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Sánchez y Biden, 'best friends': los 'yanquees go home' se quedan

Tragarse un par de destructores EEUU no es nada para el presidente, que ha de engullir a diario los sapos de sus socios de Gobierno, sus tropiezos verbales por el asalto a la valla de Melilla, los malos datos económicos...

Pedro Sánchez saluda a Joe Biden en la primera jornada de la cumbre de la OTAN.
Pedro Sánchez saluda a Joe Biden en la primera jornada de la cumbre de la OTAN.
EFE/Brais Lorenzo

España está sacando pecho con la celebración de la Cumbre de la OTAN en Madrid, que ha acogido a los mandamases mundiales que se aglutinan alrededor de la Alianza Atlántica. Todo era bonito y brillante, hasta que asomó la patita a las nueve de la mañana el dato adelantado del IPC, que ha rebasado la barrera psicológica del 10% para situarse en el 10,2%. La imagen es la imagen, y el mordisco de la inflación disparada por el alza de precios de los alimentos y los carburantes ha circulado de boca en boca por el Ifema. Organizaremos bien, pero tenemos el agua a la altura del cuello.

Pedro Sánchez está como pez en el agua saludando presidentes y primeros ministros, haciéndose fotografías y trabando lazos que en un futuro pudieran serle de utilidad. Un apretón de manos al portugués António Costa -el secretario general del PSOE nunca le perdonará al luso que le cambiase el nombre, por error-, un saludo-beso con el francés Emmanuel Macron, un duelo de guapos frente al canadiense Justin Trudeau… Pero el visitante más deseado de Sánchez es un señor que en unos pocos meses será octogenario y que pasea con un puñado de destructores bajo el brazo y rollizos fajos de dólares en los bolsillos. Sánchez cree que él y Joe Biden son 'best friends', obviando que en estos tándems siempre hay uno que da más, se expone más y sufre (o sufrirá) más. Y ese 'uno' no es el que viaja en el Air Force One.

Tragarse un par de barcos de guerra estadounidenses que rondarán por Rota (Cádiz) no es nada para Sánchez, que ha de engullir a diario los sapos que crecen entre sus socios de Gobierno, sus tropiezos verbales por el asalto a la valla de Melilla, la ruptura de alguno de los mandamientos del socialismo -no abandonarás al pueblo saharaui-, los malos datos económicos del país y las amenazas electorales que se cocinan a fuego lento en espera de los comicios de 2023. Todo sea por conseguir un poco de atención del jefazo americano, que lo mismo cree que ha aterrizado en México DF en lugar de en Madrid, tierra de toros, flamenco y olé.

Todo era bonito en la Cumbre de la OTAN hasta que asomó la patita el IPC, que ha rebasado la barrera psicológica del 10%

La Cumbre de la OTAN ha colocado, es cierto, a España en el mapamundi de la importancia y eso es mérito de Pedro Sánchez, que ha restregado por la cara de los estadistas y sus acompañantes la potencia cultural del Prado y el Reina Sofía, la magia que desprenden los jardines de La Granja de San Ildefonso, la paciencia de los pacientes madrileños, el pulso gastronómico de la cocina hispana… todo eso en un país que lidera el paro de la Unión Europea, con una tasa superior al 13%, una inflación en niveles de 1985, un sistema público superendeudado que oculta -bajo ayudas y subvenciones- el drama en sectores productivos y empresas, un sistema de pensiones que se tambalea, una sociedad fraccionada con una extrema derecha que emerge con fuerza…

Esto de alojar estadounidenses viene de lejos. En 1953, el dictador Franco puso a disposición del país del otro lado del Atlántico bases en Torrejón de Ardoz (Madrid), Zaragoza, Rota (Cádiz) y Morón (Sevilla). A cambio, el tío Sam facilitaba ayuda económica y militar al régimen, que trataba así de soltar lastres con la Guerra Civil. Pedro Sánchez ha logrado también un guiño económico americano tras haberlo buscado por tierra, mar y aire. Biden se fija en España por el interés de aumentar su presencia en una zona estratégica en tiempos de conflicto, que los flashes no nos cieguen la mirada: nuestro país le es útil, como también lo es para sus estrategias Marruecos en el norte de África. Estados Unidos alimenta a la OTAN con dólares de curso legal y acerca a la sardina al resto de países que forman parte de la organización, ya que hay que estar preparados y alerta por si a Vladimir Putin hay que pararle los pies. Ya lo decía el presidente ucraniano Zelenski en videoconferencia, dejando caer que la invasión puede ser solo un aperitivo a modo de tapa de ensaladilla rusa.

El presidente Sánchez ya hace campaña para meter más fondos en la maquinaria militar española -¡Aquí mi fusil, aquí mi pistola!- al tiempo que entierra en un rincón de La Moncloa carteles con el lema desteñido 'Yanquees go home'. ¡Qué duro es ser un político coherente, pardiez!

Buena semana.

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