OPINION

¿Existe de verdad la emergencia climática?

Jóvenes de Hong Kong se manifiestan este viernes como parte de la huelga escolar convocada por el movimiento "Jóvenes por el Clima"
Jóvenes de Hong Kong se manifiestan este viernes como parte de la huelga escolar convocada por el movimiento "Jóvenes por el Clima"
EFE

Por encima de los irresponsables que dan en llamar a cualquier cosa emergencia o terrorismo (la exageración siempre conduce a la banalización y el ridículo), yo diría que sí necesitamos declarar la emergencia de conciencia común. Y el planeta es lo más objetivamente común que compartimos los más de siete mil millones que por el mundo andamos.

Estamos en plena semana de la acción mundial por el clima, y, por primera vez, no se trata de algo que concierna sólo a ecologistas, verdes y raretes varios. Coincidiendo con la Cumbre de Acción Climática que se celebró ayer en Nueva York, miles de organizaciones en todo el mundo (más de 300 en España) se han sumado a la Huelga Mundial por el Clima. Millones de personas de 185 países, sobre todo jóvenes, se concentraron el pasado viernes 20 y volverán a hacerlo el 27 en torno al movimiento "Fridays For Future", inspirado en la activista sueca de 16 años Greta Thunberg. El objetivo de estas movilizaciones es reclamar la declaración del estado de emergencia climática, que implique un salto cualitativo en la toma de conciencia y acción mundial al respecto. A mí me parece una muy buena noticia: hace apenas un año, hubiera sido impensable este grado de sensibilización e involucración.

Otra cosa es cuánto está en nuestra mano hacer. Porque lo hay. En nuestro entorno, Alemania vuelve a marcar la senda. Y Merkel demuestra de nuevo lo que significa ser una líder integral, completando su legado con un acuerdo por el clima que impresiona por su oportunidad y envergadura, además de por el consenso de la coalición con la que gobierna y por la concreción de las medidas. A cambio de fijar un precio del CO2 para el transporte y los edificios, Alemania se compromete a promover la electricidad verde barata para ciudadanos y empresas, aumentar el subsidio de viaje a los pasajeros, prohibir nuevos calentadores de gasóleo subvencionando la sustitución de los actuales, bajar el precio de los billetes de tren de larga distancia e incrementar el impuesto de tráfico aéreo.

Otro de sus objetivos para 2030 es tener registrados entre siete y diez millones de vehículos eléctricos con un millón de puntos de carga, y modernizar y ampliar el transporte público local y los carriles para bicicletas. Serán en total 54.000 millones de euros sin endeudamiento, con un organismo independiente que revisará cada año el cumplimiento de los objetivos climáticos que ya tiene asumidos la Unión Europea: reducción en un 55% de las emisiones de gases de efecto invernadero en 2030 respecto a los niveles de 1990.

La resistencia al cambio es una característica humana, pero también lo es su capacidad de adaptación. Y asumir que cuidar el planeta es un estado permanente de atención implica cambios muy profundos en nuestros hábitos. Y esto necesariamente altera cómo entendíamos nuestra vida hasta ahora.

No obstante, considero que debemos tener mucho cuidado, de nuevo, con los vicios de nuestro tiempo: la frivolidad, el exhibicionismo, el ombliguismo, la ignorancia. La perversión del lenguaje. No deberíamos hablar jamás de “huelgas escolares”, porque las huelgas las hacen los trabajadores, que son quienes disfrutan de este derecho fundamental que costó muchísimo lograr. Y, junto a y por debajo y encima de todo ello, la desinformación interesada, minando el territorio de los hechos y las certezas para abrir brechas en la racionalidad de lo común. La ñoñería. La glorificación y/o manipulación de menores, deificados con impunidad en lo que parecen nuevos concursos de belleza o de talentos junior con excusa sostenible. O la pulsión por convertir cada causa objetivamente justa en una religión. Sólo nos faltaba el “confesionario de pecados climáticos” de la NBC, donde se pretende que cuentes anónimamente tus momentos de debilidad medioambiental en los que no reciclaste una botella plástico o te zampaste un costillar.

No necesitamos pamplinas. Sólo conciencia, compromisos legales y acción común.

*Beatriz Becerra ha sido vicepresidenta de la subcomisión de Derechos Humanos en el Parlamento Europeo y eurodiputada del Grupo de la Alianza de Liberales y Demócratas por Europa (ALDE) en la legislatura 2014-2019. Es autora de Eres liberal y no lo sabes (Deusto).

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