OPINION

De la Transformación Digital a la Adaptación Digital

Ojo biónico
Ojo biónico
EUREK

A José Luis Izquierdo, alias el @magomore, le he escuchado alguna vez contar un chiste, que, aunque él lo refería al emprendimiento, es muy representativo, creo, del momento que estamos viviendo ahora, con el confinamiento, pues, de la noche a la mañana, nos hemos visto sumergidos, de sopetón en el entorno digital.

Un ricachón hace una fiesta en su casa y, para animarla, ofrece un coche a quien se atreva a hacer un largo en su piscina, llena de cocodrilos. Como nadie se atreve, sube la apuesta y ofrece su yate. Pero, como nadie se anima, ofrece su mansión. Entonces uno se tira y empieza a nadar como un loco.

Lucha con los cocodrilos y consigue llegar, lleno de arañazos, al otro lado de la piscina. El rico entonces le felicita y dice que es suyo el coche, el yate y la mansión. Pero el invitado los rechaza, diciendo que ya tiene un coche, un yate y una mansión más grandes y que no los quiere.

Entonces, muy sorprendido, el anfitrión le pregunta qué es lo que quiere, y promete que le conseguirá cualquier cosa que le pida. Y el invitado le contesta: “sólo quiero una cosa: saber quién es el malnacido que me ha empujado”. La moraleja es que, a veces, todos necesitamos un empujoncito para hacer las cosas.

Pues bien, ese ‘empujoncito’ nos lo ha dado el coronavirus y, después de muchos años hablando de la transformación digital (que se iba haciendo poco a poco, pero arrastrando los pies), de repente, nos hemos tenido que transformar digitalmente de la noche a la mañana.

Transformación digital

‘Transformación’ es la “acción y efecto de transformar”, que, según el Diccionario de la Real Academia Española, significa: “Hacer cambiar de forma a alguien o algo. Transmutar algo en otra cosa”. Y también se refiere a cambiar la forma en la que se hace algo: las herramientas, los procesos.

En este sentido, muchos hablan de la ‘transformación digital’ como el proceso por el que hemos ido incorporando a nuestra vida, tanto profesional como personal, las ¿nuevas? Tecnologías de la Información y la Comunicación y hemos transformado la forma en que hacíamos antes las cosas.

Pero la verdadera ‘transformación digital’ no consiste en hacer las mismas cosas que antes de diferente forma, con las ‘tecnologías digitales’, sino en aprovechar las oportunidades y las ventajas que nos ofrecen éstas para hacer cosas distintas, que antes no se podían siquiera imaginar.

Adaptación digital

El primer ser vivo de nuestro planeta parece que surgió en el agua y un buen día decidió darse un paseo por la tierra y se convirtió primero en anfibio y luego, en un animal terrestre, transformando sus branquias en pulmones y sus aletas en patas, para adaptarse al nuevo medio.

Es algo parecido a lo que nos está ocurriendo a nosotros, porque la ‘transformación digital’ no es un cambio de herramientas, sino, sobre todo, un cambio de entorno. Es un paso del entorno analógico al entorno digital, al que, durante muchos años, nos hemos ‘conectado’, pero en el que hoy vivimos.

Por eso, después del empujón que ha supuesto el confinamiento por la pandemia, creo que no debemos seguir hablando de ‘transformación digital’, como un proceso que nunca termina, sino que debemos empezar a hablar de adaptación al entorno digital, en el que ya estamos inmersos.

Pensar en digital

La verdadera ‘digitalización’ o ‘transformación digital’ no consiste, por tanto, en usar intensivamente las herramientas digitales y transformar la forma en la que hacemos las cosas, para adaptarnos al entorno digital al que estamos siempre conectados (always on), sino, sobre todo, en transformar nuestra forma de pensar.

Por eso, es muy importante la formación o capacitación no sólo en las herramientas digitales (que también), sino, sobre todo, en el ‘pensamiento digital’, para poderse plantear nuevos retos y soluciones en este nuevo entorno, sin los condicionantes ni la inercia del viejo entorno analógico.

No se trata, tan sólo, de dar una ‘formación online’, con herramientas o plataformas digitales, sino, sobre todo, de dar una formación para preparar a los alumnos para vivir en el nuevo entorno digital, en el que van a pasar mucho tiempo y van a tener que desarrollar muchas actividades, de su vida personal y profesional.

Somos ‘retícolas’

En los orígenes de internet, a los pocos que nos conectábamos a la red de redes nos llamaban internautas. Denominación que no tiene sentido hoy (apenas se usa), cuando la penetración de internet en España supera el 90%; por lo que se puede decir que los ‘usuarios de internet’ son los ‘ciudadanos’.

Se distingue entre ‘inmigrantes’ o ‘colonos’ digitales: los que vimos nacer internet y tuvimos que migrar al nuevo entorno y colonizarlo, y los ‘nativos digitales’: los que nacieron cuando internet ya existía -empezando por los millennials- y que desde pequeños se acostumbraron a conectarse a ella.

Pero, a medida que pasan los años y se hacen mayores internet y los millennials, cada vez tiene menos sentido esas distinciones. Somos todos habitantes de la red. E igual que a los hombres que viven y trabajan en el campo se les llama agrícolas, los que ya vivimos y trabajamos en la red somos ‘retícolas’.

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