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Entre las "cajas botín" y los "sobres sorpresa"

Entre las “cajas botín” y los “sobres sorpresa”
Entre las “cajas botín” y los “sobres sorpresa”
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La Dirección General de Ordenación del Juego, del Ministerio de Consumo, ha abierto una consulta pública (hasta el 31 de marzo) para regular las llamadas “cajas botín” (‘loot boxes’), también denominadas “mecanismos aleatorios de recompensa”, que incluyen algunos videojuegos y que, según el regulador del juego, son proclives a generar “un espacio de confusión” con los juegos de azar.

La motivación que alega es que “La evolución experimentada por el mundo de los videojuegos en los últimos años ha supuesto la aparición de nuevos modelos de negocio que han aproximado, en algunos casos, la oferta de productos y servicios de este sector económico a aquéllos ofrecidos por la industria dedicada a los juegos de azar en el ámbito online”.

Y lo primero que habría que hacer, antes de regularlas, sería delimitar bien este concepto y modelo de negocio y distinguir los diferentes tipos de “cajas botín” o “mecanismos aleatorios de recompensa”, para determinar si nos encontramos, o en qué casos, ante un “juego de azar”. Lo cual nos hace revisar, previamente, la definición y características esenciales estos juegos, más allá de los nombres.

¿Qué es un juego de azar?

La Ley de regulación del juego, tanto electrónico como presencial, dice (art. 3.a) que “se entiende por ‘juego’ (a secas) toda actividad en la que se arriesguen cantidades de dinero u objetos económicamente evaluables en cualquier forma sobre resultados futuros e inciertos, dependientes en alguna medida del azar, y que permitan su transferencia entre los participantes”.

Pero, a continuación, añade: “con independencia de que predomine en ellos el grado de destreza de los jugadores o sean exclusiva o fundamentalmente de suerte, envite o azar”. Con lo cual podría quedar encuadrado en este concepto cualquier juego (físico o videojuego) de destreza en el que haya un porcentaje de suerte o azar (casi todos), siempre que se arriesgue cantidades de dinero.

Termina la definición diciendo: “Los premios podrán ser en metálico o especie dependiendo de la modalidad de juego”. Y, aunque no especifica más, en una interpretación sistemática del artículo se debe sobreentender, a nuestro juicio, que, si el premio es en especie, debe ser un objeto económicamente evaluable y que permita su transferencia entre los participantes, como se dice más arriba.

“Gacha”

Las ‘cajas botín’ o ‘cajas de recompensa’ surgen como modelo de negocio en la industria del videojuego japonesa, en la que se utiliza el término “gacha”, que era el nombre onomatopéyico con que se denominaban las máquinas expendedoras de juguetes o” máquinas de bolas” por el ruido que producían al girar la rueda y caer la bola en cuyo interior había un juguete sorpresa (“gachapón”).

Se trata, pues, de un “mecanismo aleatorio de recompensa” o modelo de negocio que no han inventado los videojuegos, sino que han imitado del entorno físico. Son parecidas a los “sobres sorpresa” de cromos, que todos hemos comprado y que es el modelo de negocio de empresas como la italiana Panini (desde 1961), y también a los “huevos sorpresa” de Kinder o al “Happy Meal” de McDonalds.

Como la Ley del juego no sólo regula los juegos electrónicos, sino también los presenciales, si aplicásemos su definición con todo rigor, ¿habría que incluir en ella las máquinas de bolas, los sobres sorpresa, los huevos sorpresa, los “happy meal” y cualquier otro mecanismo de recompensa aleatoria, como, por ejemplo, las cartas magic”, que pueden llegar a alcanzar un gran valor en el mercado?

No son máquinas tragaperras

Dice el Diccionario de la Real Academia Española que un “botín” es el “beneficio que se obtiene de un robo, atraco o estafa”. Y por eso, cuando oímos “caja botín”, pensamos en La Casa de Papel” o en el “cofre del tesoro” de los piratas, lleno de dinero y joyas. No pensamos en las máquinas de bolas o los sobres o huevos sorpresa, porque en su interior no hay dinero, sino una recompensa aleatoria.

Es cierto que esas “cajas sorpresa” o “cajas de recompensa” se compran, porque es el modelo de negocio de videojuegos gratuitos, especialmente para móviles. Y es cierto que esos videojuegos deben advertir de la existencia de dichas cajas y de sus tipos y que sus desarrolladores y distribuidores (básicamente las tiendas en línea de Google y Apple) deben recomendarlos para las edades adecuadas.

Pero la mayoría de “cajas sorpresa” incluyen, como recompensa, determinadas habilidades para el propio juego, que no son transferibles entre los participantes. Así que no parece que lo más adecuado sea que se les aplique la Ley del Juego, como si fueran “máquinas tragaperras”, sino, en todo caso, pactar con el sector un “Código de Buenas Prácticas”, como ya existe para otros aspectos.

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