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San Pedro negó tres veces a Jesús; Pedro Sánchez, muchas más a Bildu

La irrupción de la formación abertzale en el escenario del Gobierno ha agitado la vida política española, que no olvida los crímenes de ETA.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso.
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez.
EP

Me meto en un jardín. Lo sé. Mas no puedo dejar de hacerlo tras una semana en la que el Gobierno ha pasado el primer trámite parlamentario de sus Presupuestos Generales del Estado tras rechazar el Congreso de los Diputados las enmiendas a la totalidad, lo que habría supuesto la devolución al Ejecutivo del proyecto de cuentas públicas. Lo ha hecho con el respaldo del PSOE, Unidas Podemos, ERC, Cs, PNV, Más País, Nueva Canarias, PRC, Teruel Existe, Compromís, varios diputados de PDeCAT y EH Bildu.

La irrupción de los abertzales en el terreno de juego ha incendiado buena parte del país. Su coordinador general, Arnaldo Otegi, se ha mostrado dispuesto a aprobar los PGE y ha puesto en bandeja al vicepresidente segundo del Gobierno de España, Pablo Iglesias, la oportunidad de sentar cátedra y jugar a ‘presidente bis’. El líder de UP no ha dejado margen para la imaginación: "La disponibilidad de la EH Bildu para votar sí a los PGE es una buena noticia. Demuestra responsabilidad y compromiso para avanzar con políticas de izquierdas. El bloque de investidura se refuerza y será de legislatura y de dirección de estado". Pablo Iglesias dixit.

De las palabras tuiteras del líder morado se desprende que la formación de Otegi queda políticamente al mismo nivel que el PSOE; también al de Unidas Podemos, claro está. No es nada fácil -por no decir imposible- explicarle a los ciudadanos que quienes ampararon o soslayaron el terrorismo de ETA -que asesinó a 864 personas e hirió a miles desde su primer atentado en el lejano año 1968- se vayan a sentar ahora a la mesa de las decisiones del Estado, aunque sea en un rinconcito.

Desde el 11 del 11 de 1918 todo el mundo conmemora el Armisticio de la Gran Guerra y rinde homenaje a las víctimas de la contienda. Han pasado nada más y nada menos que 102 años de aquello y no hay olvido. El 20 de octubre de 2011 ETA anunciaba el cese definitivo de su salvaje violencia terrorista y el 3 de mayo de 2018 comunicaba su autodisolución. Ambos movimientos obedecían sin duda a la incapacidad de seguir adelante con su maquinaria de muerte y a la acción sin tregua de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. No es ni posible ni deseable olvidar 864 crímenes. No lo es.

En estos días he podido escuchar y ver vídeos del hoy presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmando y reafirmando que nunca llegaría a acuerdos con la izquierda abertzale. Viene de lejos la cosa. En 2015, cuando Sánchez soñaba con llegar a La Moncloa y ocupaba por primera vez la secretaría general del PSOE, decía: "Con Bildu no vamos a pactar; si quiere se lo digo cinco veces o veinte. Con Bildu no vamos a pactar; con Bildu, se lo repito, no vamos a pactar. Si quiere se lo repito otra vez". En 2019, en la segunda etapa al frente del los socialistas tras haber dimitido del cargo, insistía: "Con Bildu no se acuerda nada". A buen entendedor pocas palabras bastan, salvo cuando las palabras no significan lo que dicen que significan.

Lo que en un momento impedía dormir tranquilo a Pedro Sánchez hoy es como una pastilla de Lorazepam sin receta

Ahora nos desayunamos con Bildu alineado con el Gobierno de un presidente socialista -con José Luis Rodríguez Zapatero se disolvió ETA- que es cuestionado por muchos socialistas de la quinta de aquellos que caían bajo las balas de ETA; por muchos socialistas que tampoco entienden la aventura política de Sánchez, que se ha ido rodeando de formaciones que tienen entre su hoja de ruta dinamitar los cimientos del Estado. Cierto es que el socialismo de la Transición debía evolucionar, como es natural. Pero las comparaciones entre aquellos socialistas y parte de los de hoy en día, su secretario general entre ellos, revuelven las tripas. Qué pensaría Ernest Lluch de todo esto. O Enrique Casas, Francisco Tomás y Valiente, Fernando Múgica, Fernando Buesa y así hasta doce políticos del puño y la rosa asesinados por ETA, sin contar votantes y simpatizantes que vieron segadas sus vidas en atentados.

En el PSOE hay ruido de sables y en el PP indignación por kilos. Qué canción compondría con sus baquetas en la batería Miguel Ángel Blanco. Qué opinarían Gregorio Ordóñez, Alberto Jiménez-Becerril y su esposa... Negro sobre blanco: a los asesinos se les tiene que aplicar la ley con toda su dureza. El que premeditadamente quita la vida a otro ha de penar lo que la Justicia indique. Los crímenes a sangre fría, a cañón tocante, por la espalda o con bomba nunca pueden quedar impunes y la Justicia ha de sentenciar, ciegamente, por los hechos. En las cárceles españolas hay asesinos de distinto pelo. Entre ellos, los de ETA. Condenados.

El presidente ha renegado de Bildu en muchas ocasiones. Ha sido persistente. A otros por menos les citaron en un libro

También en estos días se ha levantado la alarma por el acercamiento al País Vasco de presos de la organización terrorista. Y por la salida de los módulos de aislamiento penitenciario de algunos condenados de la banda. Ambas medidas han sido celebradas por organizaciones abertzales. Hace ya casi diez años del último muerto por ETA y algo menos de su cese terrorista. Muchas cosas han cambiado en ese tiempo: el bipartidismo ha claudicado y la tensión política para el mantenimiento del Gobierno de coalición ha ido en aumento. A la 'anexión' de Podemos al Ejecutivo se han sumado los guiños y flirteos con los independentistas catalanes y, ahora, es el turno de los vascos.

A Pedro Sánchez se le han ido olvidando los peldaños que ha ido subiendo en su ascenso a los mandos del Consejo de Ministros. Lo que ayer no valía hoy es de recibo; lo que tiempo atrás era yu-yu ahora ni quita el hipo. Lo que en un momento impedía dormir tranquilo hoy es como una pastilla de Lorazepam sin receta. Sánchez ha renegado de Bildu en numerosas ocasiones. Ha verbalizado su distancia política con el mundo abertzale una y otra vez. Ha sido persistente en ello. Ha negado la mayor (y la menor) a los de Arnaldo Otegi, por activa y por pasiva. A otros por menos les citaron en un libro. Solo le falta llorar.

Del Evangelio, según San Lucas 22, 54-62.

  • "Entonces le prendieron, se lo llevaron y le hicieron entrar en la casa del Sumo Sacerdote; Pedro le iba siguiendo de lejos. Habían encendido una hoguera en medio del patio y estaban sentados alrededor; Pedro se sentó entre ellos. Una criada, al verle sentado junto a la lumbre, se le quedó mirando y dijo: 'Este también estaba con él'. Pero él lo negó: '¡Mujer, no le conozco!'. Poco después, otro, viéndole, dijo: 'Tú también eres uno de ellos'. Pedro dijo: '¡Hombre, no lo soy!'. Pasada como una hora, otro aseguraba: 'Cierto que este también estaba con él, pues además es galileo'. Le dijo Pedro: '¡Hombre, no sé de qué hablas!'. Y en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo, y el Señor se volvió y miró a Pedro, y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando le dijo: «Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces». Y, saliendo fuera, rompió a llorar amargamente".
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