Posdata

...y el elefante verde de Vox entró en la cacharrería de Castilla y León

Hoy Fernández Mañueco toma posesión como presidente de la Junta, donde estará al frente de un gobierno de coalición con los de Abascal. Un experimento sin gaseosa que marcará el camino de Núñez Feijóo.

Feijóo y Mañueco
Alfonso Fernández Mañueco y Alberto Núñez Feijóo.
EFE

La Avenida de Salamanca de Valladolid es amplia y a la altura del edificio que alberga las Cortes de Castilla y León se presenta bastante despejada. El centro queda lejos de allí para los pucelanos y muy cerca para los forasteros, lo que viene a demostrar una vez más la relatividad de las distancias. El meollo está a tiro de piedra; cruzando el caudaloso Pisuerga -el que se aprovecha siempre cuando se pasa por la sobria ciudad- se respira el Campo Grande, se pasea por Zorrilla, te embobas con los edificios fabulosos de la Acera Recoletos, recorres la más populosa calle Santiago y aterrizas en la Plaza Mayor, donde tomar café en una terraza arropado por una manta que todos respetan y nadie afana es mano de santo contra el estrés.

Hoy, Castilla y León va a ser centro de todas las miradas políticas nacionales. Las Cortes van a ser escenario de la toma de posesión del dirigente popular Alfonso Fernández Mañueco como presidente de la Junta. No parecería que en ello haya una noticia trascendente; eso ya sucedió en 2019 y también con otros 'generales' del PP -José María Aznar, Jesús Posada, Juan José Lucas y Juan Vicente Herrera-, en otras elecciones autonómicas celebradas tras la recuperación de la democracia en España, salvo en la primera contienda, en la que el PSOE se llevó el gato al agua de la mano de Demetrio Madrid, luego relevado por Constantino Nalda.

Pero la news existe; le explico. Este 2022, la diferencia estriba en que el salmantino Fernández Mañueco será el jefe de un gobierno regional en el que, por primera vez, Vox tendrá presencia ejecutiva: tres consejeros y un vicepresidente. Dicen que los experimentos se hacen con gaseosa, pero en esta ocasión el ensayo general va a ser digno del mismísimo Hollywood... y también el espejo en el que el PP nacional puede ir mirándose fijamente.

La formación del color verde es de facto compañera de viaje del recién investido líder Alberto Núñez Feijóo y su Partido Popular… y eso ya no hay quien lo cambie

Vox -que asomó la patita en Castilla y León en los pasados comicios con 75.000 votos y un escaño en el parlamento regional- está avalado ahora por 212.000 papeletas, pasando de un 5,5% de los sufragios al 17,64%. Está claro que los de Abascal han llegado para quedarse, y como pasó en su momento con Podemos, han aprovechado el escenario político para apalancar su electorado, en este caso en el extremo opuesto de la cuerda política.

Hasta ahora, Castilla y León era feudo clásico y muy exclusivo del Partido Popular, en lo que se ha venido a llamar 'caladero de votos' para los 'pescadores' de la sede nacional de Génova. Cierto es que los resultados del PP han permitido mayorías absolutas hasta 2019, cuando Mañueco se vio forzado a aceptar un Gobierno de coalición con Cs. Y cierto es también que en los comicios de 2022, con la casi desaparición de los de Inés Arrimadas -solo queda una naranja en la nevera de la Cámara-, Vox ha experimentado un crecimiento vertiginoso, pasando de un procurador a 13, numerito que no parece que les haya dado mala suerte. La formación del color verde se ha convertido de facto en compañero de viaje del recién investido líder Alberto Núñez Feijóo y su Partido Popular… y eso ya no hay quien lo cambie.

Las últimas encuestas que se han dado a conocer dan al PP ganador en unas hipotéticas elecciones generales que se celebrasen ahora mismo. La demoscopia refleja que Feijóo ha borrado del mapa a Pablo Casado y lo ha convertido en un párrafo de la historia. El gallego sabe ya que aunque sea capaz de ganar las elecciones de 2023 -es un suponer- tendrá que entenderse con Abascal. Al tiempo. Antes que todo eso, las urnas francesas vivirán su particular terremoto entre Macron y Le Pen, con posibilidades reales de que el ultraderechismo galo dé el sorpaso en una segunda vuelta que se imagina reñida. Los resultados de las votaciones de ayer en el país vecino ya indican, por el humo, dónde está el fuego.

Hay derechos y libertades que no se pueden perder nunca. La historia política, no solo de España sino del mundo occidental, ha gestado los cimientos sobre los que se asientan los principios sociales más básicos. Como sucede con casi todo, habrá a quien le guste más o menos esto o aquello, pero el respeto hacia lo construido es crucial. Los votos otorgan la capacidad de representación de los ciudadanos, pero todos los representantes electos por el pueblo han de garantizar, en España, el cumplimiento de la legislación y, por supuesto, de la Constitución.

En Castilla y León vamos a poder comprobar la altura de miras políticas de los grupos que se sientan desde hoy en Las Cortes de Valladolid. El Partido Popular está obligado a marcar líneas rojas que no han de poderse cruzar. No soy capaz de aventurar lo que políticamente va a comenzar en CyL, pero mucho me temo que el ruido está garantizado incluso si nada fuera de lo común tuviese lugar en la Junta.

Los errores, la corrupción y distanciamiento de los políticos con la sociedad ha modificado los arcos parlamentarios y favorecido el nacimiento en sí de movimientos que, pese a no ser nuevos, han encontrado desarrollo entre el hastío del electorado. Tenemos lo que merecemos, aunque pueda no ser lo que realmente queremos.

En campos de Castilla se disputa desde hoy un partido clave cuyo resultado trascenderá al resto del país. Me lo jugaré a un triple.

Buena semana.

Mostrar comentarios