces de entender la munición que el PP les ha facilitado sin tener que mover un dedo.

La verdad es que, a efectos prácticos, en estos momentos da igual quién (Casado o Ayuso) tiene o no la razón en este espectáculo, salvo en lo que respecta al daño ético o personal que se haya podido causar a propios o extraños, dado que la herida desangra ya al PP, que asiste atónito a un duelo que se ha escapado de las manos pese a que la dirección nacional ha recogido velas tratando de cerrar un boquete para el que no hay sutura en España.

El principal ganador es Vox, que ha recibido un espaldarazo indirecto del que darán cuenta las próximas encuestas

Es por ello que, como en todos los choques, la pelea en vivo y en directo de Casado y Ayuso tiene ya ganadores y perdedores sin haber terminado el combate. Pase lo que pase, el presidente nacional del PP ha perdido al no haber gestionado con tino un asunto que debía de resolverse 'en familia'. Díaz Ayuso, por contra, ha ganado presentándose como víctima del aparato de su partido y siendo refrendada en las calles; la concentración de ayer en la sede de Génova es una prueba de ello. Su 'caso' ha de quedar aclarado totalmente para que no pueda volverse nunca contra ella; unas explicaciones de Tomás Díaz Ayuso, si las diese, podrían ayudar a ello.

Pero en este relato hay más vencedores. Pedro Sánchez se frota las manos viendo cómo se desmadejan sus oponentes principales en el Congreso de los Diputados, autonomías y ayuntamientos. Pero el principal ganador es Santiago Abascal que, sin comerlo ni beberlo, ha recibido un espaldarazo indirecto del que darán cuenta las próximas encuestas de opinión. Vox, que ha demostrado hace pocos días en Castilla y León que tiene cuerda para rato, se va a beneficiar sin despeinarse de la guerra fratricida popular. Moreno Bonilla, que igual estaba pensando abrir el melón electoral, le dará una pensada temiendo que las bancadas del Parlamento de Andalucía se tiñan más de 'verde Vox'.

Y si hay más vencedores, también hay más vencidos. El secretario general, Teodoro García Egea, se ha inmolado. Hay barones que han pedido su cabeza y en esta guerra todo puede pasar. Por su parte, Ángel Carromero, que ha dimitido, ha sido la primera víctima efectiva del fuego amigo. Pero, las nubes sobrevuelan a algún otro alto cargo del Ayuntamiento de Madrid, lo que indirectamente 'toca la cara' de José Luis Martínez Almeida, que si ya tenía que comerse a diario el desgaste de ser portavoz nacional del PP ahora tiene que arbitrar en un coliseo enfurruñado, además de que deba de depurar lo que haya que depurar si alguien de su equipo ha hecho cosas que no debía.

El Comité de Dirección es 'el Comité de Casado'; es difícil escribir versos que no estén en el poemario del presidente

Pablo Casado se reúne hoy con su Comité de Dirección para abordar la patata caliente que el partido tiene encima. Allí estarán García Egea, Martínez Almeida, Ana Beltrán, Pablo Montesinos, Ana Pastor, Antonio González Terol, Elvira Rodríguez, Jaime de Olano, Cuca Gamarra, Javier Maroto, Dolors Montserrat y los presidentes del Comité Electoral y del Comité de Derechos y Garantías. Este último depende de Andrea Levy, que se encargará de archivar el expediente informativo abierto a Ayuso y que Casado ya ha anunciado que se meterá en un cajón, a la vista del terremoto en marcha.

El Comité de Dirección es 'el Comité de Casado', como en su día tuvo el suyo Rajoy; es complicado que nadie escriba versos que no estén en el poemario del presidente nacional. Que García Egea caiga para evitar que el incendio llegue a Casado es una posibilidad que dirigentes regionales están reclamando para calmar los ánimos. Vamos, lo que viene a ser una limpieza pero pasando solo un trapo por encima sin menear mucho el polvo, que luego se queda en el ambiente y hace toser.

Casado, cuando vaya hoy de camino a la que puede que sea la reunión política más importante de cuantas ha celebrado desde que es presidente del partido, pensará en quién le habrá mandado meterse en semejante lío contra una mosquita muerta que le ha salido avispa. El futuro inmediato del PP es oscuro y le cargará con una pesada losa hasta que la formación pase página. Hoy se verán las caras los miembros de un Comité de Dirección, con Casado al frente, dispuesto a salvar los trastos que, al fin y al cabo son los propios.

Los errores se pagan y el cobrador ronda ya el 13 de la calle de Génova.

Buena semana.

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