OPINION

Sí se puede: una coalición de Estado para una nueva Transición

Imagen del Congreso de los Diputados vacío / EFE
Imagen del Congreso de los Diputados vacío / EFE

La vida (y la política) es como una caja de bombones: nunca sabes lo que te va a tocar. O quizá lo sabes, pero no el tamaño que va a tener. Y el tamaño importa, vaya si importa. Ojalá más Forrest en la vida política española, ¿no creen? En su lugar, tenemos un plantel de figurantes que se creen estrellas, y así actúan: deslumbrados por la luz, sólo atentos a los focos, ignorando al público que paga su entrada. Lo hemos vuelto a ver en estas funestas elecciones, cuyos resultados ya conocemos. Bien, pues el horizonte que necesita nuestro país sigue siendo el mismo: estabilidad, confianza y manos a la obra. Ya basta de teatrillos.

Precisamente porque nunca se ha podido en España, ahora es cuando sí se puede. Y se debe. Lo voy a decir aún más claramente que en abril. Pido que nos centremos en lo decisivo y en lo que compartimos la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles y europeos: que el camino hacia el futuro no pasa por cerrar las fronteras, las puertas y las mentes. Pido que articulemos un consenso para establecer quiénes son los enemigos de la democracia: la que conocemos como democracia liberal, porque cualquier otro apellido que pongamos no es sino un artefacto explosivo. Pido adaptar nuestras ideas a la nueva realidad, buscar nuevas propuestas, encontrar otros caminos. Pido que seamos capaces de hacerlo posible. Pido de nuevo y desde ya una coalición entre PSOE, PP y Ciudadanos. Gran Coalición, Super Coalición o Coalición Media, llámenla como quieran. Yo prefiero darle el working title de Coalición de Estado. Pero que sea desde el primer momento el único marco posible y la única decisión que los españoles (y europeos) debamos esperar.

El eje izquierda-derecha es hoy una entelequia. No existe. Ya sabemos cuáles son las únicas líneas rojas para nuestra sociedad global: el extremismo, la desintegración, el frentismo, la violencia y el involucionismo. Esto deja fuera de la ecuación solvente tanto a los separatistas y a los nacionalistas como a las extremas izquierdas y derechas reaccionarias: el populismo bolivariano de Unidas Podemos y el populismo integrista crecido de Vox. La única posibilidad de recuperar el foco y la gobernabilidad es sumar a las fuerzas radicalmente constitucionalistas, comprometidas con la democracia. Y, más allá y por encima de sus actuales líderes, esas fuerzas tienen nombre: PSOE; PP y Ciudadanos. No hacen falta más ingredientes para un gobierno estable que encarne la confianza de los ciudadanos españoles, de las instituciones, de las empresas y de la UE.

Esta coalición de gobierno constitucionalista entre PSOE, PP y Ciudadanos suma 218 escaños: una sólida mayoría parlamentaria que posibilitaría poner en marcha una respuesta solvente a la fractura del orden constitucional en Cataluña, y unos Presupuestos Generales adecuados a la situación política, económica y social que enfrentamos a nivel nacional e internacional. Y permitiría además encarar las reformas estructurales imprescindibles para garantizar un futuro sostenible para España: la reforma de la educación, de las pensiones, del mercado laboral, del ordenamiento territorial, de la justicia y, muy importante, del sistema electoral.

PSOE, PP y Ciudadanos pueden gobernar juntos: si PSOE preside y marca el estilo de un gobierno histórico, moderno, medioambientalista, igualitario; si PP tiene una vicepresidencia y dos o tres carteras de las llamadas “de orden” para consolidarse como referente en el cumplimiento de estándares europeos de economía y seguridad; y si Ciudadanos tiene una cartera simbólica para reconstituir el centro desde la responsabilidad, la reflexión y un nuevo liderazgo... todos ganan, todos ganamos. España gana.

No hace falta recordar que los gobiernos de coalición son más que habituales en el contexto europeo, y que la convivencia entre partidos de posiciones políticas alejadas o incluso opuestas se ha normalizado. Hay gabinetes que son monumentos a la diversidad, donde se reparten las carteras ministeriales en función de la representación parlamentaria. Alemania sigue siendo referencia, pero los países nórdicos (ay, ese Borgen tan pintón), Luxemburgo o Portugal son también el espejo donde mirarnos y dejar de ser una excepción. Difícil concitar como hoy tanto viento a favor, tantos apoyos y tanta esperanza para que esa Coalición de Estado sea una realidad en España. Una realidad que encarne la nueva Transición que necesitamos para recuperar nuestra fiabilidad como país, la confianza en nosotros mismos y la determinación de vivir juntos y en paz los distintos.

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