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¿Un beso en el ‘metaverso’ es una infidelidad o un ‘metabeso’?

Metaverso
¿Un beso en el ‘metaverso’ es una infidelidad o un ‘metabeso’?. 
CONTACTO vía Europa Press

Tranquilo, éste no es un artículo más sobre la famosa infidelidad de estos días, sino sobre el debate que han suscitado las declaraciones de la principal afectada: “Que sepas que me da igual si han sido seis segundos o un nanosegundo en el metaverso; como esto sea verdad, aquí se acaba todo”. Aparte de la duración, ¿un beso -entre avatares- en el ‘metaverso’ es una infidelidad o un ‘metabeso’?

Más allá de este caso concreto, que no fue (sólo) una infidelidad en el metaverso, sino en el mundo físico, las declaraciones tocan un tema serio, del que se habla muy poco en serio, que es el de los coqueteos o infidelidades a través de las TIC (tecnologías de la información y la comunicación) o el de los ‘cuernos digitales’ o ‘cibercuernos’, sin que se llegue a producir una infidelidad en el mundo físico.

¿Que tu avatar mate a los avatares de otros jugadores en un videojuego de tiros ('shooter game') es un asesinato? ¿Que tu avatar, ya sea realista o de fantasía, dé un beso a otro avatar, o vaya, incluso, más allá y tenga ‘relaciones sexuales’ (consentidas) es una infidelidad? Y, si no son consentidas, ¿es una violación? ¿Lo que pasa en el ‘metaverso’ se queda en el ‘metaverso’?

La fidelidad y sus límites

Más allá de los ciberdelitos, a los que hemos dedicado aquí varios artículos, tanto en el metaverso como en las redes sociales o el entorno digital en general, me gustaría hoy hablar de unos comportamientos sociales, que no son delictivos (en España), pero que, según la moral de una comunidad, de una familia, de una pareja o de un individuo, son -normalmente- rechazables.

Y digo ‘normalmente’ porque, para cada comunidad, cada familia, cada pareja y cada individuo, la fidelidad puede tener un significado y unos límites diferentes (y las consecuencias de las infidelidades también). Para comprobarlo, basta ver algunos casos de famosos, como el de estos días, o lo que dicen (y lo que hacen) respecto a este tema los participantes de determinados ‘realities’ de televisión.

Hay visiones clásicas, que consideran que la fidelidad no es tanto hacia el otro, sino, sobre todo, hacia uno mismo y la palabra dada: amarse y respetarse (‘boda’ viene de ‘vota’: los ‘votos’ o las promesas que se hacen en el matrimonio). Y hay visiones abiertas, que creen que lo importante no es la fidelidad (sexual), sino la lealtad, y que se puede pactar tener relaciones con terceras personas.

¿Infidelidades de pensamiento o reales?

Hay, incluso, quienes pretenden poner el límite de la fidelidad (o de la infidelidad) en tener sueños, fantasías o pensamientos ‘infieles’. Pero hay cosas instintivas que no se pueden controlar: lo que se puede controlar es llevarlas a la práctica. Por eso, tenerlos y controlarlos parece que tiene más mérito que el no tenerlos y, por tanto, tampoco tener que hacer ningún esfuerzo por controlarlos.

La Iglesia católica distingue pecados de pensamiento, palabra, obra y omisión (aunque, en el caso de las infidelidades, no se me ocurren pecados de omisión, salvo el no evitar la tentación, porque, quien evita la tentación, evita el pecado). Pero las leyes estatales establecen que nadie delinque o comete una infracción con el pensamiento, sino con palabras y actos.

¿Cuánta gente es infiel de pensamiento? ¿En qué consiste ser infiel?: ¿en sentir deseo por alguien, que es algo instintivo, o en 'realizarlo'? (hacerlo real, efectuar, llevar a cabo algo o ejecutar una acción, según dice la Real Academia Española). ¿El metaverso o la ‘realidad virtual’ es ‘real’? ¿o sólo es ‘real’ la realidad física? ¿Las palabras y actos en el entorno digital son ‘reales’?

Los grados de la infidelidad

Por otra parte, para algunos este tema es de ‘todo o nada’, de blanco o negro, y a la mínima infidelidad, según su punto de vista, la consecuencia es la ruptura. Para otros existen distintos matices, tanto en lo que consideran infidelidades y en sus grados (leves, graves y muy graves) como en las consecuencias de éstas. Y, aunque les duelan todas (unas más que otras), algunas las pueden perdonar.

Lo más importante no son las palabras o los actos (tampoco los ‘virtuales’), sino la intención

También este debate se puede plantear de una forma objetiva (académica y fría) o de una forma subjetiva (no tan académica ni tan fría), que parece más sincera: ¿qué conductas de tu pareja a través de las TIC (besos en el metaverso, ‘likes’ o mensajes en las redes sociales, conversaciones de whatsapp, fotos, audios, llamadas de teléfono, etc.) considerarías infidelidades y cómo las graduarías?

Hay quienes en el mundo físico ponen el límite de la fidelidad (o de la infidelidad) en una mera ‘mirada de deseo o de complicidad’ o en un coqueteo o en un baile, hay quienes lo ponen en un beso y hay quienes perdonarían un beso, pero no el acostarse con otra persona. Pero ¿y en el entorno digital? ¿cuál es la gradación? ¿qué cosas podrías admitir o perdonar, aunque te ‘escuezan’, y qué cosas no?

Conclusiones

1. Las infidelidades en el metaverso, en las redes sociales o a través de las TIC sí son reales, aunque el entorno, canal, interfaz o los avatares sean digitales. No hay dos mundos (real y virtual). Sólo hay un mundo, con distintos entornos (físico o digital), pero ambos son reales. Negar la realidad del entorno digital sería negar que hay comercio, administración o ciberdelitos en la red.

2. Cada individuo y, sobre todo, cada pareja puede tener su propia idea de qué es la fidelidad y la infidelidad y poner unos límites, más estrictos o más laxos, y establecer distintos grados de infidelidad y consecuencias para cada tipo, tanto en el entorno físico, como en el digital, en el que no hay piel y, por tanto, las infidelidades parecen menos graves y se pueden llegar a perdonar.

3. Pero, en última instancia, lo más importante no son las palabras o los actos (tampoco los ‘virtuales’), sino la intención. Porque, como decía Antonio Gala: “Un beso no es un beso, sino lo que hay en un beso”. Y un beso, aunque dure seis segundos o un nanosegundo en el metaverso, puede ser una tontería que se puede perdonar, o algo tan importante que rompa un compromiso.

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