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Sumar, restar, multiplicar, dividir y ‘el abrazo de la OTAN’

Pedro Sánchez y Joe Biden
Sumar, restar, multiplicar, dividir y ‘el abrazo de la OTAN’.
Agencia EFE

Las Matemáticas no parece ser la materia fuerte de los políticos, que confunden el tocino con la velocidad y el sumar con restar y el multiplicar con dividir. La sociedad española vive las sacudidas del enconamiento partidario y partidista, desde Unidas Podemos a Vox, pasando por el PSOE, el PP, los grupos nacionalistas, independentistas, regionalistas y hasta por la agria naranja de Inés.

A los niños, niñas y niñes les vienen a enseñar en sus primeros días de escolares las cuestiones básicas del coco de las ‘mates’. Y así aprenden que 1+1 son 2, que 1-1 es 0, que 1x1 es 1 y que 1:1 es 1. Pedro Sánchez quiere acabar el curso político de esta legislatura sin que le queden asignaturas pendientes, pero desconoce que sumar 1.000 millones de euros a Defensa supone restar unas decenas de miles de votos, con la salvedad de lo inadecuado de mezclar peras con manzanas y churras con marinas.

El presidente del Gobierno se ha puesto el terno de estadista y ha invitado a los destructores estadounidenses hasta la cocina misma de la Base de Rota, con el deseo último de que el asunto fructifique en algún contrato beneficioso para las arcas públicas y el empleo, como lo sería, por ejemplo, pillar cacho para Navantia.

Sánchez no suma con ‘el abrazo de la OTAN’, sino que le resta el apoyo de Unidas Podemos, que en estos momentos ni están unidas ni pueden

Sánchez es jefe del Ejecutivo pero está lejos, al menos por el momento, de ser un estadista, aunque es probable que cada vez más cerca de un puesto en la Gran Europa, quién sabe si un Mister PESC -alto representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad, puesto que hoy ocupa el socialista Josep Borrell- o un secretario general de la OTAN cual Jens Stoltenberg, cargo que desempeñó el también líder del PSOE Javier Solana, quien pensaba en 1982 de la OTAN lo que pensaba toda la izquierda española y que tuteló la Alianza Atlántica ni corto ni perezoso.

El presidente del Gobierno hizo el servicio militar obligatorio en Cáceres y lo terminó en Madrid nueve meses después. Decidió hacer la ‘mili’ tras acabar su formación académica en lugar de solicitar la Objeción de Conciencia porque, lo primero era más corto, no por una cuestión de principios, ya que Sánchez piensa que fue un tiempo perdido que no le aportó nada. Todo esto se lo contó el propio político hace un tiempo a Bertín Osborne en el programa ‘En mi casa o en la tuya’, cuando hacía campaña para acceder a La Moncloa, episodio que vi la madrugada de este miércoles entre fiebre y fiebre de la Covid: esgrimiré en mi defensa siempre los 38.5 de temperatura como atenuante.

Sánchez no suma con ‘el abrazo de la OTAN’ -pocos votos del centro-derecha pescará-, sino que le resta el apoyo de Unidas Podemos, que en estos momentos ni están unidas ni pueden. No obstante, Yolanda Díaz se va a cobrar esta afrenta cara. No lo hará ahora, que anda arrancando su plataforma política electoral ‘Sumar’ -qué ironía-; esperará a atizar el golpe donde más duele… en el apoyo-rechazo o los peajes a pagar en la formulación de los próximos Presupuestos Generales del Estado. Díaz tampoco suma y tiene como experiencia cercana y clarificadora las andaluzas de hace pocos días, un territorio propicio para la izquierda donde han brotado hasta en los olivares ‘juanmitas’ y ‘feijooitos’ que han dado carta blanca al PP para hacer lo que le venga en gana en la Junta, que es lo que otorgan de común y corriente las mayorías absolutas, que suelen ir acompañadas de una apisonadora.

Los ciudadanos desconfían de los políticos no sin razón, dado que los hay que se lo ganan a pulso

El PP suma, pero no multiplica lo suficiente como para dar la vuelta a la tortilla en el Congreso de los Diputados, que es lo que le gustaría a Alberto Núñez Feijóo, que ha vivido bajo el manto del ‘absolutismo de las urnas’ en su Galicia lejana. La sombra de Vox, aunque más pequeñita por eso del voto útil, le condiciona el futuro a Génova -en pleno lavado de imagen tras el bochornoso y aún reciente episodio entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso- y la política que pueda realizar. La formación de Abascal tampoco suma: directamente resta, y en un país como España, en el que la tendencia contraria a los extremismos desde la Transición, le deja, como a Yolanda Díaz, las alas cortas.

Las agarradas políticas que vivimos a diario dividen… y mucho. Los ciudadanos desconfían de los políticos no sin razón, dado que los hay que se lo ganan a pulso, y el desapego empieza a hacer una pupa que no sana.

José María Aznar sepultó el servicio militar obligatorio a finales de 2001, fruto de un compromiso con la CiU de Jordi Pujol para que ésta respaldase la investidura del presidente popular. Sánchez no se pudo beneficiar de ello, aunque le hubiera gustado y, quién sabe, si ahora hará un inesperado toque de diana.

Caprichoso país en el que, a veces, las derechas hacen cosas de izquierdas y viceversa.

Buena semana.

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