OPINION

El órdago de Huawei: si temes lo que tengo, te lo vendo

Hace unos días explicaba Cristina Manzano con mucho acierto por qué es beneficioso interesarse por el estado del mundo, y daba al menos siete buenas razones: relativizar y saber que no estamos solos ni para afrontar los problemas ni para encontrar las soluciones; valorar más lo que tenemos; nutrir nuestro criterio y capacidad de pensamiento crítico en un mundo de desinformación y ruido; airear nuestra mente de las miserias nacionales; anticipar tendencias y prepararnos para lo que llegará de fuera; vivir de verdad la que es nuestra realidad, global e interconectada… y tener buenos temas de conversación, que tampoco es cuestión menor.

No puedo estar más de acuerdo. Creo que es especialmente necesario estar muy atento a todo lo que ocurre a nuestro alrededor en tiempos como los que vivimos en España. En medio del magma de desgobierno que anega nuestro país, enturbiándonos la vista, el interés y la confianza, yo les quiero hablar de Huawei y de su fundador y consejero delegado, Ren Zhengfei. Porque, aunque muy pocos conozcan su nombre, resulta que lo que este empresario chino ha dicho hace unos días en una entrevista a The Economist puede poner el mundo patas arriba a no tardar mucho.

Y es que, a través de esta empresa que lidera la implantación de la tecnología 5G en el mundo, China ha hecho una inesperada oferta de venta a Occidente: el acceso perpetuo a las patentes, licencias, códigos, planos y conocimientos técnicos de producción 5G, con un pago único. Esta empresa competidora occidental podría modificar el código fuente, evitando así cualquier posible injerencia china en las infraestructuras de telecomunicaciones construidas posteriormente con equipos producidos por la nueva compañía. De este modo, se igualaría la carrera por la implantación del 5G (que ya había ganado China con Huawei en términos tecnológicos, y que sólo EEUU había bloqueado a base de vetos), y los fondos obtenidos de la venta impulsarían enormemente la capacidad de investigación y desarrollo del gigante chino.

Debo decirles que la entrevista es fascinante, y les recomiendo vivamente su lectura sosegada, porque el señor Ren es un genio. Y no sólo de los negocios. Con suma elegancia y habilidad, es capaz de introducir los mensajes de Pekín como buen súbdito chino. Así, cuando le preguntan por Hong Kong o Tíbet destaca los logros del gobierno chino para acabar con la pobreza, y no desaprovecha la oportunidad de pedir que se deje de castigar con sanciones a Rusia por ser comunistas… porque ya hace mucho que abandonaron el comunismo. Claramente no hay nada improvisado ni al azar en lo que dice, a pesar de que asegura al periodista (al que imagino estupefacto, pero manteniendo la flema) que la idea de vender su tesoro 5G se le ocurrió esa misma mañana y que aún no ha pensado en quién podría estar interesado ni por cuánto lo vendería. Decenas de miles de millones de dólares, por supuesto.

Porque está claro que cuando el señor Ren dice Occidente quiere decir EEUU. Huawei se ha dado cuenta de que no puede plantearse seguir enfrentando las restricciones continuas de EEUU a su desarrollo tecnológico y comercial, y prefiere hacer una iguala y comenzar la carrera del 6G desde otro escenario, con una enorme inyección de fondos respaldándolo. Sobre el papel, su propuesta parece crear una situación más equilibrada entre China, EEUU y Europa. Pero ¿alguien ve a Nokia o Ericsson interesados en comprar? ¿Tiene sentido que vayamos a un mundo 5G con dos cabezas, una china y otra estadounidense, y una especie de “Muro de Berlín digital en medio", como dice Friedman?

En definitiva, el CEO de Huawei no es precisamente una mariposa que agita las alas en Shenzhen, pero les puedo asegurar que el aleteo de su órdago al futuro de las comunicaciones mundiales ha producido un verdadero seísmo que nos ha sacudido a todos. Aunque ni siquiera nos hayamos enterado.

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