OPINION

"De El Caserío me fío". Es cuestión de confianza

Fotografía Pedro Sánchez y Nadia Calviño / EFE
Fotografía Pedro Sánchez y Nadia Calviño / EFE

En estas semanas de confinamiento se ha hablado y escrito mucho -yo también- de cómo la tecnología puede ayudar a combatir esta pandemia (las famosas apps) y de los riesgos para la privacidad y la protección de datos personales de salud.

Pero, como decíamos aquí mismo, al final de mi último artículo sobre este tema: "Ninguna aplicación para móvil puede curar el coronavirus (…) La clave no está en la tecnología, sino en quién la usa y para qué. Es una cuestión de confianza".

Y a este concepto quiero dedicarle la reflexión de hoy, porque me parece que es la clave de por qué en unos países se está controlando el coronavirus con el apoyo mayoritario de los ciudadanos y en otros las medidas están siendo discutidas.

El ejemplo alemán

El primer ejemplo que nos viene a la cabeza es el de Angela Merkel en Alemania, como publicaba este fin de semana Ana Carbajosa en 'El País': "Los alemanes cierran filas en torno a la gestión de la crisis del Gobierno de Angela Merkel".

Un 90% de los encuestados piensa que "el Gobierno (alemán) lo ha hecho bien. Desde el principio dijeron la verdad. [Angela] Merkel explicó que esto afectaría al 60% ó 70% de la población y entendimos que esto iba en serio".

"Doctorada en Química Cuántica, fiel a su estilo, tardó en reaccionar. Pero cuando por fin se dirigió a los ciudadanos, se ganó su confianza con un mensaje directo, sin adornos ni excesivos miramientos y apoyado en todo momento en la ciencia".

El ejemplo griego

Otro país en el que, paradójicamente, se están haciendo bien las cosas y se están obteniendo muy buenos resultados, pese a tenerlo todo en contra, es Grecia, como contaba Alicia Alamillos la semana pasada en 'El Confidencial'.

Allí, "el doctor Sotiris Tsiodras, profesor de Enfermedades Infecciosas y portavoz del Gobierno para el Covid-19, se ha convertido en un 'superstar' por su manera calmada, clara y basada en la ciencia de explicar la situación".

"Todos los días, en toda Grecia, la gente dejaba de hacer lo que estaban haciendo a las 18 hs y encendía su televisor para ver la información más reciente. Ha sido la forma mejor y más efectiva de obtener la aceptación de la mayoría de la población".

¿Y en España?

Sin entrar en consideraciones ideológicas, porque la confianza es una cuestión de actitud personal, la impresión sobre el Gobierno español es que, desde el principio, se ha preocupado, sobre todo, de su imagen: de ocultar información o maquillarla, de "minimizar el clima contrario a la gestión de la crisis" o de "perseguir bulos susceptibles de generación de ‘estrés social’ y desafección a instituciones".

La prueba de que la confianza es una cuestión de actitud personal es que, frente a los portavoces habituales del Gobierno, hay quien, siendo del mismo Gobierno, ha destacado por lo contrario, como la Ministra de Defensa, Margarita Robles, que en su comparecencia en el Congreso dio un ejemplo de transparencia, de humildad y de asunción de responsabilidad personal por los errores cometidos.

Y, si nos fijamos en otros gobiernos autonómicos y locales, encontramos de todo: desde el Gobierno de Quim Torra, que da la sensación de que sigue "a lo suyo" (aprovechar toda ocasión, por dolorosa que sea, para el discurso independentista), hasta el Gobierno municipal de Madrid, cuyo alcalde ha sido capaz de concitar la empatía y el apoyo de la oposición y el reconocimiento de todo tipo de ciudadanos.

De El Caserío me fío.

Por eso, cuando hablamos de aplicaciones para móviles que ayuden a trazar los contagios en la nueva etapa de desconfinamiento escalonado (no "desescalada"), nos equivocamos si pensamos que se trata de una cuestión tecnológica o jurídica.

No, ésta es una cuestión de confianza. Y la confianza se gana con la transparencia y la pedagogía. No sólo en lo que se refiere a la gestión de nuestros datos de salud y de nuestra privacidad, sino, en general, a la gestión de la pandemia y de la crisis.

Por eso, ganaríamos mucho si, al frente de la gestión de la pandemia y de la crisis y de las medidas (tecnológicas o no) que se tomen, hay gente que inspire confianza a los ciudadanos, por sus conocimientos y su actitud. Que sean como "El Caserío".

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